11. ERES... SORPRENDENTE.Marcos regresa de trabajar temprano, entra a su casa y nota que no hay nadie. Deja sus cosas y va directo a donde Sarah.Sube el porche y escucha una música salir de la casa de Sarah. Se asoma con curiosidad por la ventana lateral de la casa de su vecina, y ve a su pequeño Simón bailar con Sarah.La cabeza de ambos se mueve de un lado al otro al compás de la música e imitan tocar la guitarra.Se arrodillan en el suelo con el imaginario instrumento cuando la cancion está por finalizar. Ríen al unísono y se sientan en el sofá.Marcos es consciente de que esa bella chica ha traído felicidad a sus corazones.Toca el timbre y lo reciben ese par de sonrisas que llenan su mundo.—Papá, mira la maqueta que hicimos yo y Sarah —le muestra Simón, apenas el hombre entra.—Sarah y tú, mi amor. Se menciona primero a la otra persona —le corrige Marcos—. Y déjame decirte que quedó increíble. ¡Qué gran trabajo hicieron, hijo!... —Le frota el cabello y mira a Sarah—. Sarah, mu
12. ...NO QUISIERA VERTE SUFRIR, MI NIÑA.Sarah aturdida, logra levantarse y camina a la cocina, toma agua, mas al tragar, siente que su garganta le impide el paso al líquido y con una arcada bota lo poco que logró pasarle.Una fuerte presión en el pecho la hace doblarse y siente que algo oprime su rostro. Alcanza a verse los brazos y nota el sarpullido que cubre su piel.También logra ver su reflejo en una de las ollas de la cocina y cae en cuenta de lo que le está pasando.«Pero si no he comido nada con maní» piensa.Trastabillando y con la respiración pesada, camina al perchero de su cuarto en donde están todos sus bolsos, buscando una autoinyección de epinefrina que carga en uno de ellos, pero con el aturdimiento no recuerda en cuál, así que, en medio de la angustia por no poder respirar bien, tira el soporte haciendo caer todos los bolsos al suelo y se tira también a buscar.Simón escucha el ruido y los jadeos de Sarah por el poco aire que llega a sus pulmones y camina a donde est
13. NO, ELLA MERECE SER EL ÚNICO PLATO...Marcos mientras es atendido en la droguería, memoriza la información de la receta.Detalladamente, verifica que esté todo. Le pide un par de cosas más al farmacéutico y las pastillas para Lina.De regreso, le deja las pastillas a Lina para el dolor de cabeza que ahora de verdad va a necesitar, pues al nuevamente fallarle su plan, la rabia ha hecho que su mentira se haga realidad.Acercándose a casa de Sarah, la escucha toser y acelera el paso. Entra encontrándose con ella inclinada, Simón a su lado sosteniendo su mano y la anciana vecina dándole palmadas en la espalda.—¿Se puso de nuevo mal? —pregunta el Oficial angustiado.Sarah niega sin poder hablar.—Efectos secundarios de la anafilaxia —le comenta la anciana—. ¿Trajiste el inhalador?—Sí —con premura busca entre la bolsa donde trae los medicamentos. Abre la caja del broncodilatador y se lo extiende a la señora.La anciana lo sacude por unos segundos y se lo pasa a Sarah para que se lo col
14. CON BESOS...—Señora Jardon, usted quizás no entendería mi situación, pero créame que no tengo intenciones de lastimar a Sarah.—Pues espero que...—¿Pasa algo? —Se asoma Sarah, con Simón al lado y la anciana calla.—Nada, Sarita, ya me voy. Armando debe estar esperándome para hacerle el desayuno, ese viejo perezoso quién sabe que hará cuando yo ya no esté... —dice la anciana bajando el porche para ir a su casa.—¡Gracias, señora Jardon!—Cuídate mucho, mi niña —le dice volteando a mirarla y mirando con severidad a Marcos.—¿Qué fue eso? —le pregunta Sarah. Marcos niega restándole importancia.—Nada, mi bonita. ¿Cómo te sientes?—Ya me siento muy bien, gracias.—Me alegra tanto... —El claxon del transporte escolar los interrumpe—. Vamos, súper oruguita.—Súper oruguita ¿eh? —se agacha Sarah a despedirse de Simón.—Sí, soy súper origuita, Sarah, así me dijo mi papá.—Me encanta, mi amor. Ahora toca ir a la escuela porque los superhéroes necesitan estudiar para ser súper inteligentes
15. ...MI AMOR!Después de dar por terminada nuevamente la llamada, Sarah abre el sobre con los documentos y resopla leyéndolos.Aquella noche intenta dormir, pero no puede, se siente inquieta; le gustaría llamar a su mamá para contarle y sentirse mejor, pero es muy tarde.Da vueltas de un lado a otro en la cama y se rinde después de un rato de no lograr conciliar el sueño.Invadida de ansiedad, se abriga y sale al patio a mirar el cielo para relajarse.—¿Estás poniendo a prueba tus pulmones? —la voz de Marcos la sorprende, él también está en el patio de su casa.—¿Qué haces ahí?—La pregunta más bien es, ¿tú qué haces afuera con tanto frío y unos pulmones delicados? —ambos se acercan al muro que divide los patios.—El aire puro no me hace daño.—Pero el frío sí.—Pues digamos que ya me siento mejor de eso y de verdad necesitaba el aire. Y tú, ¿qué haces afuera?—Me gusta el silencio de la noche.—Sí, realmente es agradable, aunque es mucho mejor cuando es verano; el cielo está estrel
16. PUEDE SER PELIGROSO, MARCOS.Marcos por cuestiones del trabajo llega tarde y va directo por Simón, pues es hora de que el pequeño duerma.Toca el timbre de Sarah y ve la puerta ser abierta.—Hola, boni... ¡Señora Jardon, ¿cómo está?!—Hola, señor Jones.Sarah que está detrás de la anciana, se cubre la boca para no soltar una carcajada por la expresión de sorpresa de Marcos.Él la mira con una sonrisa de boca cerrada y ojos achinados, negando con la cabeza.—Hola, vecino —Sarah se acerca a la puerta y lo saluda.—Hola, Sarah.—¡Hola, papá! —aparece también el pequeño, quien es levantado en brazos por su progenitor. Marcos le llena la cara de besos y Sarah los mira sonriendo ante tan tierna escena.La chica solo aparta la mirada de padre e hijo cuando la señora Jardon voltea a mirarla para despedirse.—Bueno, Sarita, hasta mañana.—Hasta mañana, señora Jardon, muchas gracias otra vez.—Con gusto, mi niña —la anciana mira a sus otros dos vecinos—. Buenas noches, Simón, buenas noches,
17. TUYO. MARCOS.Sarah despierta al oír su alarma. Con los ojos pesados, quiere salir de la cama y vuelve a caer en ella.—Unos minutitos más —se comenta así misma.Mientras intenta despertar a su cerebro, comienza a recordar todo lo que hizo con Marcos.Sonríe al conectar sus neuronas, con su cuerpo felizmente agotado, se siente como si hubiera hecho ejercicios toda la noche. Todos sus músculos, especialmente los de sus piernas, duelen de una manera exquisita y siente su intimidad deliciosamente adolorida.Inhala el olor de la almohada donde Marcos estuvo y disfruta del particular olor masculino, mezclado con la colonia que él usa. «¡Humm!»Con pereza, se obliga a salir de la cama y al abrir la puerta siente el exquisito olor del café provenir de su casa.Va a la cocina y encuentra el café listo en la cafetera, con una nota sobre ella.FELIZ DÍA, BONITA.TUYO.MARCOS.—¿Mío? —Sarah sonríe con ironía.Se alista y se va a trabajar y mientras tiene oportunidad, descansa en alguna de las
18. QUIÉREME, NADA MÁS... Sarah se coloca los aretes que Marcos le llevó, antes de que el caballero, aparezca por la puerta del patio. «Son muy lindos, una muy buena imitación» Piensa, mirándose en el espejo. Marcos salta al patio de su vecina y la encuentra en la cocina, a punto de preparar chocolate caliente para los dos. Está completamente desnuda y con el cabello recogido en un moño alto que deja ver su regalo. —¡Hummm! —exclama Marcos con la boca hecha agua. —¿Qué tal se me ven? —le pregunta Sarah con voz seductora, mostrándole los pequeños y brillantes objetos en sus orejas. —Te lo diría, pero no logro concentrarme en ellos. Toda tú, los opaca. Sarah sonríe alagada y orgullosa de provocar esa reacción en él. —Haré chocolate para el frío, ¿gustas? Marcos niega con la cabeza acercándose a ella y asiéndose de su cintura, la levanta en el mesón de la cocina. —Yo me hago cargo del frío —agarra su cara entre sus manos y la besa. —¿De verdad no quieres chocolate? —le pregunta