En lo profundo de la selva amazónica, hace mucho tiempo, se asentaba una tribu llamada Los Rumi (Piedra Fuerte). En ella convivían más de cuatrocientos nativos. Tenían una organización específica, en donde cada uno cumplía con una función, desde los animales, ancianos, niños, hombres y mujeres. La organización que habían desarrollado y su manera de vivir los convirtió en una sociedad utópica.
Los animales, aparte de ser una fuente de alimento, eran compañía, seguridad y apoyo en la tribu. Los Yachachik (ancianos y/o maestros) eran quienes guiaban al resto de la tribu, brindándoles sus conocimientos ancestrales sobre la (Pacha mama). Ellos contaban la historia, de como de la tierra nació el primer Rumi, decían que era como una semilla que germinó de la luz brindada por su padre Inti (Sol) y regado por las lágrimas de su madre Killa (Luna), así broto hacia los brazos de la Pacha Mama (MadreTierra). Al nacer obtuvo habilidades muy especiales regaladas por sus padres, gran sabiduría, regalo que le hizo su padre Inti; Amor, regalo de su madre Killa; y, la capacidad de comunicarse con los animales y plantas que también eran un regalo de la Pacha Mama. El único requisito para conservar sus habilidades era, mantener por siempre el respeto, protección y cuidado a todo lo que ya había sido creado, esto con el propósito de que comprendiera que Él formaba parte de la última creación, convirtiéndose así, en el hermano menor de todo lo que lo rodeaba. Contaban también que, casi en un parpadeó de tiempo, el hombre solitario que había surgido de la tierra ya no estaba solo, había más hombres y mujeres también que consolidaron su tribu formando los Rumi, todos ellos, fecundados y protegidos por Inti, Killa y Pacha.
Según cuenta su leyenda, todo seguía un ciclo armonioso dentro la tribu, por mucho tiempo. Sin embargo, en el corazón y mente de uno de ellos, comenzaría a surgir sentimientos de envidia, lujuria, odio y resentimiento hacia sus hermanos. Estos sentimientos le llevarían a actuar abusivamente y en contra de los recursos brindados por la Pacha Mama, provocando en los dioses Inti, Killa y Pacha, ira incontrolable hacia la tribu, quitándoles por esto, a todos los miembros de la misma, los dones que les habían otorgado, condenándolos a una vida de trabajo duro y lucha. Esta ha sido la leyenda que los Yachachik (ancianos) han relatado de generación en generación. Ya contaremos más adelante quien fue el que ocasionó este caos.
Por otro lado, y a pesar de la ira de los dioses, no fueron cortados de raíz de su Pacha y sin importar el género, hombres y mujeres seguían dedicándose a la caza, siembra, recolección, vigilancia, cuidado de los niños, exploración. Cada integrante era responsable de cumplir con actividades de acuerdo con sus capacidades, especialmente físicas. Los niños también tenían responsabilidades, generalmente realizaban las mismas que sus padres.
La tribu estaba organizada por niveles de acuerdo con las capacidades y actividades desempeñadas. En la base, se encontraban todos quienes realizaban actividades de siembra y recolección, a continuación, aquellos que cuidaban a los niños, después a los ancianos, más arriba quienes se dedicaban a la caza y exploración, seguido de los guerreros y vigilantes; y, finalmente por encima de todos estaba el Kuraka (jefe o primera autoridad comunal). Él, con su inmensa sabiduría, era quien organizaba la aldea y se aseguraba que todas las actividades y todos los roles asignados para cada uno de los miembros de la tribu se cumplan adecuadamente. Su rol principal como jefe de la tribu, era ser conexión entre los dioses y los humanos. El Kuraka, al ser el más sabio y anciano de la tribu, heredaba conocimientos ancestrales en, astrología, herbología y rituales tradicionales. Además, él era la máxima autoridad que dirigía a los guerreros de la tribu, llamados Shimi Otorongo que significa “Boca De Jaguar”.
Los Shimi Otorongo, protegían a la aldea de ataques de bestias salvajes y también de los acercamientos violentos de otras tribus. A diferencia de las otras tribus vecinas, el grupo de los “Boca De Jaguar” estaban conformados por hombres y mujeres, quienes eran formados como guerreros fuertes y temerarios. El gran Kuraka o jefe de la tribu, era quien elegía a los futuros guerreros desde cuando cumplían siete años, basándose en sus habilidades.
Los más antiguos de los guerreros Shimi Otorongo, se dedicaban a formar a los nuevos integrantes que llegaban. Las enseñanzas de los guerreros no se basaban únicamente en el entrenamiento físico, sino también, en formar el plano espiritual y su carácter.
El entrenamiento iniciaba con lo básico y se incrementaba gradualmente, iniciaba con la identificación de plantas comestibles y venenosas, búsqueda de alimentos agrícolas y del ganado y la recolección de agua. Posteriormente, la fabricación de armas y trampas, a la par los preparaban física y mentalmente para la lucha cuerpo a cuerpo. Los especializaban en diversas habilidades, como por ejemplo, la utilización del arco y la flecha, cerbatanas, lanzas y ondas, construcción de viviendas y refugios y así a la edad de quince años, llegaba el final de su preparación en donde se llevaba a cabo un ritual, en el cual, el kuraka aprobaba a quienes estaban listos. El ritual consistía en la ingesta de un brebaje elaborado con plantas y raíces, recolectadas por el jefe de la aldea y por los futuros guerreros quienes lo acompañaban. Este brebaje, era llamado Ayahuasca (o soga de los espíritus), utilizaban esta bebida porque creían que les brindaba la fuerza y agilidad de un jaguar. Dicha creencia vino después de que notaron que los jaguares consumían algunas de estas plantas, que conformaban la composición de la ayahuasca, antes de cazar.
Después de ingerir el brebaje, buscando conectarse con la Pacha Mama, se adentraban en la selva; y, en esta travesía tenían que buscar sobrevivir con los recursos que ella les brindaba en el camino. El principal objetivo y prueba final para ser consagrados como guerreros Shimi Otorongo, era finalmente verse frente a frente con un jaguar, desarmados, llevando consigo únicamente, una especie de bolsa hecha de pieles de animales, repleta del brebaje preparado principalmente con la ayahuasca. En el momento en que se encontraban con el jaguar ingerían dicha bebida para comenzar con la etapa final, donde ponían en práctica todo lo que habían aprendido desde que eran niños. Esta prueba consistía en combatir con el bestia cuerpo a cuerpo, sin usar ningún arma, previamente pidiendo perdón a la tierra y a la bestia, ya que al final, el jaguar debía morir. Los que salían victoriosos, debían quitarle la vida al jaguar mientras lo miraban a los ojos para que su alma no cruce al otro lado sin compañía. Al dar el último respiro del animal, el guerrero debía ingerir la sangre de la bestia para obtener su poder, el resto de sangre debía ser esparcida sobre la tierra para que regresara una parte del animal a su origen, los restos del animal se lo llevaban al jefe de la tribu. Con lágrimas en los ojos, pocos, salían victoriosos y muchos de ellos no regresaban a la comunidad.
Los triunfadores regresaban con su clan y el Kuraka los recibía junto con todos los miembros de la tribu, iniciando así, la gran fiesta en la que finalizaría el ritual para convertirse oficialmente en los nuevos guerreros boca de jaguar, no sin antes, retirar la piel del animal que habían sacrificado para usarla como parte de su vestimenta de Shimi Otorongo; y, con la carne de la bestia sacrificada, se realizaba un gran festín de celebración por los nuevos guerreros. En esta celebración se ingería una gran variedad de alimentos, los cuales habían sido otorgados por los agricultores.
De esta manera el Kuraka o jefe, cuando consideraba pertinente, daba por finalizado el ritual, dando a entender que los guerreros ahora formaban parte de por vida y hasta después de su muerte de los Rumi siendo hijos de Inti, Killa y de la Pacha Mama.
Para la celebración de los nuevos guerreros, la tribu entera preparaba los alimentos del festín, apoyándose principalmente en el grupo de los recolectores. Este grupo formado por familias completas, laboraron arduamente todo el año, esperando este gran día. Esperaban este momento con ansias ya que, muchos de los jóvenes que se adentraban en la selva, no volvían y en algunas ocasiones, ninguno de los que habían salido a tan desafiante ritual de ascensión, regresaba.Los recolectores, se llamaron a sí mismos Inti Killa (Sol de Luna), ya que por la mañana se dedicaban a cultivar todo lo que provenía del sol y en la noche se dedicaban a recolectar lo que brindaba la luna. Ellos eran los que más se movilizaban, ya que las plantaciones se encontraban a una distancia considerable de la aldea. Gracias a ello, contaban con un buen estado físico, agilidad y fuerza, además, esta actividad les ayudaba a desarrollar un gran porte y elasticidad. En algunos casos su altura superaba los ciento ochent
Después de la noticia, ambos se sentían muy emocionados. Sisa, corrió por toda la aldea gritando y anunciando a todos la novedad. En la tribu, aquella noche se celebró la noticia de que vendría un nuevo integrante a la tribu. Durante la fiesta todos en la comunidad bailaban, comían y bebían un líquido al que llamaban chicha, compuesto de yuca fermentada. Debido a la fermentación de la bebida, cuando la consumían tenían una sensación de tranquilidad y relajación, muy similar al estado etílico. Además, consumían cierto tipo de hierbas como tabaco y chamico. Era un momento muy importante para la tribu ya que dentro de su comunidad cado año nacían aproximadamente tres niños. Los nacimientos eran escasos debido que los miembros dedicaban largas horas a sus labores diarias. Al finalizar el ritual, el kuraka le otorgaba la bendición de los dioses a los futuros padres. El embarazo de Sayani fue bastante tranquilo, para evitar el esfuerzo físico de Sayani, Sisa decidió hacer también las lab
Con el paso de los días la quemadura de Wari fue cicatrizando. Dejando en él una marca de por vida que tenía forma de raíces blancas que resaltaban sobre su piel color cobre opaco. Sus ojos tenían un tono muy similar al de la miel, que resaltaba con el brillo del sol y la luna, parecido a un barniz sobre la madera. El color de sus ojos llamaba mucho la atención de la tribu, ya que todos tenían ojos de un color oscuro, a excepción de él. Comenzaron por eso a llamarlo Inti churi ( hijo del sol). También llamaba la atención que entre sus mechones de cabello rizado y negro resaltaba un lunar de cabello blanco. Parecería ser que había heredado un rasgo del sol y uno de la luna, por esto también algunos en la aldea lo llamaban killa churi ( hijo de la luna). Wari era físicamente distinto a sus padres y a la tribu en general. Ya que todos en la comunidad, tenían el cabello negro y lacio, además su llegada al mundo fue algo que ellos nunca antes habían visto. Sayani y Sisa construyeron su
Wari, al cumplir un año comenzó a hablar con mucha claridad en su nativo. Al ver esto sus padres sorprendidos apoyaban y aportaban al desarrollo de su hijo, aunque sabían que era muy acelerado. Sin embargo, también querían que haga cosas de acuerdo con su edad para que no pierda esa experiencia necesaria. Pero Wari prefería pasar tiempo en la naturaleza a solas o con un carpincho que había comenzado a visitarlo a diario en su aldea desde hace algunos meses, debido al encuentro que tuvieron en el río. A Wari le gustaba sentarse en la esquina de su vivienda y observar cada una de las actividades que realizaban en la aldea. Pero algunos días también iba con sus padres a recolectar las cosechas, ya que a sus padres no les gustaba llevarlo con ellos debido a su corta edad. Wari ocasionalmente salía a hurtadillas de donde cuidaban a los niños para ir a observar y sorprender a sus padres en sus largas jornadas de trabajo. Wari ocasionalmente salía a hurtadillas de donde cuidaban a los niño
Con el paso de los días, Warí comenzó a escapar de casa y se escabullía tal cual un jaguar antes de cazar, para observar cómo entrenaban los boca de jaguar, llevando con él a su carpincho que se había convertido en su compañero de aventuras a través de sus juegos, sin darse cuenta Wari comenzó a imitar lo que veía de los boca de jaguar y de las bestias de la selva, casi como si fuera parte de él. Debido a esto Wari adquirió habilidades como la caza y el uso de las amas y la lucha. Los padres de Wari, al estar en contra de que él entrene, lo hacía a escondidas. Pero él no sabía que el hombre que lo había salvado en días anteriores lo observaba. Este hombre al darse cuenta de las increíbles habilidades de Wari, decido comentarlo con el Kuraka.El kuraka, observa a escondidas a Wari y se sorprende al notar que a tan corta edad haya podido desarrollar estas habilidades. Viendo su capacidad física tan prometedora, llama a los padres de Wari para que lo observen de lejos, al igual que él lo
Antes de emprender su travesía por la selva, a Wari se le ocurrió la idea de mostrarle a su nueva amiga, el árbol donde había nacido y donde los dioses le habían devuelto la vida. Tomándola de la mano la llevó hacía el lugar, aunque el trayecto no era largo, había que caminar una distancia considerable. El lugar donde Wari llegó al mundo había sido transformado en un espacio de adoración a los dioses, debido a lo ocurrido en su nacimiento. El árbol, a pesar de los años que habían pasado y del daño que había sufrido, mantenía sus raíces firmes y fuertes y sus hojas, aunque pocas, seguían floreciendo con una tonalidad verde intensa y otras habían tomado un color blanco similar al color de la cicatriz de Wari. Se podía ver en su tronco la grieta que había dejado el rayo que cayó sobre él, sin embargo, se había cubierto de corteza nueva, y por eso se asemejaba a una cicatriz sobre la piel.Wari, entusiasmado, corrió hasta el árbol, mientras le contaba a Suyana que en ese lugar fue donde
Los niños acompañados de su gran amigo carpincho decidieron seguir la ruta ya trazada, realizando un esfuerzo sobrehumano para transportar el cadáver del animal, atravesando una espesa selva con temor a perderse, escuchando los sonidos de la naturaleza, el viento susurrante, el sol que se ocultaba entre las copas de los árboles. El viento soplaba con fuerza, elevando la tierra y partículas pequeñas hacia el rostro de los dos exploradores. Los animales ya empezaban a percibir el olor de la carne muerta, con miedo el niño tomó su lanza para poder seguir adelante y protegerse de las bestias de la noche. Llegaron al lugar donde horas atrás, se habían detenido a descansar. Al ver un rastro de la braza sobrante, tenuemente encendido, con un rojo brillante, Wari decidió amarrar hojas a su lanza y realizar una antorcha para iluminar su camino a casa. El carpincho caminaba delante de ellos con la intención de protegerlos.De repente, sonó un ruido estruendoso, apareciendo de entre la oscuridad
Todos en la tribu estaban realmente intrigados por la extraña herida del animal. El kuraka había examinado la herida con detenimiento durante toda noche. A pesar de todos sus conocimientos no pudo determinar que pudo haber causado la herida. Eso lo preocupo bastante, la muerte indescifrable de ese animal significaba para su tribu un peligro constante. No sabían a lo que se estaban enfrentando.Tal vez podría ser un animal que no conocemos — Sugirió Amaru al kuraka.Es posible, la selva es muy extensa y la Pacha mama nos sorprende todo el tiempo — Dijo el kuraka pensativo — Seguramente es algún tipo de criatura nocturna.Tenemos que estar alerta durante las noches, no podemos permitir que esa bestia nos sorprenda dormidos y ataque a nuestra tribu.Tienes razón. ¡Escuchen todos! — Grito el kuraka para que la tribu lo pueda oír — ¡Tenemos que organizarnos para proteger nuestra tribu, hay un animal que nunca antes hemos visto merodeando por nuestro territorio!Todos se miraron entre sí co