Ana
Lloro, lloro sin dejar de mirar la fotografía que tengo en mis dedos, apenas puedo controlarme.
—No saben de la existencia de Gianella. —levanto la mirada y me limpio mis mejillas.
— ¿Ellos…ellos saben que soy la mujer de Italia? —digo balbuceando.
—Sí. Por eso es la razón que ha comprado la finca, parece ser que Caleb, el hermano mayor de Hudson, tiene miedo de que Hudson haga algo y se exponga delante de Santiago. Nos ha investigado al igual que nosotros a ellos…
Me cubro mi rostro, el resto del llanto queda solo en sollozos cortos.
—Así que sabe que soy yo…—John asiente.
—Estoy sorprendido igual que tú, cuando me con
HudsonAna duda al ver mi mano, puedo ver como su respiración se agita más e intenta controlarlo delante de mí, sus ojos me miran de una manera extraña, ¿Cómo no pude darme cuenta de que ella es mi mujer misteriosa? Desde el primer día hubo ese tipo de electricidad, una familiar que ignoré. — ¿Vas a bajar? He preparado algo para…—ella levanta su mano en el aire en señal de que me detenga. —Creo que ha sido un…—ahora es mi turno de detener las siguientes palabras que saldrán de su boca. —No es un error, Ana. —ella toma aire bruscamente y no sabe que más decir. —Así qué, ven, —le extiendo la mano de nuevo para que la tome y ayudarla a bajar del auto, sus mejillas pálidas se sonrojan a mi i
Ana Entro al auto a toda prisa, mis manos tiemblan, estoy a punto de llamar a John para que venga por mí, estoy en un modo que no puedo controlarme, la llave entra finalmente y antes de arrancar levanto la mirada al retrovisor y Hudson está bloqueando mi paso. El corazón late desbocado, me agito aún más. ¿Qué no le quedó claro lo de hace unos momentos? Entre más lejos esté de nosotras mejor. “Nosotras” ¡Mierda! ¡Mierda! Hudson da un manotazo en la cajuela para que no arranque el auto. Intento pensar en algo para cubrir el error que ha salido de mi boca, “Nosotras” quiere decir que… La puerta del lado del copiloto se abre y Hudson entra a toda prisa. —
HudsonDesde aquí miro como Ana se marcha, el auto derrapa contra la tierra dejando una larga estela de polvo, mi corazón sigue latiendo frenéticamente, hay algo más, hay algo que se me está ocultado y tengo que descubrirlo.Le hago señas a los de seguridad vestidos de civil, asienten sin decir más, después de unos momentos, mi auto es aparcado frente a mí, uno de mi escolta se acerca y me entrega las llaves de mi deportivo. —No necesito que me sigan, dile a mi hermano que regreso en un momento. —el hombre de traje asiente dudando mi petición. Rodeo el auto, entro y arranco en dirección a la hacienda de Ana, la estela de polvo sigue en el aire cuando paso por el mismo camino. Se disparan muchos pensamientos intento concentrarme en lo que haré a continuación. Veo a lo lejos com
Ana Entro a la casa, mi cuerpo tiembla, cuando voy a subir las escaleras, mi móvil suena, contesto y cuando escucho a mi asistente del otro lado de la línea me detengo. —El señor Burj ha llamado, ha informado que no volverá a surtir más los lotes de telas y ha retirado la oferta de la mesa del quinto lote de mercancía. — ¿Cómo? —mi voz es de histeria. —intento pensar fríamente. — ¿Cómo que no podrá surtirnos más? ¿Qué ha pasado? —Señora Lombardi, el señor Burj, quiere que haga usted misma una propuesta, no aceptará a nadie en su nombre. —Mierda, doble mierda. Tener que viajar a Abu Dabi y hacer el trato personalmente me ata de manos, no puedo arriesgarme a que
Ana —Podría decir que Gianella corre peligro si la llevas al viaje, más si sabe Santiago que va contigo y está siguiéndonos lo pasos. —el corazón se me acelera. Santiago iría por ella. — ¿Tú crees que dejaría a mi hija aquí, sola sin mí, sin mi protección? —digo casi alterada. —Ana…—levanto la mano para que no continúe. —No podría dejar a mi hija sola—digo con la garganta seca. Suena mi móvil. Lo tomo y es número desconocido, arrugo mi entrecejo, luego pensar que podría ser Santiago, el pánico llega a mí, John me mira y nota mi palidez. —Podría ser…—susurro mientras mi m
Hudson Estamos en la gran cocina, desde aquí estamos viendo a la pequeña Gianella sentada en la mesa comiendo una rebanada de pizza, Mía la mira embelesada, con esos ojos curiosos. Acaricia la melena suelta de Gianella. — ¿Quieres que te recoja el cabello? ¿No tienes calor? —la niña con una sonrisa le dice que sí, Mía se levanta su manga de su camisa rosa y se retira una liga negra, le hace señas a la pequeña para que se gire un poco y agarrar su larga melena. — ¿Quieres más jugo? —le pregunta Estefany a la pequeña quien niega mientras da un gran mordisco a su rebanada de pizza. —Recuerdo haberte visto en algún…—detengo mis palabras. El día en el restaurante, la barra, ella recogiendo e
Hudson El móvil de Mía suena.— ¿Gerard? Sí, no… ¿Qué? ¡¿QUÉEEEEE?! ¡Malditos! No estoy, necesito que no des información de nada, te llamo más tarde—cuelga. — ¿Qué pasó? —preguntamos al mismo tiempo los dos, Mía nos mira con un rostro cargado de furia — ¡Entraron al departamento y al parecer destruyeron mi escultura! Gerard llamó a la policía y se escaparon en segundos. El subterráneo había más de cuatro autos blindados—el corazón se me acelera. —Venían por mí y por Gianella—dice en un susurro Estefany. Nos giramos a ella. — ¿De qué hablas mujer? &mda
Hudson — ¿Te estás escuchando? ¡Suenas como Al Capone! ¡No conocía ese lado de Mía pequeña Bennett! —sonríe orgulloso Caleb rodeándola con su brazo. —Aunque es muy peligroso, hay que tener cuidado. Sé debe y se puede hacer, solo si siempre controlamos hasta el más mínimo detalle… ¿Qué opinas, Hudson? Tengo a Jeff, es un hacker muy pero muy buscado por la CIA y el FBI, puede localizarnos en unos cuantos minutos a ese tal Santiago, hasta el color de su popis nos entrega—sigo impresionado por la mente de mi pequeña hermana. —Desde cuando mi…—el toque de la puerta nos alerta—Pase—digo dejando la tostada con mermelada que no he ni dado una mordida. &md