La cena transcurrió sin problemas. Dafne se robó toda la atención y todos querían compartir con ella, hasta que la pequeña terminó rendida en brazos de su madre. Al final, los adultos se trasladaron al jardín, donde les ofrecieron champán y whisky de la mejor calidad. Sven, siempre sociable, no tardó mucho en conectar con Carter, quien lo invitó a su empresa y le mencionó un deporte que ambos tenían en común: el surf.—¿Aburrido de la fiesta? —interrogó Kazuma a Gunnar, quien tenía cara de pocos amigos. Sin embargo, la princesa nunca se dejaba intimidar por nadie, y menos después de haber crecido al lado del hombre más intimidante que había conocido: su padre.—¿No debería una princesa tomar algo más suave? —preguntó Gunnar, echando un vistazo al vaso de whisky de Kazuma. Ella se rió y sacudió su melena negra hacia su espalda en un gesto natural y sin pretensiones.—Esto lo tomo desde muy joven —dijo, alzando los hombros para restarle importancia—. Parece que tu hermano se adapta bien
La mañana siguiente, Charlotte se retiró temprano del aposento del rubio para hacer sus labores domésticas. Hakon se dio una ducha larga, cambió las colchas, se vistió con algo deportivo y emprendió el camino hacia el gimnasio de la mansión. No se sorprendió al encontrar a Dantes entrenando, como era costumbre del príncipe.Ninguno se dirigió la palabra; ambos se dedicaban a lo que habían llegado a hacer: ejercitarse. Dantes en su lado y el rubio en el suyo. El príncipe fue el primero en retirarse, subió hasta la habitación de Dafne, que aún dormía, y luego se fue a su aposento. Sudado, se colocó sobre Lirio para despertarla con besos. Ella se estiró como un gato y abrió los ojos, encontrándose con los grises del príncipe.—Buenos días, mi luna —saludó con una sonrisa.—Hola, ¿no crees que es muy temprano? —susurró, al girar su rostro y ver la hora. Dantes negó y dejó un beso en su cuello.—Es la hora perfecta —anunció.—¿Perfecta para qué? —interrogó ella.—Para follarte —expresó prov
Sicilia, Agrigento. La nueva casa de los Hansson que más que casa era una mansión con estilo de rancho mexicano, se alzaba majestuosamente en las suaves colinas de Agrigento, Sicilia en donde el paisaje se entrelazaba con la historia antigua de la región. Al amanecer, la luz dorada del sol bañaba la fachada de piedra envejecida, que se integraba perfectamente con el entorno, como una joya de la antigüedad que había sido parte de la tierra por generaciones. Las tejas de arcilla roja del tejado capturaban los primeros rayos del sol, creando un contraste cálido con la frescura del aire matutino. Los ventanales de madera oscura reflejaban el cielo despejado de la mañana, mientras que los detalles de hierro forjado adornaban los balcones y las puertas, añadiendo un toque de rusticidad elegante. Frente a la mansión, el terreno se extendía en un vasto campo de viñedos que ocupaba todo el horizonte. El aire fresco de la mañana, impregnado con el aroma de la tierra húmeda, se mezclaba con
Tal y como dijo el príncipe, Kazuma llego a la mansión Hansson para eso de la una de la tarde, ella fue recibida por una joven omega que le hizo una pequeña reverencia y le dijo que el alfa Gunnar la esperaba en el viñedo. Esta solo suspiro y empezó a caminar a ese lugar que ya habia visitado en dos ocasiones con Dantes, el sol de Sicilia en verano era fuerte y más a esa hora del día.Los viñedos se encontraban con poca vegetación, ya que el gran porcentaje de uva fue recogido y solo quedaba una siembra que era de apenas tres años, por lo que faltaban dos más para que estuvieran listas. Siguiendo la indicación de la omega, Kazuma encontró a Gunnar cepillando un caballo en el establo.—Es muy lindo —hablo refiriéndose al animal que este se encontraba acariciando de manera distraída, Gunnar al escuchar su voz se detuvo y giro a verla dándole una buena vista de sus abdominales descubierto a Kazuma, ya que este llevaba toda su camisa desabrochada.—Princesa —este hizo una leve inclinación
La mirada gris de Kazuma era seria por unos minutos. Sin embargo, tomó una gran bocanada de aire y suavizó su expresión, confundiendo a Gunnar, que esperaba la furia de una princesa por dañar su fiesta.—¿Alguien más se ha portado de ese modo contigo? —interrogó, preocupada de que esta situación se haya dado en otras ocasiones.—Soy un extranjero en tierras ajenas, donde me llaman alfa como si fuera dueño de ese lugar —le dijo con honestidad—. ¿Qué esperaba el rey? ¿Qué me iban a tratar diferente solo porque él lo ordenaba? —cuestionó con sarcasmo.—Nada de esto debería ser de ese modo —le dijo—. Enzo te otorgó un terreno y te hizo dueño de esas tierras, con límites y fronteras que se deben respetar. Eres el alfa de ese lugar, y nadie puede decir lo contrario —añadió con seriedad.—Por ahora, solo quiero que mi gente esté bien, y lo están porque son fuertes y saben cuidarse de personas como Simone —confesó sin dejar de mirar aquellos ojos grises de Kazuma.—Entonces me aseguraré de qu
Cubierta por los fuertes brazos de Dantes, la loba mantenía la vista fija en el ventanal, por donde apenas se filtraban los primeros rayos del sol. El príncipe, con el rostro sereno, los labios entreabiertos y el cabello desordenado, descansaba sumido en un plácido sueño junto a la mujer que amaba. Ese mismo sueño fue interrumpido cuando ella intentó moverse, intentando escapar del abrazo que se volvió más firme con un gruñido de advertencia.—Es temprano todavía —balbuceó con su voz ronca, inspirando profundamente mientras hundía el rostro en el cuello de Lirio—. Hueles tan bien —gruñó, moviendo su cuerpo de manera que su luna sintiera la dureza expuesta de su alfa presionada contra su espalda baja.—Quiero ayudar en la casa —respondió Lirio. Habían pasado tanto tiempo en la mansión de los Marchetti que se sentía inútil con tantas personas haciendo todo por ella. Los años pasaban rápido, y nunca había deseado vivir la vida de una princesa.—No es necesario —le recordó Dantes, como so
—Alfa Hansson —saludo una empleada de la casa Marchetti al verlo allí en la puerta. La mujer no dudo en mostrar su desconcierto, ya que no estaba avisada de que vendría alguien importante a visitar al rey.—Hola… mmm… vengo a ver a la princesa Kazuma —le dice.—Espere allí, le diré que la busca —este solo asintió para observar la enorme sala sin detenerse en los detalle, no era fanático del lujo y no entendía mucho ciertas obras de artes que ocupaban las paredes blancas del lugar.—Gunnar —llamo Kazuma a lo que el alfa se giró a verla, ni siquiera logro olerla o percibir su presencia lo que llevo a que frunza su ceño confundido.—¿Por qué no logro olerte? —interrogo a lo que esta levanta su mano mostrando la pulsera, Gunnar camino hasta ella y la sujeto antes de que la baje. Observo por un instante a Kazuma quien entendió el mensaje y asintió para que este retire aquella reliquia que evita que logre sentir su olor.—Mucho mejor —gruño bajo provocando una sonrisa por parte de la prince
La noche era perfecta. La brisa marina y el suave rumor de las olas creaban un ambiente íntimo mientras Kazuma y Gunnar caminaban por la playa. La conversación había menguado, pero el silencio entre ellos no era incómodo; al contrario, estaba cargado de algo indescriptible, algo que parecía crecer con cada paso.Kazuma, con una chispa traviesa en los ojos, se detuvo de repente y miró el mar. La luna reflejaba su luz sobre las aguas tranquilas, invitándolos a adentrarse.—¿Qué tal un baño? —preguntó, girándose hacia Gunnar con una sonrisa.Él frunció el ceño, confuso.—¿Ahora? ¿En plena noche? —interrogó confundido.Kazuma dio un par de pasos hacia la orilla, dejando que el agua mojara sus pies.—Claro que ahora. ¿Qué tiene de malo? —Se volvió hacia él, con una mirada que desafiaba. —Vamos, Gunnar. No me digas que tienes miedo.Él soltó una carcajada breve.—¿Miedo? Por favor. Pero no tenemos traje de baño —le dijo lo más obvio. Kazuma arqueó una ceja, su sonrisa ampliándose.—¿Y quién