CAPÍTULO 6.
Los rayos del sol fueron los que no me dejaban dormir y me daba pereza levantarme a cerrar las cortinas.
El amor no me daba buena espina, aunque a veces necesitaba ser amada y amar. No quería ponerme a pensar en el amor en plena mañana. Seguía pensando de la historia de Carl. Me senté en la cama, refregandomé los ojos y vi la solitaria cama.
Eso me hizo reír en silencio.
Me coloque una sudadera gris que llevaba puesto la noche anterior y que me llegaba hasta por arriba de las rodillas, me dirigí hacia la ventana y se me dio por mirar la ventana de James, quien aún se encontraba cerrada. Seguro estaba molesto conmigo.
Alguien golpeó la puerta, haciéndome sobresaltar.
Fui directo a la puerta, retirando la silla que cumplía la función de barra para que nadie se atreviera a pasar. La misma rechinaría si eso pasara.
Abrí la puerta, echándole un vistazo a mi cabello, que
Era tan sencillo caer en las tentadoras propuestas de James y tan difícil salir de ellas. Lo único en lo que pensaba era que aquello me podría catapultar al éxito en cualquier universidad que eligiera, él tenía mi futuro en sus manos y yo me ocuparía de utilizarlas a mi favor. —No pretendo ningún tipo de relación personal y no pretendo tampoco llegar a sentimientos profundos. Si eso ocurre, te desearía buena vida, Alma—me dijo él, revolviendo su café y asi llevárselo a la boca, sosteniéndome la mirada. —Creí que éramos amigos—le recordé, extrañada. —Pasamos a un nivel más alto que eso Alma ¿no crees? Asentí con lentitud, en silencio. —Este tipo de relación…¿implicará follar? Por poco se ahoga con el café, y se recuperó rápidamente, mirandomé con sorpresa. Me dio gracia aquella reacción por mi culpa. —Debo admitir que esa palabra saliendo de tu boca suena tan dulce y delicada que podría escucharla todo el día—soltó, son
Cuando soltó eso me hubiese gustado reaccionar de una forma más madura y calmada posible, pero aquella noche no fue la excepción. Entré dando pasos agigantados a su maldito lujoso apartamento, con los brazos en jarra y lanzarle lo primero que tenía sobre su cabeza. No, eso sería violencia y yo no era alguien violen…retiré la idea al recordar la bofetada merecida que le di a Merry aquella tarde cuando la muy descarada se presentó en la puerta de mi casa. Intenté pensar en otra cosa, como la decoración del apartamento. Demonios, que bonito era el apartamento de James: ventanales con una vista fascinante de la noche que prometía lluvia, piso de madera con barniz, sillones oscuros alrededor de una mesa de living pequeña, el último televisor colgado. Una isla de fondo que dividía la cocina lujosa y música tranquila sonando de fondo. —Es la primera y última vez que te preguntaré esto ¿te la follaste? —le pregunté, de hito en hito. James
Me latia con fuerza el corazón, de forma desembocada que tenía miedo de que se saliera de mi pecho. Su cuerpo irradiaba un calor anormal pero excitante que no tardó en pegarse al mío al instante. Sus dedos enredados en mi cabello, besándome todo el rostro y yo lo imitaba, tratando de satisfacer la sed del otro. Era un momento que deseaba que durara para siempre. Sus labios me estaban lanzando a un trance del que seguro no saldría nunca mientras la música era lejana pero fiel compañera. Mi vista se nubló, sólo me dejaba llevar por los sentidos. Cuando me di cuenta, me había llevado a su habitación y lanzada cuidadosamente sobre su cama de finas sabanas que no tardaron en erizarme la piel. Lo vi, al pie de la cama, desabrochando su camisa de una forma eterna. Cada segundo era una eternidad, lo único que deseaba era tenerlo dentro mío. Entonces, ante mi quedó aquel vientre y pecho inflado salpicado de pecas. Un verdadero hombre ante mis ojos, y bendecida por t
James tenía contactos que estaban relacionados a la administración de la universidad más prestigiosa de Seattle, es por eso que instalarme fue tan sencillo como chasquear los dedos. El dinero no era lo más importante del mundo, pero si podías hacer cosas maravillosas con él. Sabía que pedirle a James que costeara la universidad sería algo descarado de mi parte, pero necesitaba avanzar y él era el último escalón que necesitaba para llegar a mi sueño. Le estaría agradecida toda la vida, eso no se discutiría jamás. Llenar papeleos, mudarme e instalarme y comprar algunos libros para empezar a estudiar antes de tener mi primer día me llevó exactamente dos semanas y el comienzo de una tercera. Las citas con el psicólogo me ayudaban y me vio bastante entusiasmada, eso era alentador tanto para mí como para él. Quizás aferrarme a aquella nueva oportunidad era lo que necesitaba, aunque ahogarme en ella era lo que temía. Coloqué el último libro en un est
El teléfono de James empezó a sonar y la llamada se reflejó en el tablero digital. El nombre de Merry figuraba en él. Miré hacía la ventanilla, tratando de que no se me notara el enfado en mi rostro. James atendió, relajado. Supuse que no tendría nada que esconderme, sino la hubiera atendido por privado. —Hola Merry ¿ocurrió algo en relación con la oficina? Recuerda que a esta hora no recibo llamadas de nadie. —Hola James ¿está contigo Alma? Sólo quiero saber eso, no volveré a molestarte, precioso—su voz chillona me taladró la cabeza, pero no me centré en eso, sino en que había preguntado por mí. Precioso, ella le decía precioso. Maldito Gollum. James me miró, sin decir una palabra ya que su gesto fue: ¿Le digo que estás conmigo o no? Rodeé los ojos, sintiendo que aquella noche prometía ser la peor. —Y vuelves a joderme y a tocarme las pelotas, Merry —le dije, finalmente. —Vete al diablo. Sólo quiero recordarte que no te hagas
Fui la primera en despertar. Billie, mi compañera de cuarto, seguía durmiendo plácidamente y cada tanto la veía sonreír debido a algún sueño que yo desconocía. El sol del amanecer ingresaba por la ventana, y las imágenes de la noche anterior con James comenzaron a golpearme a medida que iba despertándome. Eran las ocho de la mañana, me sorprendí, ya que no era habitual en mí despertarme tan temprano. Fui al baño, me lave el rostro, cepillé mis dientes y me di una ducha larga. Con la toalla en mi cabeza, me puse unos vaqueros azules ajustados y una camiseta blanca de manga corta. Cepillé mi cabello mientras me miraba al espejo. El cuarto de baño de la habitación era pequeña, sin demasiado detalle y sencilla. Ducha, inodoro, etc. Tomé uno de mis libros del curso de ingreso para adelantar algo, mis plumones y me encaminé hacia la biblioteca que quedaba en la última planta. Antes de subir, cuando estaba a punto de subir un escalón, pensé que aún
—Merry se obsesionó conmigo. Antes éramos buenas amigas en el orfanato, hasta que sus sentimientos hacia mí cambiaron. Recibía cartas suyas por debajo de la puerta de mi habitación, me esperaba a la salida de la escuela y empezó a alejar a los chicos que me gustaban sólo porque quería tener para ella —le conté, con un nudo en la garganta—. Literalmente se ocupaba de alejarme de las personas que quería, incluso de mis amigas de la escuela bíblica a la que asistía junto con otros adolescentes. Fue un calvario el cual no quiero recordar. Más de una noche encontraba a Merry oliéndome el cabello o mirándome dormir. Tuve que empezar a cerrar la puerta con llave, se lo pedí a una hermana que nos amparaba a todas las muchachas.James se apartó, sorprendido y sin dejar de prestarme atención. —Todo se fue a la mierda cuando una noche me olvidé de cerrar la puerta con llave, y me desperté al ver que estaba manoseándome los pechos —recordé, mirando algún punto del pasillo a oscur
Cuando salí de la ducha, Adam se encontraba ya acostado y apunto de dormir. El silencio del campus era tan relajante como inquietante. Apenas me vio me clavó los ojos y yo me sentí incómoda. Así que hice de cuenta no haberlo visto y me acosté en mi cama.—A veces puedes follar con una persona fija sin estar en una relación formal—le dije, porque sabía que tenía la intención de seguir husmeando en mi vida.—Sí, yo también suelo follar con mujeres muy seguido y no tengo nada con ellas.—Me mentiste—le dije, mientras acomodaba mi almohada para luego colocarla detrás de mi cabeza.—¿Eh?—Me mentiste—le repetí—, me dijiste que yo fui la primera mujer con la que estuviste.Adam humedeció sus labios y su rostro se puso como el de un tomate.—Pude haberme acostado con otras mujeres después de ti ¿no crees?—Por supuesto que lo creo. Eres un chico muy apuesto.—¿De verdad lo crees, Alma?Asentí con una pequeña sonrisa y él