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Pilar soltó un quejido, y rompió en llanto, ante la vista de los niños, Diana, Margot y la niñera.—¡¿Qué está pasando aquí?! —exclamó Joaquín entrando rápidamente a la casa, ya que Diana entró antes, casi desesperada.—¡Está mujer! ¿Por qué la trajiste, Joaquín? ¡Me ha golpeado, es una lunática! Debe irse, es mala mujer.—¡Mamita! —exclamaron los mellizos casi al mismo tiempo.Diana mirò a los pequeños, sus ojos se iluminaron como dos lunas llenas, se puso de cuclillas, para mirarlos bien, eran hermosos, con cabellos dorados como los suyos y ojos verdes como los de su padre.—¡Opal, Ónix! —ella abrió los brazos, y los niños se arrojaron a ella con intensidad.—¡Mamita, mamita! Volviste, mami, te hemos extrañado mucho —dijo Ónix.Las lágrimas rodaron por los ojos de Diana, los abrazó con fuerza, sintiendo cómo su corazón latía. Quería abrazarlos por la eternidad, ¡eran sus hijos y apenas los conocía!—Mami, ¿ya nunca te irás? —exclamó Opal, acunando su rostro con sus manitas.Diana so
Pilar pasó a un lado de Diana, quien parecìa indiferente; era como si esas palabras no le causaran ni un atisbo de dolor.—Lo siento, Diana.—¿Tan mala mujer fui o soy?Joaquín se acercó a ella, estaba tan cerca, acunó su rostro, su cercanía la hizo sentir ansiosa.—No, eres la mejor mujer que conocí en mi vida, eso nunca cambiará.Por la noche, luego de la cena, Diana llevó a los niños a dormir a su habitación.Les leyó un cuento, los niños eran tan felices, ella los arropó.—Mami, ¿mañana que despertemos? ¿Estarás aquí?Diana sonriò ante sus preguntas, pero sintió una punzada de tristeza al ver de dónde provenían sus miedos.—Estaré aquí, mientras Dios me preste vida, nunca me alejaré, no volverá a pasar, mamá, lucharé contra viento y marea para estar siempre con ustedes.Los niños sonrieron, cerraron los ojos, se quedaron dormidos.Ella fue a la habitación donde le indicaron que era la suya.Al entrar, se sentó al borde de la cama, vio a Joaquín salir del baño y se asustó.El homb
Joaquín tomó la almohada, su rostro cambió a una mirada defensiva.—¿Quieres matarme?Por un segundo sus miradas conectaron, casi como si se estuviese escudriñando.Ella negó, moviendo su cabeza de un lado a otro.—Quería acomodar tu cabeza, parecías incómodo…Solo un segundo, Joaquín volvió a la realidad, Diana solía hacer eso cuando llegaron a dormir juntos, èl sonriò.—Yo, lo siento, no sé qué pensé.Ella acomodó la almohada en su cabeza.—Lo siento, mis palabras son agresivas, no sé qué sucede con mi cabeza —dijo Diana recostándose a su lado.—Diana —dijo mirándola de reojo con intensidad—. ¿No recuerdas nada? ¿Dónde estuviste estos años?Ella le miró.—Solo recuerdo a Nonny, ella me cuidó, pero, no recuerdo donde está.—¿Nonni?—Sì, es una anciana, ella me cuidó, pero no sé dónde hallarla, luchó por recordar, pero… —dijo tocando su cabeza, y cerrando los ojos, como si luchara.Joaquín tomó su mano.—Duerme, olvida todo y descansa, lo necesitas.Ella obedeció, le dio la espalda y c
Joaquín la miró confundido, se acercó a ella, hasta estar cerca de sus labios.—La única mujer que he amado y amo, eres tú, Diana.Él besó sus labios, fue un beso lento, que fue interrumpido por los gritos de los niños.—¡Mamita!Diana se levantó enseguida y cargó a Opal y luego a Ónix dándoles dulces besos, los sentó en las sillas y trajeron el desayuno.Margot llegó justo después.Se sentó con ellos, y desayunaron.—Margo, hermanita, ¿puedes hacerme un favor?Margot asintió.—Lo que sea, ¿Qué necesitas?—Puedes llevar a mi esposa a comprar un vestido para la cena de hoy.Margot sonrió, asintió.—Claro que sí, lo haré.***Pilar estaba furiosa, llamó por teléfono a Felicia.—Hija, habrá una fiesta hoy en la mansión, Joaquín reunirá a sus socios y amigos para informar que su esposa regreso.—¡¿Qué?! ¡Él no puede hacerme esto! ¡No puede! Será demasiado vergonzoso, Pilar, ¡ayúdame!Pilar pidió un momento, una empleada le indicó que Margot y Diana fueron al centro comercial.—Felicia, es
Rodolfo tomó la mano de Diana.—¿Estás segura de que estás bien con ese asesino?Diana sintió dolor al escuchar esas palabras.—Estaré bien, no te preocupes. Joaquín Andrade no me matará.—Diana, recuerda el objetivo, debes llevarte a tus hijos, y debemos demostrar que Joaquín Andrade es el asesino de nuestro padre y la familia Larson.Diana asintió muy despacio.—Lo haremos.—¿Sabes? Me asusté terrible cuando supe que llegaste al hospital. Pensé que estabas mal.—Estoy bien, Rodolfo, dile a Nonny que la quiero, pronto conocerán a mi hijo.Rodolfo la mirò con ojos angustiados—Tengo miedo, Diana, quisiera estar cerca de ti.Diana dudó.***Margot buscaba a Diana por la tienda, estaba preocupada, a punto de llamar a Joaquín, pero, ¿Qué le diría? ¿Cómo le diría que perdió a su esposa, otra vez?—¡Margot!Margot sintió un alivio al escuchar la voz de Diana.Corrió hacia ella.—¿Dónde estabas? ¡Me asusté!—Yo… vi un vestido en la boutique de enfrente, quería verlo, pero decidí quedarme con
Diana intentó soltar la mano de Joaquín, estaba molesta, pero el hombre aún apretó su mano, impidiendo que ella se alejara de èl.—¡Vete de aquí, ahora mismo, Felicia!Felicia mirò alrededor, sus ojos se volvieron llorosos, estaba siendo humillada por el hombre que amaba tanto, había luchado por años para conseguir que su suegra la quisiera, y màs para conseguir que Joaquín siquiera sintiera un poco de cariño y la tomara en serio.Saber que iba a perder todo, que el hombre màs codiciado por las mujeres ya no sería suyo, era un fracaso que no quería aceptar.Felicia perdió la razón, y se abalanzó hacia Joaquín, intentó besar sus labios, y lo logró.Diana se alejó, mirándolo con severidad, mientras el hombre alejó a Felicia.—¡Felicia!Cuando Joaquín mirò atrás, Diana entraba a casa.—¡Maldición, Felicia! Entre tú y yo ya no hay nada, debes irte, ¡saquen a esta mujer de aquí!Unos guardias lucharon por alejarla, pero la mujer estaba fuera de sì.—¡Me cambias por una embustera! ¡Me cambia
Diana intentó escapar de Joaquín, pero era tarde, él la atrapó de nuevo en sus brazos.El hombre tenía una mirada severa, rabiosa, cargada también de dolor.—¿Qué dices, Joaquín?—¡Hablo de tu amante! ¡¿Lo negarás?!Ella tenía un gesto como un ciervo a medianoche entre los faros.Joaquín se sintió insultado. Tomó el teléfono y le mostró las imágenes.Diana se quedó de piedra, había creído ser más lista que los guardias de Joaquín, pero nunca pensó tener a su propio paparazzi ahí.Tragó saliva al ver el rostro del hombre.—Yo...—¿Huiste con otro hombre, Diana?Ella le miró con sorpresa.—¡No!—¡No me mientas! —exclamó—No hui con nadie, vienes y reclamas, pero, tú sí que estuviste con otra mujer, yo no te lo estoy recriminado.Él se acercó furioso.—¿Es eso una justificación?Ella negó, él la tomó y la llevó a la cama, ella no pudo escapar, cuando cayeron ahí.Sus miradas se encontraron, él estaba muy cerca de su rostro.—¡Dime! ¿Quién es ese hombre?—¿Por qué te importa tanto?—¡Maldi
Al día siguiente.Joaquín estaba vistiéndose, Diana recién despertó, sus ojos parecían cansados, no era para menos, ayer había dormido muy poco.Èl la escuchó llorar, era un llanto muy lento y silencioso, como si no quisiera ser descubierta.Diana fue a vestirse, no le dirigió una sola palabra.—Te veo en el jardín, desayunaremos y luego, iremos a buscar al tal Rodolfo Larson.Joaquín salió y cerró la puerta de un portazo, se notaba que aún estaba furioso.Diana tocó su pecho, no tenìa como comunicarse con Rodolfo.«¿Y si le hace daño?», pensóTuvo miedo, pero decidió tentar a su suerte, no tenìa màs remedio.Una vez vestida, bajó la escalera, y encontró a sus hijos y a Joaquín en el jardín, desayunaron en silencio, Margot se unió, todo parecìa paz.Hasta que Pilar bajó, estaba molesta y lanzó unas fotografías sobre la mesa en el lado de Diana.—¡Hipócrita, zorra! ¿Cómo te atreves a regresar como la señora Andrade, cuando abandonaste a tus hijos por un hombre?Los niños comenzaron a l