GÉNESIS 1

 Tocaron a la puerta tan fuertemente que toda la casa, herméticamente cerrada, retumbó como un tambor de guerra. Despertó unas centésimas de segundo después de su mujer, quien le miró con los ojos como platos decorativos y la boca abierta en señal de miedo y desconcierto. Trató de calmarla tomándole las manos.

—Despierta a la niña y vayan al cuarto de seguridad, yo veré quien es.

Un segundo terremoto sacudió otra vez la casa. Esto, lejos de alarmar al eminente científico y erudito lo calmó, pues si fuesen terroristas o enemigos tratarían de abrir por la fuerza y no tocarían a la puerta, si a eso se le podía llamar tocar. Se envolvió en la bata de baño, abrió la mesita de noche y desenfundó una Smith and Weston plateada. Saliendo de la alcoba se cruzó con su esposa, que iba en dirección del cuarto de pánico con la niña en brazos, dormida como un angelito. Había tenido un día duro en el parque de diversiones y estaba muerta de cansancio. La madre se alarmó al ver

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