—Tu perdón no es suficiente, ¡lastimaste a una inocente! ¿Tienes algo de arrepentimiento?

El hombre no pudo evitar derramar lágrimas.

—¡Sí! ¡Estoy arrepentido! Tan arrepentido, ahora que lo sé todo, estoy desesperado, me arrepiento hasta la médula, si pudiera cambiarlo todo.

El hombre frunció el ceño.

—¿Qué dices?

—Sé que no mataste a mi familia, sé qué tenías esa intención, pero la bomba no la detonaste tú.

—¡¡Le juré a Diana muchas veces que no fui yo! Sì, quise hacerlo, pero me arrepentí, porque me enamoré, el amor me cambió, y sé que suena a un cliché barato, sé que suena absurdo, pero de verdad, ¡me arrepentí!

Rodolfo hundió la mirada.

—¡Lo sé! Porque sé quién es el verdadero culpable.

—¡¿Quién?! —exclamó Joaquín desesperado, esa información siempre quiso saberla, pero nunca pudo—. ¿Acaso fue la mafia?

—¡No! Fue algo peor, ¡Fue Ronald!

Los ojos de Joaquín se abrieron enormes, ahora todo tenìa sentido, por ese motivo Rodolfo quiso matar a ese hombre.

Joaquín apretó sus puños, hubie