El rey Lycan arrepentido y su Omega rota
El rey Lycan arrepentido y su Omega rota
Por: Odunkun
Capitulo 1.

Capítulo 1.

Caminaba por el pasillo cabizbaja en dirección al despacho de Calen. Las criadas murmuraban a mis espaldas, eso no era algo nuevo para mí, pero aún así me seguían doliendo aquellos comentarios.

"¡Quién se cree que es! No es más que una descarada, una indecente, solo intenta seducir al Alfa..." Esos solo eran algunos de los comentarios que tenía la desgracia de escuchar todos los días.

Unos segundos después me encontraba parada en la puerta del despacho de Calen, me acerqué hasta la puerta pero Alexander el Beta de Calen me detuvo.

—Ahora no puede verte, Calen tiene una conversación importante y no puede recibirte en estos momentos—.

Asentí comprendiendo la situación pero no pude evitar sentir un pequeño pinchazo en el corazón.

Pensé en volver a mi dormitorio pero deseche esa idea de inmediato, todos los días a la misma hora debía presentarme aquí y por nada del mundo pretendía que él se enfadara conmigo.

Así que me di la vuelta y tome asiento en una silla frente a la puerta para esperar a que él terminara.

El silencio se sentía denso, pero no duró mucho. Calen apareció acompañado de una chica joven, esa mujer guapísima. Su pelo rubio le caía en ondas sobre los hombros y su sonrisa era tan encantadora que hasta a mí me costó dejar de mirarla, ambos reían y conversaban alegremente. Pero lo que de verdad me descolocó fue la cara de Calen. La miraba con aprecio y satisfacción, como si fuera un tesoro.

Camino junto a ella por el pasillo en dirección a la calle y está se agarró a su brazo dulcemente. Y de nuevo volví a sentir otro pinchazo en el corazón.

Seguí sentada allí como una tonta durante varios minutos, cuando estaba por irme él apareció de nuevo. Calen me miró con naturalidad y me hizo una seña para que lo siguiera.

Me levanté de la silla y lo seguí hasta el interior de su despacho.

Una vez dentro, cruzamos a la sala de descanso privada. Cerró la puerta con el cerrojo, se quitó la chaqueta sin decir ninguna palabra y me miró de esa forma que me dejaba sin aliento.

—Ven —fue todo lo que dijo.

Ya sabía lo que tenía que hacer, siempre era igual. Desabroché mi vestido y este cayó al suelo.

No dudé ni por un segundo. Me acerqué a él, dejándome envolver por sus besos, sus caricias, el calor que siempre me quemaba por dentro cuando estaba cerca. Éramos compañeros destinados. Nuestros cuerpos se reconocían, se buscaban, se necesitaban.

Sin embargo, de repente se escuchó la voz de aquella mujer del otro lado de la puerta.

—Calen ábreme por favor he olvidado comentarte algo importante...—

—Calen… —susurré nerviosa, tratando de apartarme, pero él no se movió ni un centímetro.

—Shhh —murmuró contra mi cuello, y sus movimientos se volvieron más intensos, más urgentes. Como si no le importara nada más que yo en ese momento.

—Calen, no me escuchas. ¿Calen te encuentras bien?—

—Calen, podríamos… —intenté de nuevo, sin fuerza.

Sumida en una espiral de deseo y confusión podía escuchar a Alexander intentando convencer a aquella mujer para que se fuera. Unos segundos después escuche el sonido de unos pasos alejándose y quise advertir a Calen pero él no me dejó. Por el contrario me sujetó fuertemente por la cintura, clavando sus ojos en los míos con una mezcla de autoridad y deseo.

—¡Concéntrate! —ordenó con voz grave.

Y lo hice. Porque cuando Calen me hablaba así, cuando me tocaba así… todo lo demás dejaba de importar. El tiempo se paraba, el mundo dejaba de girar y solo existíamos él y yo.

Acaricie con desesperación su tersa y desnuda piel, iba a quitarle el pantalón cuando me dí cuenta de que este ya estaba en el suelo. Calen me levanto del suelo y rompió mis braguitas, me llevo en brazos hasta la cama mientras no dejaba de besar mi piel desnuda consiguiendo que mi excitación subiera hasta su punto más alto.

Me miraba con lujuria, sus ojos brillaban por el deseo y eso me derretía.

Separo mis piernas y se introdujo de golpe en mi interior, sus movimientos no eran lentos, ni suaves pero si precisos y certeros.

Agarro con desesperación mi trasero y me embistió más rápido, más fuerte. Mi mente se nublo por el placer, me perdi en esa sensación, mis piernas temblaban, mi sexo palpitaba con desesperación. Necesitaba descansar un momento pero Calen no me dió ni solo segundo de tregua, me volteo y siguió embistiendo con más fuerza por detrás. Minutos después agarró con fuerza mi trasero dió un gruñido y sentí como se derramaba en mi interior.

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