El teléfono de James empezó a sonar y la llamada se reflejó en el tablero digital. El nombre de Merry figuraba en él. Miré hacía la ventanilla, tratando de que no se me notara el enfado en mi rostro.
James atendió, relajado. Supuse que no tendría nada que esconderme, sino la hubiera atendido por privado.
—Hola Merry ¿ocurrió algo en relación con la oficina? Recuerda que a esta hora no recibo llamadas de nadie.
—Hola James ¿está contigo Alma? Sólo quiero saber eso, no volveré a molestarte, precioso—su voz chillona me taladró la cabeza, pero no me centré en eso, sino en que había preguntado por mí.
Precioso, ella le decía precioso. Maldito Gollum.
James me miró, sin decir una palabra ya que su gesto fue: ¿Le digo que estás conmigo o no? Rodeé los ojos, sintiendo que aquella noche prometía ser la peor.
—Y vuelves a joderme y a tocarme las pelotas, Merry —le dije, finalmente.
—Vete al diablo. Sólo quiero recordarte que no te hagas
Fui la primera en despertar. Billie, mi compañera de cuarto, seguía durmiendo plácidamente y cada tanto la veía sonreír debido a algún sueño que yo desconocía. El sol del amanecer ingresaba por la ventana, y las imágenes de la noche anterior con James comenzaron a golpearme a medida que iba despertándome. Eran las ocho de la mañana, me sorprendí, ya que no era habitual en mí despertarme tan temprano. Fui al baño, me lave el rostro, cepillé mis dientes y me di una ducha larga. Con la toalla en mi cabeza, me puse unos vaqueros azules ajustados y una camiseta blanca de manga corta. Cepillé mi cabello mientras me miraba al espejo. El cuarto de baño de la habitación era pequeña, sin demasiado detalle y sencilla. Ducha, inodoro, etc. Tomé uno de mis libros del curso de ingreso para adelantar algo, mis plumones y me encaminé hacia la biblioteca que quedaba en la última planta. Antes de subir, cuando estaba a punto de subir un escalón, pensé que aún
—Merry se obsesionó conmigo. Antes éramos buenas amigas en el orfanato, hasta que sus sentimientos hacia mí cambiaron. Recibía cartas suyas por debajo de la puerta de mi habitación, me esperaba a la salida de la escuela y empezó a alejar a los chicos que me gustaban sólo porque quería tener para ella —le conté, con un nudo en la garganta—. Literalmente se ocupaba de alejarme de las personas que quería, incluso de mis amigas de la escuela bíblica a la que asistía junto con otros adolescentes. Fue un calvario el cual no quiero recordar. Más de una noche encontraba a Merry oliéndome el cabello o mirándome dormir. Tuve que empezar a cerrar la puerta con llave, se lo pedí a una hermana que nos amparaba a todas las muchachas.James se apartó, sorprendido y sin dejar de prestarme atención. —Todo se fue a la mierda cuando una noche me olvidé de cerrar la puerta con llave, y me desperté al ver que estaba manoseándome los pechos —recordé, mirando algún punto del pasillo a oscur
Cuando salí de la ducha, Adam se encontraba ya acostado y apunto de dormir. El silencio del campus era tan relajante como inquietante. Apenas me vio me clavó los ojos y yo me sentí incómoda. Así que hice de cuenta no haberlo visto y me acosté en mi cama.—A veces puedes follar con una persona fija sin estar en una relación formal—le dije, porque sabía que tenía la intención de seguir husmeando en mi vida.—Sí, yo también suelo follar con mujeres muy seguido y no tengo nada con ellas.—Me mentiste—le dije, mientras acomodaba mi almohada para luego colocarla detrás de mi cabeza.—¿Eh?—Me mentiste—le repetí—, me dijiste que yo fui la primera mujer con la que estuviste.Adam humedeció sus labios y su rostro se puso como el de un tomate.—Pude haberme acostado con otras mujeres después de ti ¿no crees?—Por supuesto que lo creo. Eres un chico muy apuesto.—¿De verdad lo crees, Alma?Asentí con una pequeña sonrisa y él
Llorar en el baño público de un bar no resultaba ser lo más satisfactorio. Estaba destrozada. No sabía si había hecho bien. No sabía si estaba encaminada a lo que era considerado bueno. Yo quería a James y ahora estaba allí, llorando cómo una imbécil por un hombre que sólo me quería para su compañía. Un hombre al que no podía enamorar por alguna extraña razón. La divinidad ahora venía a decirme a gritos que no me metiera con él. El peligro era de lo que siempre trataba de escapar luego de intentar suicidarme. Pero James…que difícil era alejarme de James.Temía que él estuviera ligado al inframundo. No quería aceptarlo. Pensé en otra cosa. Pensé en mi corazón roto y el llanto en el baño de un bar. Sentía las lágrimas saladas sobre mis labios y cómo estás se deslizaban por la nariz. Alguien tocó la puerta del cubículo en donde estaba, provocándome un sobresalto espantoso. —¿Alma? ¿Estás allí o te ha agarrado la cagadera? —bromeó Ana, con tan buen áni
Me observé en el espejo. Me recogí el cabello en un moño flojo que caía con bucles en las puntas sobre mi hombro. Opté por un vestido color pastel que compré en una tienda que no estaba demasiado lejos del campus. La universidad no estaba tan lejos del centro de Seattle, y eso era favorable porque cada vez que necesitaba algo para una ocasión, las tiendas estaban abiertas a la mañana.Por lo que calculaba, James pasaría a recogerme a la una de la tarde, así que sólo me quedaba una hora para alistarme. Si lograba hacerlo, marcaria mi propio récord. Entre el maquillaje, el peinado y colocarme los zapatos, terminé a tiempo.El vestido color rosa pastel tenía tirantes finos, un delicado escote en V, un cinturón de oro que rodeaba mi cintura y la parte baja tenía volados muy bonitos. Apenas lo vi en la vidriera me enamoré perdidamente de él.M
Una enorme carpa blanca estaba en el medio de un jardín impresionante. La fiesta era en un enorme salón al aire libre y habían elegido como sitio el alrededor de las plantas, árboles y flores de colores que pronto estarían por morir por el comienzo del otoño.Había un montón de globos con tonos claros en la entrada del jardín, mesas redondas de vidrio con decoración floral en el centro. Había muchos camareros que se movían de aquí a allá, con sus vestimentas de pingüino. En el centro del jardín había una gran alfombra roja hasta un precioso altar con una preciosa mesa larga de mantel blanco y un arco con flores artificiales. En un extremo del espacio había una barra donde se servían bebidas y había varias mesas con diversas comidas e incluso una cascada de chocolate.Los invitados iban llegando de a poco, con sus regalos y trajes y v
Decir que estaba destrozada era poco. Me había quedado helada, mi cuerpo temblaba y mi respiración era trabajosa. No quería creerlo, él no me haría una cosa así, no después de todo lo que habíamos vivido. No quería creer que James me lastimara de esa forma. No con mi estado mental en juego. No así, por favor. El rímel se había corrido por debajo de mis ojos, como una lluvia negra que manchaba mi rostro hasta la mitad de mis mejillas. Mis ojos, rojizos por el llanto y mi corazón, terminado de ser destruido. La ira, carcomiéndome las ideas para que pase por alto lo ético y lo moral y vaya hasta la mesa donde James está sentado y darle la bofetada de su vida. Todo se sentía como un plan bien hecho, bien calculado y yo como idiota no había logrado ver la película completa. Abrí la llave del lavamanos y me inclinó para lavarme el rostro más de la cuenta, con la intención de que el agua me calme, que me refresque. Pero el llanto se hacía cada vez más fuerte, imposible de o
Miré a James, perpleja. Palidecí y titubeé varias veces, no siendo capaz de formular palabra por más que lo intentara. Intentaba buscar las palabras correctas, las palabras exactas para aquel momento, pero no era posible.James, sin embargo, esperaba oír una respuesta que escapara de mis labios sonrosados. Ambos estábamos en las penumbras y la luz de emergencia azulada se había encendido de golpe, creando un ambiente algo apagado que no nos importó en absoluto ya que estábamos en nuestro propio mundo. El agua de la ducha seguía corriendo, ruidosa y tibia sobre nuestros cuerpos. James se apartó y pegó su espalda contra la pared, con el cuerpo desnudo, mirándome, esperando una respuesta. Tuve que concentrarme fuertemente en su rostro y no desviar la mirada hacia sus partes íntimas. Parecía no importarle estar desnudo frente a mí. Tragué saliva. —¿No me amas? ¿Por eso no respondes? —apretó los labios y se echó el cabello mojado hacia atrás con ambas manos, frus