GeorgeLa luz de la gran ventana frente a mi golpeó mi rostro, me molestó bastante que me hizo girar hacia el otro lado para seguir durmiendo, pero de la nada, se hizo más luz.—Anda, levántate, has dormido todo el santo día. ¿Estás enfermo o qué? Recuerda que tenemos la cena en casa de Victoria. —la voz chillona de Marie me molestó.— ¿Qué es lo que quieres? ¿Ahora no puedo dormir y despertar a la hora que quiera? Y no, no iremos a la cena. —escuché como sus tacones golpearon con fuerza exagerada el mármol hasta que abrí los ojos y vi sus piernas frente a mí, luego se sentó sobre sus talones para mirar frente a frente, Marie sopló el fleco de su frente, luego sus ojos se posaron en los míos.—Victoria se decepcionaría. —cerré los ojos y controlé mis sentimientos, tenía que seguir la postura de no ir.—Tendrá dos trabajos: Enojarse o contentarse sola. Y es algo que me tiene sin cuidado. Así que si es todo, déjame dormir. Estoy cansado…— ¿De qué? ¿De tomar whisky? ¿De emborracharte h
La mirada de Ron estaba sobre la de George hasta que desapareció de su vista, me pilló observándolo.— ¿Está todo bien? —me preguntó, yo afirmé. —Marie, ¿Habrá posibilidad que nos permitas hablar con tu hermano al regresar? Puedes tomar asiento en la sala y…—lo interrumpí.—Ron, creo que…—ahora él me interrumpió.—Es hoy…o nunca.— ¿Y si elegimos “nunca”? —él arqueó la ceja, supongo que sorprendido por mi respuesta.—Lo que menos queremos es ocasionar problemas. —dijo Marie levantándose de su lugar a mi lado, negué rápidamente.—No es eso, es que…—Si hay temas que tienen que tratar con mi hermano será otra noche, por si no lo han notado, es la segunda vez que sangra y es raro en él.—Debe de ser normal cuando…—comenzó a decir Ron, pero apreté su mano con fuerza deteniendo lo que iba a decir.—Ron, por favor. —él arqueó una ceja, me miró y luego a Marie cuando ella estaba mirándonos detenidamente.—“Debe de ser normal cuando…” ¿Qué? —cerré los ojos sabiendo que Marie no se detendría h
George Entré como un gran tornado a mi taller, sentí los pasos de Marie detrás de mí siguiéndome para que le diera respuestas a sus preguntas, “Si tan solo Victoria no hubiera abierto su boca con lo de mi condición, no tendría a mi hermana corriendo detrás de mí”. Busqué ansioso el bote de pastillas que me había asignado Matthew para el dolor, mi cabeza iba a estallar, me tomé dos con un poco de whisky, ignoré el comentario de mi hermana que no debía mezclar medicamento con alcohol, pero en este momento no me importaba. —Tengo que hablar con mis abogados—comencé a decir, cuando tomé del cuello la botella de whisky para tomar directamente, Marie fue rápida en evitar que lo hiciera, tenía frente a mí a una mujer furiosa como nunca antes la había visto, ella rara vez lo hacía, era terca, tenaz, valiente e inteligente, tenía bastante intuición y era buena en eso. — ¿Cuál es tu condición? —preguntó. —Quiero saber tu verdadera condición. Y no quiero que me sigas ocultado algo. —Su voz se
VictoriaEl silencio se hizo en la sala, miré a Marie, luego a George. Él estaba decidido a complicar todo. No podía arrebatarle a Ron lo que tenía con Elizabeth, sabía que eso lo rompería. No quería eso. Ron era su padre. Pero también George. No quería hacer un escándalo de todo esto, tendría reporteros en la entrada de mi casa, de la escuela y de mi trabajo. George haría ruido para conseguir lo que quería. No podía una Ward-Jones pelear contra un Western. Definitivamente perdería. Y quien saldría lastimada sería Elizabeth.Sentí como el celular vibró dentro de mi bolsillo. Sabía que era Ron, le había dicho que saldría a tomar aire después de lo que había pasado, debió de haberse dado cuenta que mi Rover no estaba en su lugar. Estaba guerra era conmigo, no con él. Solo entre George y yo.—Bien. Solo dame tiempo para…—George me interrumpió.—Es lo que menos tengo, Victoria. —me tensé al recordar que él no tenía tiempo. ¿Qué es lo que harás, Victoria?—Necesito consultarlo con Ron. Mañ
GeorgeAl día siguiente…—Señor, hemos llegado—anunció mi chófer, abrí mis ojos y miré por la ventanilla. Durante la noche, después de la conversación y visita de Victoria, no había dormido bien del todo por no dejar de pensar en lo que haría. No contaba con tanto tiempo como para dejarlo para después, era de arreglar todo antes de marcharme. El solo pensar que no estaría en unos meses, sentía esa opresión en mi pecho que se había vuelto un recordatorio tedioso. Tomé aire y lo solté entre dientes para poder tranquilizarme.—Gracias. —uno de los hombres abrió mi puerta y bajé, miré lo alto del edificio agarrando valor para enfrentarme a mis padres. Entré al lugar, decidido a enfrentarlos, ya no tenía tiempo ni cabida para nada más que no fuese dejar en orden mis cosas personales y privadas, así como el asegurarme que mi hija estuviera totalmente protegida de todo aquel que tuviese la intención de hacerle daño y eso incluía a mis padres. Las puertas del elevador se cerraron llevándome a
Victoria Después de lo de anoche con Ron, no había podido dormir del todo, mi mente repasó una y otra vez lo sucedido, luego estaban las condiciones de George para no llevarme a los tribunales para pelear por Elizabeth. Mi café frente a mi sobre la isla de granito ya se había enfriado, estaba desde las cinco de la madrugada sentada en la cocina, pensando que es lo que haría, ¿Tendría que preguntarle a Ron lo del apellido? Miré el reloj y marcaron las ocho de la mañana, Elizabeth no tardaba en bajar a desayunar, tecleé un mensaje a Ron pidiendo que me llamara y contándole lo de la condición de George, pero aún no lo veía. ¿No iba a estar al pendiente de nosotras? ¡Aquí es cuando debería de contestar! Cerré los ojos e hice un ejercicio de respiración para tranquilizarme. — ¿Mamá? —escuché la voz melodiosa de Elizabeth, la busqué con la mirada y vi cómo se acercó a mí, tomando lugar en el banco a mi lado. —Dime, cariño. —susurré. — ¿Estoy metida en problemas por lo que hice ayer en l
GeorgeEsperaba con ansías que llegara Victoria con Elizabeth, era sábado y no tenía escuela, Ronald estaba tomándose un tiempo lejos de la situación a lo que había averiguado, estaba en una casa que se encontraba a su nombre a las afueras de la ciudad, pero me quedé pensando: ¿Cómo es posible que deje a las dos mujeres de su vida solas? Ahora con la nueva situación…debería de estar al lado de ellas más que nunca.—Señor, ha llegado el auto. —anunció Raphael, mi mayordomo a quien le había dado días libres junto con el resto de los empleados de la casa, ya que no quería que nadie me viera ese día que me había enterado de mi salud, pero no puede estar Marie bajando los escalones para estar abriendo la puerta cada vez que alguien venía a la casa, -ahora que había levantado el toque de queda de visitas- con más justa razón, tenían que regresar.—Gracias, ¿Tienes todo listo? —él sonrió y asintió.—Tal y como lo ha pedido, lo abogados llegan en una hora aproximadamente.—Gracias de nuevo…—R
RonaldCasa del lago“—Acepto—Victoria respondió, sus mejillas se habían tintando de un rosa extraordinario, algo que me había encantado ver en ella y que me había vuelto loco, cuando supe que era la prometida de George Western, vi por perdido mi oportunidad de conocerla más a profundidad y tener siquiera la esperanza que se fijara en mí, ¿Cómo lo haría si era mayor por varios años? ¿Cómo aceptaría a una persona de mi edad? Hasta que comenzaron los problemas entre ellos, encontró en mí un amigo, la aconsejé y la guie para que pudiera arreglar sus cosas, pero cuando se casó con él, me di por vencido y marqué una línea entre nosotros. Luego dos meses después, me había buscado y me había dado cuenta lo destrozada que se encontraba, George le había fallado. Había roto su corazón y todas las promesas que le había hecho a Victoria se habían desvanecido en la nada. Días después, ella descubrió que estaba embarazada y noté el miedo que tenía en su mirada, si los Western descubrieran su embara