FAITHMontada en su coche vi que Zed me había llamado, seguramente dudando de qué había sido de mi sábado noche sin él. Apagué la pantalla en cuanto Nate se sentó tras el volante. Si me era completamente sincera, no quería volver a casa y estar sola y comerme la cabeza dándole vueltas al teléfono entre las manos sin nada mejor que hacer que atiborrarme a helado.—Suéltalo —lo escuché decir.Le miré. Nate me devolvió la mirada bajo la oscura noche y casi sonreí. Creo que nunca dejaríamos de conocernos.—Ha sido un poco desastre la cena, hemos vuelto a discutir.Cuando sonrió, sentí que era la primera vez en toda la noche que estábamos de acuerdo en algo.—Es lo que mejor se nos da últimamente —dijo.Y ojalá no fuera así. Yo era consciente de que le saltaba al cuello a la mínima, lo llevaba haciendo desde que nuestra relación se empezó a ir a pique, y ojalá no hubiera sido así. Ojalá Nate nunca hubiera puesto el dinero por encima de lo que éramos. Tal vez si hubiéramos hablado más abier
NATHANIEL¿Desconfiar de mi? ¿De verdad había dicho esa mierda? Podía haber sido un gilipollas, el gilipollas que ella había visto en mi porque empecé con las drogas y esos temas, pero jamás hubo consumición alguna que me hiciera olvidar que yo le pertenecía a ella. Ni siquiera después de dejarlo.—¿Has pensado que te engañé?Se llevó el vaso a los labios. Aquel gesto me puso la piel de gallina y me dolió. ¿Cómo coño podía pensar eso?—Bueno... —empezó.—¿Bueno qué? No me jodas, Faith, nunca he sido tan malo contigo.Me apunto con su uña puntiaguda, muy a la defensiva. Ya veía que hablar solo nos llevaba a discutir una y otra y otra vez. Seguro que con ese rubio oxigenado ni se levantaban la voz. Era un acojonado de la vida, un sumiso, un tío que no la merecía.—Eh, que yo no he dicho que fueras malo conmigo. ¿Qué querías que pensara si llegabas dando tumbos y discutíamos? No iba a vivir así toda mi vida y mucho menos con nuestro hijo. No me prometiste una vida de discusiones, Nate, y
FAITHLa cama era demasiado cómoda para ser la mía, y el triple de grande para siquiera entrar en mi apartamento. "Ay Dios". Por lo menos seguía vestida y no se había tomado el atrevimiento de "ponerme cómoda", porque le habría saltado al cuello. Aunque estaba en su cama, o en la que en algún momento fue mía también. ¿Habíamos dormido juntos?Me arrastré por la tarima al pasillo y fui directa a la habitación de Alan. Seguía dormido, tranquilo... me quedé deambulando por ahí. Encontré a Nathaniel durmiendo en la habitación de invitados, tan tranquilo y relajado que parecían mentira nuestros problemas. Bajé a la cocina, pasé por el salón, salí al jardín... no había nadie trabajando, nadie haciendo el desayuno o alguna de esas tareas que Nate pensaba que podía quitarse con el dinero.A la tercera vuelta lo encontré en la cocina, descamisado y con el pelo aún alborotado. Me quedé ahí estática, mirando como los músculos de su cuerpo se movían y como los pantalones de pijama le colgaban de
FAITH—¡Qué fuerte! —chilló Helen por vigésima vez—. No me puedo creer que casi te lo montaras con tu ex.—Yo tampoco —admití—. Es que...—¿Te va tan mal con Zed? Si es un trozo de pan.Zed. ¡Pobre Zed! Le había puesto los cuernos y lo peor es que ni siquiera había pensado en él hasta que Helen me lo recordó.—No nos va mal, pero no sé... Si me hubieras conocido cuando estaba con Nathaniel lo entenderías mejor.—Oh, es que te entiendo. Es el padre de tu hijo y has estado con él toda la vida —comentó como si fueran las cosas más simples del mundo—. Y no te lo quería decir porque te pones muy irascible con el tema, pero cada vez que hablabas de él se notaba un montón que le seguías queriendo. —Se encogió de hombros—. Igual deberíais daros otra oportunidad."Darnos otra oportunidad" Sonaba descabellado. Nate ya me había roto en mil pedazos.—No creo que sea una buena idea.—No es cosa de ideas, es de lo que sientas. Además, está forrado.—Ay Dios, no me hables del dinero que por eso just
FAITHSe nos hizo tan tarde y dimos tantas vueltas que terminamos haciéndolo en mi cama y las sábanas se salieron de las esquinas. Me vi a mí misma cerrándome la boca para no gritar, recordándome que nuestro hijo estaba en la habitación de al lado y que aquello no era la película porno que parecía.—¿Me vas a decir ahora que no estamos hechos para estar juntos?Le tapé la boca con mi mano. Sacó la lengua y la lamió.—Asqueroso —musité, limpiándome las bajas en su pecho agitado, desnudo y sudoroso.¿Por qué no lo estaba echando a patadas de mi casa?—No decías eso hace... como diez segundos.Aquel era el Nate que recordaba con mejor cara, el que bromeaba todo el tiempo y me hacía reír sobre todas las peleas que pudiéramos tener.La cama se hundió un poco cuando giró y el brazo suyo que descansaba bajo mi mejilla se tensó. Sentí sus dedos recorrerme la espalda desnuda y el calor de su boca besarme el hombro. Dudé en si hacerme la dormida hasta que se marchara, pero quizás, y conociéndolo
NATHANIELEstaba volviendo a ser un egoísta. Si Faith no quería volver conmigo lo peor que pudo aceptarme fue el no odiarme, el abrirme la puerta de su casa y las piernas. ¿Cómo coño había aguantado dos años sin ella? Pensaba que iba servido en sexo pero en el fondo mi cuerpo ha sabido que no, que nunca follar con nadie iba a llenarme como Faith. Joder.La conocía, sabía que ella no se comía tanto la cabeza, así que algo pasaba. Algo le pasaba y me molestaba no saberlo cuando yo lo conocía todo de ella mejor que nadie. Quería saberlo todo mejor que nadie.—Estás demasiado agilipollado hoy.Regan, rapado al uno por una apuesta que hicimos unas semanas antes, era el típico jefe que conseguía que los trabajadores le llamaran "capullo" a las espaldas.—Estoy como siempre, ¿qué quieres?—Que firmes los papeles que te han traído hace media hora. Son urgentes, los necesitan. ¿Qué coño te pasa hoy, tío?No hablaba mucho de Faith porque antes dolía, pero en ese momento solo quería hablar de ell
FAITH"¿Pero qué estoy haciendo?"Nate me estaba volviendo loca, o quizás yo sola me estaba volviendo loca de pensar tanto en él.Conducía dándome miraditas de reojo por el camino y empecé a tener ganas de ser una completa borde a la defensiva. Mi plan para el día no era aquel, mi plan para toda la semana y posiblemente el mes no era encontrarme con él. ¿Tan difícil era seguir con su vida y dejarme en paz? En una semana tendría de nuevo la cabeza amueblada.—¿Por qué haces esto? —pregunté sin embargo. Ni siquiera soné enfadada y eso me enfadó conmigo misma.¿Pero qué me pasaba?—Ya lo sabes.—No, no lo sé y me estás volviendo loca, Nate. No puedes aparecer así de la nada...—Siempre he estado aquí —replicó.—Sabes que no. Llevamos dos años separados casi sin hablarnos.—¿Y estabas mejor así? Porque yo no.La respuesta se me cayó de la boca.—No. —Al darme cuenta de lo rápido que había sido, rectifiqué un poco—. Bueno no lo sé.Lo escuché resoplar y lo vi sacudir la cabeza. Yo lo estab
NATHANIELConocía todo de Faith, desde sus manías más sutiles hasta la contraseña que usaba para todo. Ni siquiera se había molestado en cambiarla con el paso de los años. Tecleé: contraseñafaithmarie. No recibía muchos correos electrónicos, casi todos eran de propaganda y de los miles lugares en los que me tenía su email, pero entre esos encontré el que buscaba. La dirección y el número de su hermana estaban allí.Por mucho que me Faith me hubiera dicho creo que en el fondo yo sabía que ella echaba de menos a su familia, pero nunca me importó porque para mí éramos solo ella y yo.—¡Hola! Hablas con Clara Foster.Yo nunca tuve trato con su familia, ni falta que me hacía, así que encontrarme llamando a Clara fue raro de cojones.—Hola. —¿Qué más se suponía que debía decir?—. Soy Nathaniel, no sé si te acuerdas pero soy el novio de tu hermana...—¡Nate! ¡Nate! —exclamó de repente—. ¡Claro que me acuerdo! ¡Ay! ¿Qué...? Espera... Hola —se rió—. Perdona, es que estoy flipando. Ha pasado de