Una enorme carpa blanca estaba en el medio de un jardín impresionante. La fiesta era en un enorme salón al aire libre y habían elegido como sitio el alrededor de las plantas, árboles y flores de colores que pronto estarían por morir por el comienzo del otoño.
Había un montón de globos con tonos claros en la entrada del jardín, mesas redondas de vidrio con decoración floral en el centro. Había muchos camareros que se movían de aquí a allá, con sus vestimentas de pingüino. En el centro del jardín había una gran alfombra roja hasta un precioso altar con una preciosa mesa larga de mantel blanco y un arco con flores artificiales. En un extremo del espacio había una barra donde se servían bebidas y había varias mesas con diversas comidas e incluso una cascada de chocolate.
Los invitados iban llegando de a poco, con sus regalos y trajes y v
Decir que estaba destrozada era poco. Me había quedado helada, mi cuerpo temblaba y mi respiración era trabajosa. No quería creerlo, él no me haría una cosa así, no después de todo lo que habíamos vivido. No quería creer que James me lastimara de esa forma. No con mi estado mental en juego. No así, por favor. El rímel se había corrido por debajo de mis ojos, como una lluvia negra que manchaba mi rostro hasta la mitad de mis mejillas. Mis ojos, rojizos por el llanto y mi corazón, terminado de ser destruido. La ira, carcomiéndome las ideas para que pase por alto lo ético y lo moral y vaya hasta la mesa donde James está sentado y darle la bofetada de su vida. Todo se sentía como un plan bien hecho, bien calculado y yo como idiota no había logrado ver la película completa. Abrí la llave del lavamanos y me inclinó para lavarme el rostro más de la cuenta, con la intención de que el agua me calme, que me refresque. Pero el llanto se hacía cada vez más fuerte, imposible de o
Miré a James, perpleja. Palidecí y titubeé varias veces, no siendo capaz de formular palabra por más que lo intentara. Intentaba buscar las palabras correctas, las palabras exactas para aquel momento, pero no era posible.James, sin embargo, esperaba oír una respuesta que escapara de mis labios sonrosados. Ambos estábamos en las penumbras y la luz de emergencia azulada se había encendido de golpe, creando un ambiente algo apagado que no nos importó en absoluto ya que estábamos en nuestro propio mundo. El agua de la ducha seguía corriendo, ruidosa y tibia sobre nuestros cuerpos. James se apartó y pegó su espalda contra la pared, con el cuerpo desnudo, mirándome, esperando una respuesta. Tuve que concentrarme fuertemente en su rostro y no desviar la mirada hacia sus partes íntimas. Parecía no importarle estar desnudo frente a mí. Tragué saliva. —¿No me amas? ¿Por eso no respondes? —apretó los labios y se echó el cabello mojado hacia atrás con ambas manos, frus
Alma se refugiaba con la idea de que su madre era la misma Afrodita cuando la soledad la visitaba en medio del orfanato SantaMaria. Una diosa de un viejo mito griego que había logrado leer en una visita a la biblioteca pública junto con otros niños. La única fotografía que tenía de su madre cuando fue abandonada, era similar a como se describía a Afrodita en aquel mito. Era una diosa de la belleza particular, esta nació siendo mujer, su tez y toda su piel era pálida, lechosa, y se la representaba conel cabello largo y ondulado la mayoría de las veces, ataviada con una túnica de seda blanca y con un cinturón que le hacía resaltar más sus caderas y los senos.Era tan hermosa que todo aquel podría caer a sus pies, rendidos y enloquecidos.Cómo la imagen del rostro de su madre era similar a comodescribíana Afrodita
CAPÍTULO 1.Lo importante de esto es que siendo bebé fui abandonada en un orfanato de Seattle; y que dieciocho años después me dejaron a mi suerte. Pero claro, tuvieron la benevolencia caritativa de otorgarme un apartamento con un año de renta pago. Luego de eso debería sobrevivir por mi cuenta; sin estudios universitarios, sin nada ni nadie.Abandonada a mi suerte, y con cierto desapego del Estado, conseguí el puesto de mesera de un bar una tarde de verano, prácticamente le pedí de rodillas al dueño que me diera empleo. Fue humillante ese acto de sumisión para oír un asqueroso “Sí” de su reseca y momificada boca. Tengo motivos para despreciarlo, tal vez algún día tenga el valor para contarlo.El viejo Garicia no me agradaba, era un hombre bajito, lampiño y cascarrabias. Se aprovechaba de mi nece
CAPÍTULO 2.Mis sentidos comenzaron, de cierta manera, a activarse. El choque de utensilios, algo cocinándose en su propio jugo y el ruido del agua correr de la canilla me hizo poner en estado de alerta. Mis manos entumecidas y el cuello ardiéndome de una manera tan intensa que me hicieron pensar al instante que yo no estaba muerta.Mis ojos se abrieron con lentitud y comencé a escuchar extraños pasos por la casa, ruidos provenientes de la cocina.Había alguien en la casa.Me obligué a levantarme, aunque a la fatiga le importaba un bledo que hubiese un asesino serial y tomé un paraguas cerrado que estaba en la esquina de mi habitación. Mis ojos cayeron sobre el techo en donde el cinto seguía colgado, demostrando mi fracaso.Me había dado cuenta que había amanecido y no me tomé la molestia en averiguar qué hora era.Con el paraguas en mi mano par
CAPÍTULO 3.Estupefacta. No sabía exactamente qué decir, qué responder y qué pensar sobre dicha propuesta que no sabía dónde iba. Y más si provenía de un desconocido.—¿Chica de compañía? —repito en un susurro.Incluso decirlo sonaba absurdo. El rostro de James se descompuso, echándose hacia atrás inmediatamente con la propuesta. —Mierda, lo siento ¿sabes qué? Mejor olvídalo, no debí proponértelo. Al principio creí que fingía arrepentimiento, pero estaba siendo más sincero de lo que pensé. —Si hay dinero de por medio puedo hacer lo que quieras. Puedo ser lo que desees —insistí, sin ningún tipo de gracia en mi voz. James me miró a los ojos, rendido. Lanzó un largo suspiro y dijo:—Puede que creas que una escort o dama de compañía es lo mismo que una prostituta, la verdad es que no. Por favor no pienses eso. Es “una acompañante remunerada”, es decir una persona que acompaña al cliente a diferentes eventos o
Capítulo 4—¡¿QUÉ COJONES HACES AQUÍ?!Sus ojos me desvistieron con la mirada y la sorpresa de su rostro fue grato de grabarla y pasarla en una pantalla grande. La furia lo dominó y su asqueroso rostro que tanto recordaba y me daba pesadillas por la noche, me hicieron sentir pequeña. Miré a James y luego a él, levanté mi vestido rojo y salí de allí, con el corazón congelado, aterrado.—¡Alma! —escuché gritar a James, detrás de mí.Tomé a las voladas de una bandeja una copa de algo que rogaba que tuviera alcohol y comencé a ingerirla descaradamente, mientras me abría paso entre la gente ricachona.Subí las escaleras que se abrían en dos pasillos, tomando el pasillo número uno, en busca de un baño en el cual refugiarme. Encontré lo que parecía uno y abr&ia
ElseñorVoelkopta por elsilencio absoluto mientrasaquel auto nosredirige a mi apartamento. Está centrado ensuspensamientosy mesiento incomoda porsucomportamiento tan tranquilo. Pero, era justificable luego de todo el escándalo familiar ocurrido en casa desuspadres.Yo era la causante de todo aquello y me dolía. Muchísimo. Presencié como a cada minuto le llegaba un mensaje de alguien que no logré ver.Seguro prefería hablar consusconocidosque conmigo. Luego de todo, yo había arruinado una noche importante.Último capítulo