Cubierta por los fuertes brazos de Dantes, la loba mantenía la vista fija en el ventanal, por donde apenas se filtraban los primeros rayos del sol. El príncipe, con el rostro sereno, los labios entreabiertos y el cabello desordenado, descansaba sumido en un plácido sueño junto a la mujer que amaba. Ese mismo sueño fue interrumpido cuando ella intentó moverse, intentando escapar del abrazo que se volvió más firme con un gruñido de advertencia.—Es temprano todavía —balbuceó con su voz ronca, inspirando profundamente mientras hundía el rostro en el cuello de Lirio—. Hueles tan bien —gruñó, moviendo su cuerpo de manera que su luna sintiera la dureza expuesta de su alfa presionada contra su espalda baja.—Quiero ayudar en la casa —respondió Lirio. Habían pasado tanto tiempo en la mansión de los Marchetti que se sentía inútil con tantas personas haciendo todo por ella. Los años pasaban rápido, y nunca había deseado vivir la vida de una princesa.—No es necesario —le recordó Dantes, como so
—Alfa Hansson —saludo una empleada de la casa Marchetti al verlo allí en la puerta. La mujer no dudo en mostrar su desconcierto, ya que no estaba avisada de que vendría alguien importante a visitar al rey.—Hola… mmm… vengo a ver a la princesa Kazuma —le dice.—Espere allí, le diré que la busca —este solo asintió para observar la enorme sala sin detenerse en los detalle, no era fanático del lujo y no entendía mucho ciertas obras de artes que ocupaban las paredes blancas del lugar.—Gunnar —llamo Kazuma a lo que el alfa se giró a verla, ni siquiera logro olerla o percibir su presencia lo que llevo a que frunza su ceño confundido.—¿Por qué no logro olerte? —interrogo a lo que esta levanta su mano mostrando la pulsera, Gunnar camino hasta ella y la sujeto antes de que la baje. Observo por un instante a Kazuma quien entendió el mensaje y asintió para que este retire aquella reliquia que evita que logre sentir su olor.—Mucho mejor —gruño bajo provocando una sonrisa por parte de la prince
La noche era perfecta. La brisa marina y el suave rumor de las olas creaban un ambiente íntimo mientras Kazuma y Gunnar caminaban por la playa. La conversación había menguado, pero el silencio entre ellos no era incómodo; al contrario, estaba cargado de algo indescriptible, algo que parecía crecer con cada paso.Kazuma, con una chispa traviesa en los ojos, se detuvo de repente y miró el mar. La luna reflejaba su luz sobre las aguas tranquilas, invitándolos a adentrarse.—¿Qué tal un baño? —preguntó, girándose hacia Gunnar con una sonrisa.Él frunció el ceño, confuso.—¿Ahora? ¿En plena noche? —interrogó confundido.Kazuma dio un par de pasos hacia la orilla, dejando que el agua mojara sus pies.—Claro que ahora. ¿Qué tiene de malo? —Se volvió hacia él, con una mirada que desafiaba. —Vamos, Gunnar. No me digas que tienes miedo.Él soltó una carcajada breve.—¿Miedo? Por favor. Pero no tenemos traje de baño —le dijo lo más obvio. Kazuma arqueó una ceja, su sonrisa ampliándose.—¿Y quién
Cuando llegaron, Gunnar abrió la puerta principal y se apartó para dejar pasar a Kazuma. La luz tenue del recibidor les dio la bienvenida, y el eco de sus pasos resonó en el amplio espacio. Kazuma se detuvo un momento, recorriendo con la mirada la elegante decoración de la casa, pero pronto sus ojos volvieron a posarse en Gunnar, quien cerró la puerta detrás de ellos y avanzó hacia ella con una mezcla de determinación y vacilación.—¿Segura que quieres esto? —preguntó él, su voz baja y algo ronca.Kazuma arqueó una ceja, acercándose hasta quedar a escasos centímetros de él.—¿Te parezco alguien que duda?Gunnar soltó una risa breve, pero no tuvo tiempo de responder antes de que Kazuma tomara la iniciativa. Se alzó sobre la punta de los pies y lo besó, un beso que no tenía nada de suave o titubeante. Sus labios se encontraron con urgencia, como si estuvieran compensando el tiempo perdido en el trayecto a la casa de este.Él la tomó de la cintura, atrayéndola más cerca, mientras Kazuma
—¿Dónde vas con toda esa comida? —interrogó Sven al ver a su hermano subir las escaleras vestido únicamente con un pantalón de chándal y cargando una bandeja llena de diferentes platillos.—A mi habitación —respondió Gunnar con obviedad.Sven abrió la boca, sorprendido. No tanto por la exagerada cantidad de comida, sino por la hora y el hecho de que su hermano mayor estuviera encerrado en su aposento. Sin embargo, un olor familiar llegó a su nariz, y sus ojos se abrieron como platos.—Estás con ella —afirmó, alzando las cejas.—Sí —respondió Gunnar, esbozando una sonrisa.—¡Diosa! Ve, ve —exclamó Sven, haciendo gestos como si estuviera arreando ganado para que Gunnar continuara su camino.Gunnar negó con la cabeza, divertido, y siguió hacia su habitación. Al entrar, encontró a Kazuma abotonando algunos botones de la camisa que él había dejado en la cama.—Te ves muy hermosa con mi ropa —dijo Gunnar, depositando la bandeja sobre una pequeña mesa. Se acercó a ella y retiró con cuidado a
—No voy a negar que estoy nerviosa —anunció Kaori, mirándose al espejo de cuerpo completo—. No esperaba contarle de esto tan rápido, ¿y si me odia por ocultar la verdad? —preguntó, dirigiéndose a Kazuma, que se veía relajada en un vestido rosa palo.—Sven es muy simpático —respondió Kazuma, mirándola con ternura para tranquilizarla—. Seguro que entenderá, como Gunnar, la razón por la que nos ocultamos de ellos —añadió.—Yo no me hago ilusiones con el rubio estúpido —gruñó Kusi, que se había mantenido en silencio mientras hacía ondas en su cabello—. Se ve que es un arrogante, prepotente e imbécil de las cavernas —añadió con el ceño fruncido.—No sé qué puedo decirte de él, ya que se ve muy reservado —susurró Kazuma—, pero confío en que no habrá problemas. Eres hermosa y segura de ti misma —añadió, guiñándole un ojo, lo que hizo que Kaori sonriera un poco.Las trillizas estuvieron listas en cuestión de una hora. Bajaron hasta la sala, donde su padre conversaba con Dantes mientras brindab
Un mes después…La noche era clara, y la luna llena brillaba con una intensidad que iluminaba el paisaje como si fuera un cuadro pintado por dioses. Lirio caminaba lentamente junto a Dantes, sus dedos entrelazados con los de él mientras el suave susurro del viento acariciaba las hojas de los árboles. Había algo diferente en el ambiente, un aire de anticipación que hacía que su corazón latiera con fuerza.Dantes la había llevado hasta un claro en el bosque, un lugar que Lirio no había visto antes, pero que parecía especialmente preparado para ellos. El suelo estaba cubierto de pétalos de flores blancas y rojas, y pequeñas luces colgaban de las ramas, como estrellas atrapadas en los árboles. Una mesa sencilla pero elegantemente decorada se encontraba en el centro, con una cena ligera esperando bajo la suave iluminación.—Dantes... esto es hermoso —susurró Lirio, sus ojos recorriendo el lugar mientras su voz se llenaba de asombro.Él la miró con una sonrisa tierna, pero había un destello
El auto estaba estacionado en una carretera solitaria, rodeado por la oscuridad de la noche. Las luces de la ciudad brillaban a lo lejos, un tenue reflejo en el parabrisas del auto. Dentro del vehículo, la atmósfera estaba cargada de tensión, un fuego silencioso que llevaba ardiendo meses entre Hakon y Kusi.Kusi, sentada en el asiento del copiloto, se inclinó hacia Hakon con una sonrisa pícara. Sus labios encontraron los de él en un beso lleno de pasión contenida. Hakon respondió al instante, hundiendo una mano en su cabello oscuro y atrayéndola más cerca. El beso se intensificó, y las manos de Kusi comenzaron a explorar el torso firme de Hakon a través de la tela de su camisa.El ambiente era sofocante. Kusi, movida por el deseo, deslizó sus manos hacia los botones de la camisa de Hakon. Sus dedos eran hábiles y decididos, como si cada movimiento estuviera cargado de una necesidad que no podía controlar.—Kusi… —murmuró Hakon contra sus labios, pero no se apartó. La manera en que su