Reencuentro

3 años después

No puedo creer que esté llegando tarde a mi primer día de trabajo, con algo de suerte mi jefe no me despedirá.

—¡Hola, mucho gusto! Soy el empleado nuevo, me llamo Devon Velet y estaré trabajando en el área de Edición y publicidad.

—Muy bien Devon, nos alegra que hayas llegado justo a tiempo en tu primer día de trabajo, justo el reloj marcó las 8 cuando tú entraste, un segundo más y serías el primer empleado en ser despedido en su primer día de trabajo.

—No te preocupes —me dijo un chico mientras me extendía su mano para estrechar la mía—, soy Joan —se presentó —y este que está junto a mí es Dan, es un poco molesto, pero te acostumbrarás a él.

—Espero que nos llevemos muy bien —les dije, mientras Joan me presentaba al resto del equipo, luego me condujo hacia mi lugar de trabajo.

—Por cierto, este fin de semana tendremos una cena de equipo por si quieres unirte a nosotros serás bienvenido —añadió Joan.

«Por supuesto que estaré en la cena» pensé para mí mismo, me parece una buena oportunidad para conocer al resto del equipo y poder volverme un poco más cercano, eso y el hecho de que no había hecho planes con nadie más.

Esa semana transcurrió más rápido de lo que esperaba, el ambiente de trabajo era agradable y había comenzado a ser más amigo de Joan, Dan y Tabita. Ese fin de semana, antes de salir de la oficina, Joan me pidió que fuera a su escritorio para poder recoger un documento que debíamos enviar. Mientras buscaba entre aquellos archivos, saqué de debajo de ellos un libro negro y desgastado, lo tomé y entonces mi mente comenzó a dar vueltas para tratar de recordar donde había visto ese libro. Pero en ese momento Joan apareció y al verme sostener el libro me agradeció diciendo que le había salvado el día, creyó que lo había extraviado y eso lo hubiese metido en grandes problemas.

—¿Por qué lo dices? —le pregunté.

—Verás, este libro no me pertenece, una persona a la que quiero con toda mi vida me lo prestó hace mucho, dijo que quería que estuviera preparado, y entonces me lo dio, pero desde el día en que me lo dio no había tenido oportunidad de leerlo y saber lo que ella se refería, pero ahora que lo has encontrado creo que finalmente voy a poder comenzar a leerlo. Y en buena hora lo has hecho, ya que la próxima semana ella se estará mudando aquí.

Realmente el libro despertó mi curiosidad, quise hojearlo, pero Joan lo había guardado ya en su maletín y no quería incomodarlo al pedirle que me dejase verlo, así que decidí no prestarle atención. La siguiente semana Joan me pidió que terminara el trabajo por él, ya que debía ir a la estación de tren para recoger a su amiga, acepté y me quedé después de mi trabajo para terminar con lo que él me pidió. Dan se acercó a mí mientras comentaba algo acerca de Joan y su amiga especial. Dan decía que Joan no quería aceptar sus sentimientos por aquella chica, al parecer habían salido por un tiempo, pero debido a la distancia habían terminado y extrañamente se habían vuelto mejores amigos. Pero todos los que los conocían simplemente creían que ambos seguían teniendo un fuerte sentimiento el uno hacia el otro. Le dije a Dan que a juzgar por la madurez de Joan podía creer que realmente solo eran mejores amigos tal y como él podía decirlo, pero Dan se mofó al decir que en todos esos años Joan había estado solo, hasta recientemente que había comenzado a salir con una chica, y en cambio su “amiga” había tenido una pasarela de chicos en su vida, pero cada vez que terminaba con uno, corría hacia Joan, y añadió que no sería de extrañar que ese fuese el motivo de su mudanza. Según Dan, solo buscaba refugiarse en Joan o solía viajar cada que se metía en problemas o fallaba en una relación.

—Y, por cierto —añadió Dan—, la próxima semana es mi cumpleaños y pienso hacer una cena en casa y espero verte ahí.

Faltaban ya pocos días para la cena de Dan y todavía no había conseguido un regalo para él, así que ese día decidí que al salir del trabajo iría al centro comercial y compraría lo primero que viera. Mientras caminaba por el centro comercial me llamó la atención una chaqueta blanca, después de debatirme si llevarla o no, entré a la tienda y en el momento justo en que iba a tomarla una chica extendió su mano y la tomó primero, mientras mi mano seguía extendida al aire. Ella se giró y le dijo a su acompañante que su amigo se vería genial en ella. Era la única chaqueta blanca que quedaba, y era perfecta para Dan, pero yo estaba cansado y solo quería volver a casa.

—Disculpa, pero yo había tomado primero la chaqueta y tú me la has quitado de las manos.

La chica hizo caso omiso a mis palabras y comenzó a alejarse, lo cual hizo que me sintiera muy molesto, entonces caminé tras ella y le quité la chaqueta.

—¿Quién te crees que eres, pedazo de tonto? —dijo mientras se daba media vuelta.

Iba a responderle, pero entonces nuestras miradas se encontraron.

—¡Tú! —dijo mientras sus ojos se volvían cada vez más grandes.

Me sorprendí al verla ahí, pensé que nunca más volveríamos a encontrarnos y mucho menos aquí. Le devolví la chaqueta y me disculpé y salí de la tienda, pero ella me siguió hasta pararse frente a mí.

—¿Eres tú? ¿Tú eres mi salvador, cierto? ¡Woah! No puedo creer que te volviera a encontrar y menos en este lugar, ¡espera! ¿Eres tú, cierto? ¿Tu nombre es Devon?

No podía creer la enorme coincidencia, de todos los lugares del planeta esta chica tenía que aparecer frente a mí y yo tenía que ser tan necio como para haber quitado la chaqueta de sus manos.

—Sí, mi nombre es Devon —respondí tímidamente—, y creo que tú eres Valery

Ella sonrió,

—¡Lo sabía! Sabía que eras tú, ¡¿pero cómo en el mundo nos pudimos volver a encontrar?! bueno eso no importa. La última vez no tuve oportunidad de agradecerte, al menos permitirme regalarte la chaqueta, veo que la has querido más que yo.

Le respondí que no era necesario, pero en eso, el chico que la acompañaba apareció con una bolsa en su mano y se la entregó, entonces ella extendió su brazo y tomó mi mano para colocarla en aquella bolsa.

—Me alegra al menos poder darte esto, así que por favor no lo rechaces.

Como si me hubiera dado tiempo para rechazarlo, ella solo se dio media vuelta y se fue. Mientras me dirigía a casa no podía apartar de mi cabeza aquel pensamiento, de todos los lugares y de todas las personas, teníamos que volvernos a encontrar. Qué más daba, ya habían pasado tres años desde aquel incidente y aquella chica parecía recordarme únicamente como su salvador y no como un acosador.

El viernes en la oficina me sentí un poco ansioso, las últimas dos noches no había logrado conciliar el sueño y tampoco lograba concentrarme en el trabajo. Joan se acercó esa tarde para preguntarme si todo estaba bien conmigo, notó que había estado muy distraído en esos últimos días.

—¿Acaso es una chica la que te tiene así? —preguntó.

—Sí —le respondí—, ¡bueno no!, bueno sí es una chica, pero no en la forma que piensas

Joan sonrió.

—Yo no he dicho nada, lo has dicho tú —dijo mientras reía.

—No me lo creerías si te contara de que viene todo esto.

Joan tomó una silla y la puso junto a mí y luego se sentó.

—A ver, dime, ¿por qué esa chica te tiene de esa forma? ¿es linda?

Sonreí.

—Te dije que no es eso, y sí, es linda, pero no se trata sobre eso. Verás, hace un par de años me fui de vacaciones a otro país, y mientras hacíamos el recorrido con los otros turistas, una chica llamó mi atención, en sí no era ella, sino lo que sostenía en sus manos, un libro negro y desgastado, se veía muy feliz al pasar aquellas páginas, entonces despertó mi curiosidad y terminé por sentarme junto a ella y luego le pregunté acerca del libro, pero resulta que ella dijo no llevar ningún libro consigo, incluso buscó frente a mí en su mochila y no había nada. Pero lo verdaderamente curioso fue que me dijo que sí tenía un libro así, pero lo había dejado en la habitación de su hotel, entonces pensó que yo era algún acosador que la había estado siguiendo y me dijo que si volvía a encontrarme llamaría a la policía y luego salió del autobús. Y aunque suene descabellado, ese día más tarde le salvé la vida y aunque me negué a verla en el hospital, el doctor me convenció para verla, creí que me reconocería, pero para mi sorpresa no lo hizo y después de muchos años acabo de volver a verla y me reconoció nuevamente como su salvador, y aquel incidente con el libro pareció haberlo olvidado por completo.

—Eso sí que es complicado —dijo Joan, y añadió—, quizás solo es casualidad, una simple coincidencia, aunque si se volvieran a encontrar quizás sea algo más que una casualidad, pero por el momento deja de preocuparte y ordena todo para que vayamos a la cena de Dan y podamos divertirnos un poco —mientras decía eso, su celular comenzó a vibrar—. Creo que debo atender esta llamada —dijo mientras se levantaba. Asentí con mi cabeza y me dispuse a ordenar el escritorio.

Joan tenía razón, todo era una simple coincidencia y ya había quedado en el pasado. Joan regresó a mi escritorio, y se veía molesto.

—¿Pasó algo? —le pregunté.

—No puedo creer que siempre esté metiéndose en relaciones conflictivas, ¿puedes creer que un chico 4 años menor que ella acaba de llamarme para decirme que es su novio y quiere que me mantenga alejado de ella? ni siquiera nos hemos encontrado en estos días, se ha pasado de compras y quizás de fiesta con otros amigos… En serio que Val es increíble.

—¿Es tu amiga? —repliqué.

—Sí —respondió Joan—, creo que tendrás que irte sin mí, necesito pasar a buscarla y hablar a solas antes de ir con Dan, ya que ella también va a asistir a la cena, pero no quiero pasar toda mi noche molesto, así que antes hablaré con ella, de cualquier forma, te veré allá.

Dan tenía razón, aquella chica parecía ser demasiado problemática y Joan parecía seguir teniendo un sentimiento profundo hacia ella. Más tarde en la cena de cumpleaños de Dan, Joan llegó, pero lo hizo solo. Dan se acercó a él y le preguntó si pasaba algo, Joan le dijo que no quería pensar en eso en ese momento, no quería amargar la celebración así que sugirió que nos divirtiéramos. Ni Dan ni yo quisimos preguntar otra vez, así que solo nos limitamos a divertirnos con el resto de chicos y chicas que habían asistido. Al finalizar, Joan y yo nos quedamos para ayudar a limpiar un poco el desastre que quedó en el departamento de Dan, y este a su vez nos pidió que pasáramos la noche en su departamento, así que, al terminar de ordenar, fuimos a la azotea para conversar un poco.

Dan le preguntó a Joan si todo estaba bien con Val, a lo que Joan respondió que habían tenido una pequeña discusión, pero no era nada, Val había quedado en casa de un amigo y él se había venido a la cena con nosotros.

—Definitivamente no entiendo su relación, no puedo entender la forma tan disimulada en que se aman.

Joan rio al escuchar a Dan.

—Te he dicho ya que lo de Val y yo quedó en el pasado, ahora solo somos mejores amigos, todo lo que me importa es que ella esté bien y todo lo que a ella le importa es que yo esté bien. Pero últimamente Val ha estado tan fuera de sí que me tiene demasiado preocupado, siento que está ocultándome cosas y a la vez me siento mal, porque como sabrás, Dan, los últimos meses estuve demasiado ocupado con los nuevos proyectos de la oficina y comencé a salir con Dian, pero a Dian no le gusta mi relación con Val, así que para evitar malentendidos decidí mantener distancia con Val y ahora que vuelvo a verla parece otra persona, no es la Val de siempre, hay algo extraño en ella pero no sé qué es.

—¿Sabes qué, Joan? —dijo Dan—, no deberías de preocuparte ya por Val, creo que ella está lo suficientemente grande como para saber lo que hace y pienso que Dian tiene razón en molestarse, imagínate que Val le escribió para decirle que necesitaba comunicarse contigo porque había estado intentando comunicarse contigo y no pudo. Sé que no debiste cortar comunicación tan abruptamente con ella, pero tampoco estuvo bien de parte de Val escribirle a tu novia aún sabiendo que ambas no se agradan.

—Lo sé —respondió Joan—, pero es que simplemente no puedo alejarme de Val, así como así, necesito saber que estará bien, pero no sé de qué manera hacerle entender que es hora de que olvide el pasado y continúe con su vida, ha sufrido tanto con la muerte de su abuela y la ha pasado tan mal con su familia. Val es una chica diferente, es aventurera, llena de sueños locos, pero sin duda alguna el corazón tierno y precioso que ella tiene no lo podré encontrar en ningún otro lado. Sé que ella tiende a meterse en problemas frecuentemente, pero eso no la convierte en una mala persona, ella solo está tratando de encontrarse a sí misma, de descifrar su norte.

—¡Pareces conocerla muy bien! —le dije.

Joan sonrió y dijo que llevaban más de 10 años de conocerse y habían pasado por mucho juntos. Dan lo interrumpió diciendo:

—¡Sí, claro! Otro día puedes continuar con la trágica historia de amor, vamos a descansar que, aunque no lo crean, estoy muriendo de sueño.

Joan rio, y luego dijo:

—No podrás superar el hecho de que yo y Val podamos tener una verdadera amistad y no relaciones frustradas como las tuyas con tus ex.

—Golpe bajo —le dije a Dan burlándome mientras corría hacia la habitación.

Al día siguiente, mientras el cielo aún seguía oscuro, Joan recibió una llamada que hizo que comenzara a actuar extraño, comenzó a correr por la casa en busca de algo. Dan lo sujetó fuerte y le preguntó qué estaba pasando, Joan le dijo que no encontraba las llaves del auto.

—¿Para qué las necesitas si aún no ha salido el sol? —le dijo Dan.

Joan apartó las manos de Dan y le dijo que no había tiempo.

—Devon, ¿puedes prestarme tu auto? —dijo.

—Claro —le dije—, solo deja que vaya por las llaves a la habitación.

Cuando regresé, Dan me dijo:

—Se trata de Val, yo no puedo acompañar a Joan porque mis padres vendrán esta mañana, pero necesito que tú vayas con él y conduzcas, Joan no está pensando con claridad en este momento, por favor, ve con él —insistió Dan.

—Está bien —le dije.

Salimos del apartamento y subimos a mi auto.

—¿Hacia donde quieres que conduzca? —le pregunté.

Joan estaba tan nervioso que no podía decir nada, volví a preguntar y él reaccionó un poco histérico y me dijo que estaba intentando pensar a qué lugar podía haber ido Val. Arranqué el auto y comencé a conducir.

—Escucha —le dije a Joan—, no sé exactamente lo que está pasando, pero no puedo seguir conduciendo hacia la nada.

Joan tomó su celular e intentó llamar una y otra vez, pero parecía que nadie respondía.

—Es Val —dijo—, su amigo me llamó para decirme que no había llegado a casa a dormir y que le había llamado hace un momento para despedirse de él y agradecerle por sus años de amistad. ¿No lo entiendes, Devon? solo tenemos una oportunidad para llegar a ella, y si vamos al sitio incorrecto, será demasiado tarde.

Entonces le dije que llamara al amigo de Val para que intentara recordar si había escuchado algo en la llamada que le ayudara saber en qué lugar pudiera encontrarse. Joan lo llamó y le insistió en que tratara de recordar algo. Después de pensarlo, finalmente le dijo a Joan que le pareció escuchar el sonido de las olas reventar.

—Sunit beach —dijo Joan—, debemos ir a Sunit beach.

—Está bien tranquilízate —le dije—, estamos a 15 minutos de ahí, estaremos llegando pronto.

Joan comenzó a llorar.

—¿Cómo es posible que haya dejado sola a Val todo este tiempo? ¿Cómo es posible que no me haya podido dar cuenta que su vida estaba siendo un infierno? Su amigo me dijo que Val había estado asistiendo a terapia para tratar la depresión crónica con la que fue diagnosticada, me jacté de querer protegerla y la abandoné cuando más me necesitaba.

—No tienes por qué culparte ahora —le dije—, estoy seguro que la encontraremos y todo estará bien, podrás estar para ella y ayudarla mientras se recupera de eso, pero en este momento ella te necesita, así que debes tratar de mantener la calma. 

Mientras conducía a la orilla de la playa mirábamos hacia todos lados intentado localizarla, de repente, Joan alzó su vista y la vio parada al borde de un acantilado.

—Devon —me dijo—, necesito que manejes lo más rápido que puedas y que te acerques lo más que puedas a ese acantilado.

Al verla ahí, pisé el acelerador y conduje lo más rápido que pude, entonces Joan saltó del auto y yo me bajé tras él. Joan comenzó a correr hacia ella y justo cuando ella dio un paso hacia el frente, este exhaló el grito más fuerte que jamás haya escuchado. Al verla dar un paso al frente cerré mis ojos para evitar verla morir, un largo silencio envolvió el lugar, abrí mis ojos y Joan abrazaba con fuerza el cuerpo de aquella chica, sentí un gran alivio al ver que ambos estaban bien. Antes de que pudiera acercarme para ayudarlos, estos se pusieron de pie y comenzaron a caminar hacia la playa. Sentí un enorme alivio al saber que ambos seguían con vida, subí al auto y bajé tras ellos.

Mientras conversaban a la orilla de la playa, fui a una tienda para comprar una manta, estaba tan frio que sentí que si Joan y esa chica estarían conversando ahí por más tiempo podrían enfermar, entonces pensé que al menos debían de cubrirse. Regresé a la playa y me dirigí a Joan para entregarle la manta, pero este me hizo señas para que la pusiera sobre la chica, así que me incliné hacia ella y la cubrí con la manta, entonces Joan la recostó sobre su regazo, pero antes de retirarme le dije a Joan que estaba demasiado frio y le sugerí ir a una cafetería, así ellos podrían conversar mientras comíamos algo. Joan asintió con la cabeza, entonces comencé a caminar liderando el camino, subí al auto y los dos subieron después. Joan la envolvió en la manta y volvió a recostarla sobre su regazo, mientras conducía le pregunté a Joan si quería ir a un lugar en específico.

—Podemos ir a una cafetería cerca de casa para ordenar los wafles que Val tanto ama.

—Está bien —respondí para luego continuar conduciendo en silencio. A juzgar por la cara de Joan, debía sentirse completamente destrozado, su rostro estaba pálido y desencajado. Acariciaba con cuidado el cabello de la chica, una buena parte de él cubría su rostro.

Continué conduciendo en completo silencio; al llegar al lugar, ellos bajaron primero del auto, y entraron para comenzar a ordenar mientras yo estacionaba. Al entrar, Joan me pidió que me quedara con la chica mientras él iba al baño, asentí con la cabeza mientras me sentaba frente a aquella chica, quien había girado su cuerpo para observar a través de la ventana, y finalmente recuperó la compostura.

—Tú —le dije, mientras mis ojos se hacían cada vez más grandes.

Sorprendida, ella secó sus lágrimas y me dijo.

—¿Qué haces tú aquí?  

Mientras seguíamos sorprendidos observándonos, Joan llegó y dijo:

—¿Ustedes se conocen? —preguntó

—Sí —respondí y a la vez Valery respondía que no.

—¿Se conocen o no? —volvió a preguntar Joan.

Esta vez miré a aquella chica esperando a que fuese ella quien respondiera.

—Sí —respondió ella.

—¿Cómo? —preguntó Joan.

—Es una larga historia y no quiero hablar sobre eso ahora.

—Está bien —dijo Joan—, sé que me lo dirás más tarde, ordenemos algo porque muero de hambre.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo