14 de febrero. Hospital. 17:45 p.m.
Mi pierna sigue temblando, el tacón de mi zapato suena como máquina de escribir antigua sobre la cerámica, mis uñas están hechas un asco por los nervios pero no me importaba. Ahora mismo nada me importaba. El momento del impacto y mi pequeña hermana en medio de la calle con sangre en la cabeza se seguían repitiendo como un castigo cósmico.
Llevaba como una hora rezando a todos, incluso hasta a los inexistentes. No podía pasar por esto otra vez, no podría vivir conmigo misma si pierdo a otra hermana por mi culpa, por mi descuido y por no haber sido más rápida para salvarla a tiempo.
La enfermera por fin se digna a salir de sala de urgencias.
—¿Familia Ruíz? —tanto mis padres, mi hermana y yo nos levantamos—. La niña está bien, no hubo hemorragia interna y tuvimos que sedarla para suturar la herida, tuvo una fractura en el radio por lo que tuvimos que enyesarle el antebrazo. Tendrá que quedarse esta noche para observaciones, unos días más para reposo y luego para la rehabilitación.
Mamá vuelve a romper en llanto mientras papá intenta consolarla, al mismo tiempo yo dejo salir la preocupación con un suspiro. La noticia, en vez de ser una tragedia griega como lo hace ver mamá, significaba que Julieth estaba fuera de peligro, que lo único que necesitaba era dormir. Tina a mi lado pensaba igual.
Poco tiempo después los padres de Tyler, Ángel, Gael, Elián y Owen—resumidos como TAGEO, la mini pandillita del vecindario—, han llegado con flores y obsequios pidiendo disculpas.
Mi hermana y yo sabíamos exactamente en lo que papá pensaba: demandarlos.
Aunque ellos solo hayan tenido un 10% que ver en lo que le pasó a mi hermana, el otro 90% estaba divido en tres partes: 5% mi culpa, 20% del hombre que conducía y se dio a la fuga, y el otro 65% de cierta personita que no quiero mencionar porque no vaya a ser que también, a parte de demonio, sea Voldemort.
Así se repartía la culpa, personalmente.
Claro está que papá no pensaba igual, la culpa era de todos los involucrados en el accidente de Julieth. Así que la responsabilidad ante las acciones de sus hijos los obligó a pagar los gastos del hospital y futuras terapias a mi hermana.
Ahora que lo pienso, a pesar de nuestra desafortunada vida nunca hemos pagado un solo centavo en la cuenta del hospital ya que alguien más era responsable de nuestra desgracia, generalmente los Stonw.
Ahora mismo las autoridades deberían estar en la búsqueda del irresponsable conductor, mas sin embargo, el verdadero causante del accidente de mi hermana aún no se dignaba a dar la cara.
14 de febrero. 8:30 a.m.
Respiro hondo cuando desde el espejo veo la habitación color pastel, cebras en las paredes y la pequeña cuna en medio de la habitación.
Me doy los últimos retoques con maquillaje, peino los pelitos marrones rebeldes de mi cola de caballo, acomodo el escote de mi blusa y subo aún más el pantalón a mi cintura dándole un efecto de avista.
Todo los días procuro vestirme frente al bebe, tiene que acostumbrarse a verme arreglándome porque en una casa llena de mujeres esto será lo más común para él. Mi pequeño Fabricio.
Apago la música de cuna dejando que el bodoquito duerma con la luz fluorescente y salgo de la habitación amarrando un casi perfecto lazo blanco en la perilla.
Para haber desayunado los restos de la pizza de anoche y haberme desvelado por la ansiedad de la cita, no estaba para nada mal, un poco ojerosa pero no creo que él se fije en eso.
Y con él me refiero a mi crush de casi dos años, Nick Adams. El nombre de la perfección en Rowling University y del primer chico que cumple con todos los requisitos de mi lista del chico ideal.
Meses de inquebrantable timidez y de llamar su atención de todas las formas posibles, aquí estoy, a minutos de mi gran cita con el castaño ojos grises que convierte en piernas mis gelatinas… no, esperen, así no era.
Toda esta ansiedad y nervios me daban unas felices ganas de vomitar, me sudan las manos y en la lista de nuestros futuros hijos se integran dos nombres más: José Daniel y Katherynne Sthephany.
La cita con Nick iba a ser en El Faro, un pequeño y poco conocido café que, a pesar de su anonimato, el ambiente iluminado y poco aglomerada, era el lugar ideal para una primera cita muy romántica.
Justo después de salir de mi casa, debí esperarme la emboscada de TAGEO, los condenados salieron de su escondite teniéndome acorralada, no podía ni correr a casa ya que Gael, el más salvaje del grupo, obstaculizaba la entrada con una escopeta de juguete llena de lo que quiero pensar es agua.
—Niños… —Intento modular pero la expresión de Tyler, el pequeño líder, hace que la garganta se me seque—. Por favor, se los ruego, déjenme en paz… hoy.
La parodia de la mini pandillita estaba a punto de volver a hacer de las suyas cuando de pronto, el rugido de una moto los detuvo. Dirigí mi atención a la casa de al frente.
¿Acaba de llegar? ¿De dónde?
«No te importa, Nadia.»
¿Estuvo con alguien?
«¡Eso tampoco importa!»
Se saca el casco azul dejando expuesta una mata espesa de cabello amarillo y mirada felina.
Aunque él no fuese su estúpido líder o incluso parte de su estúpida secta, TAGEO por alguna razón lo obedecían; no hacían nada sin su consentimiento.
Lo idolatraban.
«Como si llegar a ser un mentiroso y cínico fuera una hazaña.»
El pequeño Gael le muestra con orgullo el arma a Cirus, su traviesa y endemoniada mirada se clava en mí. Apoya los brazos en las manillas de la moto, relame el piercing de su labio antes de soltarme una torcida sonrisa.
—¿A dónde va la Mandrágora? —y para completar se le marcan los hoyuelos.
—¿Qué te importa?
La expresión de Cirus no cambia, su sonrisa seguía en el mismo lugar, hasta se podría considerar más endiablada. Se endereza y mira al diablillo líder.
«Mierda.»
Asiente con la cabeza y TAGEO voltea a verme.
«Ya valí.»
Justo antes de que hicieran quien-sabe-que, Julieth sale de la casa con su muñeca y en un parpadeo Tyler solo deja el polvo de su silueta y corre a donde mi hermana. De inmediato me da una punzada en mi instinto materno, justo encima de los ovarios.
—¿Últimas palabras? —preguntó, con un peculiar brillo es sus maliciosos ojos azules y una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Piedad?
Niega divertido.
—¿Algo más?
—Chace Brown la tiene más grande que tú.
Pero en lugar de molestarse, Cirus explota en una escandalosa carcajada que me hace rodar los ojos. Engreído de mierda.
—Ambos sabemos que es mentira.
Pues sí, ni siquiera sé cómo la tiene Chace y los rumores indican lo contrario.
En un último destello de esperanza observo a los mocosos. Tyler hablaba—o más bien, coqueteaba—con mi pequeña hermana, sus secuaces están quietos a la espera de alguna orden, no hacían nada si Tyler no lo hacía y lo vi como una señal del destino que el menor del grupo, Ángel, cruzara la calle y tirara del pantalón de Cirus para llamar su atención.
—¿Qué es lo que tiene más grande?
Tuve que morderme el labio para no reír.
Con Cirus incómodamente distraído, me grité a mí misma: « ¿Qué carajo haces ahí? Es tu momento de escapar e ir a donde el papucho de Nick y convencerlo de que el nombre Verónica es perfecto para una bebe.»
—¡Dámela! —frene en seco cuando oí la vocecita de mi Juji intentando alcanzar a Owen que corría con su muñeca.
El niño se la lanza a Tyler y yo una mirada a Cirus esperando que les diga algo.
«Boba de mí que espero su ayuda.»
—¡EY! —TAGEO se congela por el rugido y yo me quedo sorprendida por atender mi petición—. Pásamela.
El mocoso lo mira un poco molesto por acatar su orden. Tyler le da un empujón a mi hermana haciendo que pierda el equilibrio y caiga antes de lanzarle la muñeca a Cirus.
Corro a calmarla ya que está al borde del llanto; volteo furiosa a ver a Tyler y antes de que escape logro cogerlo del brazo. A este niño pelirrojo le hace falta unas buenas nalgadas, lástima que no se las puedo dar yo.
—Ven a buscarla.
El pecho me tembló.
Si los mitos griegos eran ciertos, eso sonó igual que un canto de sirena: ligero, suave, sensual a punto de hacerte delirar y totalmente peligroso.
Fue cuestión de microsegundos. Sin tiempo a reaccionar no pude lograr atrapar a Julieth antes de que corriera a buscar su muñeca sin haberse dado cuenta del carro que venía a toda velocidad.
14 de febrero. 21:53 p.m.Mama insistió quedarse en la noche con Julieth. Habíamos llegado con los ánimos por el suelo y mi sueño por tener una hermosa relación amorosa como solo Netflix me ha lavado el cerebro es echado a la borda cuando leo por séptima vez los mensajes de Nick.A la mañana siguiente esperaba un milagro para faltar a la universidad y quedarme en cama todo el día, pero cuando una radiante Tina salvaje entra a tu habitación y te levanta con el desayuno a la cama, te quita el sueño por completo por lo extraño que era todo eso, casi siempre estaba con su cara de: Eso no es muy renacentista, es más un victoriano prehistórico.Si no me supe explicar, es la cara que ponen los cerebritos cuando uno lanza un comentario inocente y ellos están ahí gentilmente dispuestos a demostrarte lo estúpido que eres.Algo en ella era raro. Algo en ella era más alegre, mas color de rosas. Algo en ella era menos Valentina y gritaba más un « ¡ERICK! »Lo compro
Iris está a nada de pegar la frente contra el pupitre. El chico de enfrente voltea a vernos cuando le quito la botella y ella le suelta un eructo.—¿Qué te metiste esta vez? —le susurro.—Un poquito de setas mágicas. —reprimo las ganas de martillear repetidas veces su cara con el piso porque aparte de estar borracha también drogada.—Se nota porque estas bien volada.Ruego porque no vomite. Son las diez de la mañana y ya tiene el cerebro fundido, intento espabilarla mientras yo lucho por no caer sobre mi escritorio; los parpados me pesan y no logro entender las palabras del profesor. Todo este sueño, este cansancio, tiene nombre y apellido. Estuve hasta muy tarde en la habitación de Julieth y Fabricio para que nada les pasara. La amenaza de Cirus rondaba una y otra vez en mi cabeza, me entró una especie de paranoia asfixiante que ni Jirafa—el gato de la casa—podía defenderlos a arañazos de la víbora de Stonw. Ni siquiera podía contarle a nadie de
3:07 a.m.Lancé la caja de cigarrillos a cualquier parte de la habitación, me tape la boca para no soltar el grito de impotencia y vomitar de los nervios.« Esto fue una mala idea. »Estoy agotada de tanto correr, de huir y de escabullirme para que Cirus no me descubra.Ser perseguida por un Stonw es igual o casi peor que te siguiese un demonio, para mí mala suerte fueron dos, a uno que se le acabó lo angelical cuando se vio descubierto.Si algunos de los dos me llegó a ver no se les haría difícil mandarme a prisión por, no lo sé, ocultar el cadáver de un gato en el jardín y sustituirlo por otro para que mi hermanita no se dé cuenta. Con la ley a su favor no se les haría complicado, para, nada.El recuerdo de lo que pasó esta noche me perseguirá por el resto de mi vida, lo que me obliga a callarlo hasta mi tumba, ni mostrando las fotos a la policía me creían ¿O sí?Apago el teléfono y lo lanzo en la cama, no me crearían de
17 de febrero.A donde quiera que fuéramos de lo único que se hablaba era del incidente que hubo noche.«Un trágico acontecimiento ocurrió en el vecindario de Sweet Gram en la calle 32, cuando la vivienda del ex oficial Harry González, fuese víctima de las llamas a la tres en punto de la madrugada con la viuda Abby Lee Müller dentro.El cuerpo de bomberos aun no identifica la causa que produjo tal infortunio, pero el departamento de policía inició una investigación y búsqueda del…»Tina apaga la radio. Conduce a la universidad tensa y yo a su lado con tristeza en el corazón por no ser de los que llamaron a las autoridades también. Si tan solo me hubiese quedado cinco minutos más espiando a Cirus el incendio no hubiera ocurrido. Tal vez, y puede que esté hablando el sentimiento de culpa, yo hubiera impedido el incendio.La pregunta que ahora todos se hacían era: ¿Qué pasará con la fortuna de los Gonzales? O ¿Quién comprará la mansión Müller? Cuando la qu
17 de febrero. Habitación del hospital.—¿Cómo te sientes, muñequita?—Quiero hacer popo. —bonita forma de empezar.Miro a Tina y ella me da la espada para desentenderse del asunto. Me hago cargo de Julieth mientras que la gorda floja hace su tarea en la camilla del hospital. Yo debería estar cuidando a Fabricio, no limpiándole el culo a mi hermana.—Cierra los ojos y extiende las manos. —le digo emocionada, pero ella se encoje en la almohada sin saber qué hacer, solo mirar el yeso que le inmoviliza el brazo.—Uy, perdón. —Tina se ríe, Juji extiende la mano sana y cierra sus ojitos marrones al tanto que yo depósito las gomitas de dulce que la ponen aún más contenta—. Es de parte de Iris y esto es para ti.—¡No quiero nada que tenga que ver con esa drogadicta! —se le eriza la piel.—Y tan bien que habla de ti fíjate. —guardo la caja de happy brownie.—La última vez que le acepte algo termine lanzándome a la piscina de la señora
A oído de terceros Iris se enteró que Cirus estaría en el club. «Ya sabemos por dónde le entra agua al coco» con razón insistía tanto en venir; eso significa que de nuevo estaré sola mientras ella se dedica a llamar su atención. Tina al darse cuenta de su intención torció los labios haciéndose la promesa de que si lo veía iba a agarrar un taxis y nos abandonaría. Dentro de la disco la gente voltea a vernos, pero las Ruíz sabemos que no es por nosotras sino por semejante modelito a nuestro lado con un entallado vestido verde, medias de red y tacones. Su look de chica mala siempre me sorprende. Su altura es perfecta, me saca una cabeza de diferencia, su cuerpo se desarrolló incluso mejor que el mío dándole ese efecto de reloj de arena mientras que yo a duras penas tengo forma, y desde que se cortó el pelo al estilo badboy las facciones de su cara se tornaron delicadas.Tina, para prevenir lo de la última vez, optó por jeans oscuro y camisa blanca de tiras finas
Siempre supe que algo no estaba bien dentro de la cabeza de Cirus, desde que lo vi sonreír aquella tarde antes de perder la memoria con la empujada que me dio hasta cuando por “accidente” ahogó a jirafa número uno, desde entonces la semilla del miedo hacia su retorcedura fue floreciendo mediante el pasar de los años. En Belmont High había rumores, sí, pero como todos eran descabellados y cualquiera con cinco dedos de frente se daría cuenta que eran inventados.Incluso yo, como su vecina y principal fuente de información para el periódico escolar, negué el rumor de que estaba enrollado con bandas criminales. Que ingenua al pensar que por ser hijo de policía no se iría al lado oscuro.Luego de ver el porte tétrico y orgulloso pisando la cabeza decapitada de un ser humano me empecé a cuestionar sobre todo, ¿ese es Cirus? ¿El verdadero Cirus, sin masc
Se dice que el mayor pecado de Pandora fue abrir la caja cuando en realidad fue su curiosidad. La misma que llevó a Troya a su destrucción mediante un lindo obsequio que creyeron inofensivo. Pero en mi vida, nada es inofensivo y mucho menos inocente. Mi curiosidad me condujo a su oscuridad, de la que tanto me advirtieron e igual quise ignorar. Sus amenazas eran claras y mi misión firme, tenía que proteger a mi familia porque sabía más que nadie que él cumplía con su palabra. «Un demonio sincero, eso sí se le puede aplaudir.» La palabra arrepentimiento dejó de existir para mí cuando di la cara al enorme precio que me tuve que enfrentar cuando descubrí el secreto que arrastraban. ¿Quieres una pista? El secreto es: Pecado y tentación en carne viva. Manipulación e inocencia pura. El secreto es una verdad oculta y riesgosa. La cual me impulsa a entrar más en ella. ¿Les cuento ahora yo un secreto? Ello