Ana
—Podría decir que Gianella corre peligro si la llevas al viaje, más si sabe Santiago que va contigo y está siguiéndonos lo pasos. —el corazón se me acelera. Santiago iría por ella.
— ¿Tú crees que dejaría a mi hija aquí, sola sin mí, sin mi protección? —digo casi alterada.
—Ana…—levanto la mano para que no continúe.
—No podría dejar a mi hija sola—digo con la garganta seca.
Suena mi móvil. Lo tomo y es número desconocido, arrugo mi entrecejo, luego pensar que podría ser Santiago, el pánico llega a mí, John me mira y nota mi palidez.
—Podría ser…—susurro mientras mi m
Hudson Estamos en la gran cocina, desde aquí estamos viendo a la pequeña Gianella sentada en la mesa comiendo una rebanada de pizza, Mía la mira embelesada, con esos ojos curiosos. Acaricia la melena suelta de Gianella. — ¿Quieres que te recoja el cabello? ¿No tienes calor? —la niña con una sonrisa le dice que sí, Mía se levanta su manga de su camisa rosa y se retira una liga negra, le hace señas a la pequeña para que se gire un poco y agarrar su larga melena. — ¿Quieres más jugo? —le pregunta Estefany a la pequeña quien niega mientras da un gran mordisco a su rebanada de pizza. —Recuerdo haberte visto en algún…—detengo mis palabras. El día en el restaurante, la barra, ella recogiendo e
Hudson El móvil de Mía suena.— ¿Gerard? Sí, no… ¿Qué? ¡¿QUÉEEEEE?! ¡Malditos! No estoy, necesito que no des información de nada, te llamo más tarde—cuelga. — ¿Qué pasó? —preguntamos al mismo tiempo los dos, Mía nos mira con un rostro cargado de furia — ¡Entraron al departamento y al parecer destruyeron mi escultura! Gerard llamó a la policía y se escaparon en segundos. El subterráneo había más de cuatro autos blindados—el corazón se me acelera. —Venían por mí y por Gianella—dice en un susurro Estefany. Nos giramos a ella. — ¿De qué hablas mujer? &mda
Hudson — ¿Te estás escuchando? ¡Suenas como Al Capone! ¡No conocía ese lado de Mía pequeña Bennett! —sonríe orgulloso Caleb rodeándola con su brazo. —Aunque es muy peligroso, hay que tener cuidado. Sé debe y se puede hacer, solo si siempre controlamos hasta el más mínimo detalle… ¿Qué opinas, Hudson? Tengo a Jeff, es un hacker muy pero muy buscado por la CIA y el FBI, puede localizarnos en unos cuantos minutos a ese tal Santiago, hasta el color de su popis nos entrega—sigo impresionado por la mente de mi pequeña hermana. —Desde cuando mi…—el toque de la puerta nos alerta—Pase—digo dejando la tostada con mermelada que no he ni dado una mordida. &md
Ana —Maletín, portafolio y el nuevo móvil—John me informa mientras subimos al elevador del hotel Jumeirah At Etihad Towers. La ansiedad por saber de mi hija, no me deja pensar en nada. —Quiero llamar a Hudson, ¿Me facilitas el número? —pregunto a John, él afirma. Entramos a la suite principal, la habitación más cara. No había encontrado mi asistente una más sencilla, según la ocupación, el hotel está lleno. John deja a mi asistente en la habitación continua, él y tres de seguridad vienen con nosotros. Incluyendo a Phillips. Pido que me dejen sola y les informo que no quiero interrupciones, a menos que fuese muy importante. Miro mi reloj y marca las 7:25 pm, comienzo a contar las horas en mi mente, serían las 11:15 am. Suelto el aire que
Hudson Miro de nuevo los resultados de ADN de Gianella, estoy congelado en mi lugar. Caleb está frente a mí sentado en el sillón individual y al lado está Mía; hace dos horas había terminado de hablar con John donde le cuento todo lo sucedido. Ahora, aquí estoy confirmando que Gianella…es mi hija. No estoy seguro como, pero sé qué pelaría por ellas. Por qué se han vuelto ahora parte de mi vida. Pero algo me carcome por dentro, ¿Ana sabe que yo soy el padre? ¿O simplemente nunca se ha enterado? ¿O sea ha enterado Santiago y por eso quiere hacerle daño? Cierro mis ojos mientras arrugo el documento en mis manos. —Tranquilo, Hudson. —abro mis ojos y las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas. Caleb se preocupa y se levanta a toda pris
Ana Mi corazón late frenéticamente, había hablado con John, acerca de decirle la verdad. John había perdido a su esposa y a su hija de diez años hace tiempo atrás, antes de haberse unido a las fuerzas aéreas de china. John…sabía a la perfección lo que es perder a un ser amado, después de la llamada con Hudson, había quedado en un momento de seriedad. “Tienes vivo al padre de Gianella, sabes lo sucedido en el pasado, el hombre nos está ayudando sin saber que a quien está protegiendo es a su hija. He pensado detenidamente todo esto, desde que he descubierto que Hudson Bennett quien es en verdad, que es el hombre del cual te has enamorado años atrás, ahora, está presente. Cuando tengas la oportunidad que muchos no tienen, habla con la verdad.”
Ana Gianella corre por la playa, está Estefany haciendo castillos de arena mientras vigila a la niña. Estoy sentada en el banco de madera que está en el porche de la casa, el ruido de las olas me relaja por momentos, pero luego regresa la tensión, miles de cosas por mi cabeza. Cierro los ojos, hace unas horas que pudimos salir libremente de la casa, tenían que hacer revisión de cada rincón del aérea. Hudson había salido de la operación muy bien. La bala por poco perforaba un pulmón, le retiraron la bala y ahora esperaba el alta en unos días. Caleb seguía al mando de todo esto junto con John y Jeremy. Mía cuida de Hudson así como sus padres. Los padres aun no sabían de la verdadera situación, pero de lo que si estaban seguros es de que pasa algo, Caleb dice que son muy observadores y que tarde o temprano se en
Ana Camino entre el césped, mirando uno que otro nombre, flores y árboles alrededor. El cielo estaba brillando en lo más alto, la brisa nos abrazaba. Me detengo frente a él. Su nombre en chino, así como su nombre en español, estaba marcado en esa lápida de mármol. Cinco años después de su muerte, aún seguía viniendo en su aniversario luctuoso, veníamos mejor dicho. Al año de la muerte de John, Hudson y yo habíamos decidido casarnos, mis padres finalmente viajaron para conocer a su nieta, para conocer a mi esposo y a su familia. Había cambiado mi apellido a Bennett y Gianella estaba incluida, Hudson y yo nos habíamos compenetrado tan bien, que rara vez teníamos discusiones. Gianella empezó a crec