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Ronald se detuvo, pero logró ocultar la jeringa, miró a Diana bastante sorprendido de verla ahí.—Diana…—¿Qué haces aquí, Ronald? —el hombre notó el recelo en la mujer.—Quise venir a ver como estaba Joaquín, lo hago por ti, tú me importas, ya te lo dije.Diana sintió un escalofrío, apuntó afuera, y ambos salieron.—No es buena idea que estés aquí, Ron, debes irte —dijo ella con firmeza, eso lo sorprendió, las sospechas ya estaban en su mente desde ayer.«Ella no recuerda a Joaquín, hice que le odiara, ¿Por qué parece que le importa? ¿Es que ese maldito amor nunca muere?», pensó con profunda desesperación.—Si èl muriera, ¿no sería lo mejor?Los ojos de Diana se abrieron enormes.—¡Cállate, Ron! —exclamó con rabiaEntonces, lo supo, algo pasaba entre Diana y Joaquín, ese hombre estaba reconquistando su amor, Ronald sintió que estaba muriendo de dolor.—¡Ese hombre mató a tus padres! Confesó su crimen en tu cara, yo estuve ahí, Diana, me enferma que no lo puedas recordar, ¡ese hombre
Cuando Diana se enteró de que Felicia iba a ser liberada, estaba muy enojada.—¡Si algo malo sucede, serás el único responsable, Joaquín! —exclamó apuntándoloÉl se veía agotado.—Diana, por favor, detente con esto… Entiende, ella es…—¡Sí! Lo sé, la madre de tu hijo. Me queda claro.Diana salió enfurecida, Joaquín se levantó de la cama, estaba adolorido, pero poco le importó, bajó la escalera, para ir tras Diana.—¡Diana, espera…!Ella se detuvo. Cuando vieron entrar por la puerta a Margot de la mano de Rodolfo.—Joaquín, me alegra verte bien.Joaquín recordó todo lo que pasó antes, miró al hombre con odio.—¡Suelta a mi hermana, ahora mismo!Rodolfo no soltó a Margot, en cambio, tomó su mano con más fuerza.—Joaquín… —dijo Margot con voz sorpresiva—. Joaquín, escucha, Rodolfo y yo…—No hay un tú y él, ¡entiende que él solo quiere vengarse de mí y te está usando a ti!Todos miraron a Joaquín como si estuviese loco.—¡¿Qué tonterías dices, Joaquín?! —exclamó Diana sorprendida—. ¿Por q
Margot salió y encontró afuera a Rodolfo, fue a su lado, subiendo a su auto.Ella parecía estar nerviosa y triste.Rodolfo tomó su mano.—¿Estás bien? —exclamó al verla en ese estado.—Sí, lo estoy.—Dime la verdad, ¿no estás segura de haber hecho esto? ¿Quieres volver?—Estoy segura, pero me dolió que Joaquín no me apoyara, siento que lo he perdido —dijo con sinceridadRodolfo besó su mano.—Tranquila, él lo aceptará, somos familia, lo prometo.Ella sonrió.—¿A dónde vamos?—A un hotel, ahí nos quedaremos, mañana temprano, iremos ante el juez, nos casaremos.Ella sonrió.El hombre siguió manejando, pero se detuvo al lado de un río.—¿Qué hacemos aquí?Él sonrió, había algo de ternura en su sonrisa.—Vamos, baja, ven conmigo.Margot aceptó, bajaron del auto y caminaron casi a la orilla del río.Era una noche casi mágica, ella observó la luna que se reflejaba sobre el agua.—¿Sabes que hay una palabra mágica para nombrar al reflejo de la luna en el agua?Él negó.—¿Cuál es?—Yakamoz.—S
—¡¿Venganza?! Margot no es una niña, ella eligió su destino, acéptalo, ¡no puedes retener a quien no quiere quedarse!Joaquín la soltó, sintió demasiada frustración.—¡Estoy salvando a mi hermana! ¿Quién eres, Diana? ¿Eres mi enemiga?Ella le miró con tristeza.Un guardia llegó.—¡Señor!—¡¿Dónde está mi hermana?!—La hemos encontrado en el registro civil, ella va a casarse con el señor Rodolfo Larson.Joaquín miró a Diana con rabia, y salió muy apresurado.Diana sintió miedo, salió deprisa, y ordenó que la llevaran tras de Joaquín, que se había marchado antes en un auto.Un chofer la llevó, siguiendo el auto de Joaquín.***Rodolfo y Margot esperaban su turno, pronto, el juez los llamó.Tenían a los testigos, eran personas que habían pagado y estaban en ese lugar.—Margot Andrade, ¿Aceptas a Rodolfo Larson como tu legítimo esposo?—Sí, acepto.—Rodolfo Larson, ¿Aceptas a Margot como tu legítima esposa?Rodolfo titubeó un segundo, Margot le miró con angustia, pero él sonrió.—Claro qu
Margot se levantó de la cama, sus ojos le miraban enormes, negó.—No, no es cierto, por favor, Rodolfo, ¿Qué estás haciendo?Él se acercó a ella, le mirò con tal odio que se estremeció.—¿Crees que iba a olvidar como tu hermano mató a mi padre? ¿Crees que es fácil olvidar su penosa y dolorosa muerte? ¡Dime! ¿Eres tan tonta para pensar que te amaría?Ella rompió en llanto.—¡Eres tan cruel! ¿Diana lo sabía?Rodolfo sonrió.—¡Responde! ¿Diana es tu cómplice?—No, sobre esto, no, Diana piensa que de verdad te quiero, pero ¿Qué diferencia hay? ¿No fue así como se burlaron tu hermano y tú de ella? ¿Acaso no sabías todo sobre el engaño a Diana?Ella bajó la mirada, las lágrimas rodaron por su rostro, asintió.—Lo supe, y supliqué a Joaquín que no le hiciera daño, juro que lo hice, ¡Joaquín juró que la amaba! Que se olvidaría de la venganza, ese dìa de la boda nos confesó que amaba a Diana y que la venganza había terminado, habló con tu padre, se perdonaron todo.—¡Cállate! Solo mientes, ere
Margot corrió sin dirección, no conocía ese lugar, se sentía perdida.Miró, a todos lados, solo vio un bosque a unos metros, corrió hasta ahí.¿Dónde estaba? ¿Era ese lugar el fin del mundo?Ahora ya nada le sorprendía, estaba convencida de que Rodolfo era capaz de lo que sea para lastimarla.Se adentró en el bosque, y escuchó sus gritos, muy cerca de ella.Se ocultó detrás de un árbol.Esperaba que el hombre se cansará de una vez y por todas y por fin escapar, pero no fue así.Rodolfo no se cansaba de buscarla.Margot lanzó un quejido, sintió un dolor en su pierna.Miró, a la serpiente, se congeló al instante, había mordido su tobillo.La vio alejarse y la mujer solo tuvo un instante, corrió desesperada.Lanzó un grito, de verdad dolía.Estaba cojeando, cuando Rodolfo cerró su camino y tomó su brazo.—¡¿A dónde demonios crees que vas?!Ella chilló.—¡Déjame ir! —exclamó adolorida.—¡Volveremos a casa!Intentó llevarla, pero notó que ella cojeaba.Vio su pie, notó la sangre, era evide
Diana golpeó el pecho del hombre con fuerzas, le miraba con odio genuino.Su mirada, sus palabras, dolieron màs que nada a Joaquín, quien detuvo sus manos para que se calmara, pero ella era como un fuego que ardía hasta quemarlo.—¡Diana, por favor! —exclamó—¡Eres un criminal!—¡No...! Escúchame, por favor. Pedí que detuvieran todo, pedí que quitaran ese explosivo, lo hice por ti, porque me enamoré, porque no quería màs venganza.—¡Murieron! Murió mi padre, mi madre, tantos inocentes y buenos, todos los que amé murieron ahí, ¿Por qué, Joaquín? Dices que te detuviste, pero ¿Por qué murieron?Joaquín bajó la mirada, se sentía tan roto.Sus ojos se volvieron cristalinos, el hombre derramó una lágrima, le dolía ver el dolor en la mujer que amaba, le dolía tanto decepcionarla, cuando estaba a punto de reconquistar su amor. La amaba, esa era su única verdad.—No lo sé, te juro que pedí que lo evitaran, lo ordené, no sé cómo todo acabó así.Intentó acercarse, y ella retrocedió.—No te creo,
Margot abrió los ojos, observó a ese hombre ahí, recostado al borde de la cama, a su lado, observó su pie vendado, adolorido.Los recuerdos vinieron a su mente, quiso levantarse, pero el dolor persistía.El hombre abrió los ojos de golpe.—¡¿Estás bien?!Margot le mirò con una rabia.—¿Qué dijo el doctor?—Estás bien, te pusieron el antídoto, pero, puedes tener fiebre, estarás débil por unos días, debo cuidarte.Margot comenzó a reír.—¿Tú? Preferiría estar con esa serpiente que contigo, tiene menos veneno que tú en el alma —espetó con rudezaEl hombre se quedó sin palabras, rodó los ojos.Se sentó en la misma silla, al lado de la cama.—Descansa un poco más, es temprano.Ella le miró con desprecio.—¡Quiero irme!—No te irás a ningún lado, Margot, ¡eres mi esposa! Tu lugar, de ahora en adelante, es a mi lado, soy tu marido.Ella no podía creer lo que èl decía.—Entonces, esta es tu venganza; ¡qué cobardía! Elegiste a la tonta de la familia, ¿no tuviste los pantalones para enfrentarte