Por Sergio

Mi cabeza va a mil, si antes de saber que soy el padre de Candela, no podía dejar de pensar en ella, ahora, directamente tengo que pensar dos veces cada frase que digo, para no delatarme.

Ya no la puedo apartar de mi mente y a Evangelina, tampoco.

Pienso en cómo habrá sido su embarazo, si me extrañó, realmente me porté como un hijo de puta con ella, eso lo tengo claro, pero jamás me podría haber imaginado que ella estaba embarazada, si en ese momento lo hubiera sabido, posiblemente le hubiera pedido que aborte.

Una extraña sensación de agobio me invade cada vez que pienso en eso.

Jimena no me preguntó nada, pero un muro de hielo se interpuso entre nosotros.

Ni siquiera me animaba a buscar algo por ahí, porque si me descubre, iba a explotar una bomba.

Luego de unos días la busqué para tener sexo, realmente lo necesitaba, ella pretendió poner una excusa, pero la besé como un desaforado hasta que se entregó al placer que le estaba proponiendo, lo hicimos dos veces y yo quería