Jina

Grisel había venido en la tarde para hacerme compañía porque la verdad era que estaba bastante aburrida con mis sobrinos. Esos dos que son demasiado inteligentes y que hoy se la han pasado leyendo libros o mirando documentales porque no tienen deseos de hacer travesuras conmigo. Y como yo, ya había terminado el trabajo desde la casa, no tenía mucho que hacer. La verdad no me gusta quedarme quiera sin hacer nada, me enloquece el estar tan tranquila porque mi naturaleza es todo lo contrario a la tranquilidad.

Después de que llegó Grisel, los niños pusieron un poco de música y me pidieron que les hiciera un pastel grande de chocolate. Aunque la verdad es que no es por presumir, pero me salen súper ricos y por eso ellos a cada rato me piden que les haga uno.

Mientras hacia el pastel y los niños me ayudaban a preparar toda la masa, yo no dejaba de conversar con Grisel. Ella me escuchaba atentamente mientras yo le contaba todo lo sucedido anoche y a su vez, esta no paraba de reírse de