Punto de vista Julia
La muerte de los abuelos de Sofía había dejado un vacío tangible en la casa de la manada. Días después del entierro, la vida continuaba, pero el peso del duelo seguía presente, especialmente para Julia, quien cargaba con el dolor y la responsabilidad de mantener la estabilidad para su hija.
Una mañana, llegó un mensaje inesperado: Rafaella Roberts, la hermana del Alfa y antigua amiga de Julia, estaba de visita en la manada y había solicitado encontrarse con ellas en la casa principal. Julia sintió una mezcla de sorpresa y aprensión. Hacía años que no veía a Rafaella, pero sabía que aquella reunión no sería un simple reencuentro.
Cuando Julia y Sofía cruzaron el umbral de la casa de la manada, una voz familiar, aunque cargada de una energía intensa, resonó en el salón.
—¡Juliaaa, amigaaaa! —gritó Rafaella, antes de lanzarse sobre Julia en un abrazo efusivo que la tomó completamente des
Punto de vista de SofíaLucas siguió a Sofía con pasos rápidos, llamándola con insistencia.—¡Sofía, espera! —le pedía, pero ella no le prestaba atención.Sofía estaba abrumada. Su loba, Alma, le susurraba en la mente, pidiéndole que se detuviera, que respirara y olfateara el aire. Sin embargo, ella no quería escucharla. No ahora. Su corazón latía con fuerza, su pecho se agitaba, y sentía que algo inexplicable comenzaba a apoderarse de su cuerpo.Cuando llegó a su casa, cerró la puerta de golpe, pero antes de que pudiera girar la llave, una mano fuerte detuvo el movimiento. Lucas estaba allí, jadeando levemente.—¿Por qué no te detuviste? —le preguntó con un tono que oscilaba entre el enojo y la preocupación.—No te escuché, Lucas. Últimamente… no he estado muy consciente de mi entorno —respondió ella, con la voz temblorosa, evitando su mirada.De repente, una ola de calor recorrió el cuerpo de Sofía, y un hormigueo desconocido se instaló en su estómago. El aire se llenó de un aroma q
Punto de vista de Sofía y otras personasMientras Julia se desahogaba con Rafaella en la oficina administrativa, una tensión inesperada se desató fuera de las paredes insonorizadas de la habitación. Rafaella, sin darse cuenta, había dejado el micrófono abierto. Su voz y las desgarradoras confesiones de Julia se transmitieron por todo el supermercado.Sofía, quien se encontraba saliendo del lugar con los chicos, quedó paralizada al escuchar los detalles de la historia de su madre. Todo lo que jamás le había contado ahora estaba expuesto ante todos. Sofía sintió cómo las piezas del rompecabezas de su vida se unían en un sentido doloroso. Siempre había creído que la dureza de su madre hacia ella era injustificada, pero ahora entendía. Julia había cargado con un sufrimiento indescriptible: la pérdida de su loba, el rechazo de Charles, la soledad y la presión de unos padres que, más que apoyarla, parecían haberla hundido."Mi madre no fue feliz”, pensó Sofía mientras la culpa la asfixiaba.
Punto de vista OmniscienteRafaella había regresado con un propósito claro, aunque no lo dijera en voz alta: enfrentarse al pasado y ayudar a sanar las heridas que nunca se habían cerrado. Desde su llegada, su conexión con Julia se fortaleció como si el tiempo no hubiera transcurrido, como si ambas supieran que su relación era una pieza clave para el futuro que deseaban construir. Paseaban juntas, compartían risas ocasionales y silencios cargados de entendimiento, mientras intentaban reparar el vínculo roto por los años y el dolor.Julia, por su parte, estaba decidida a reconstruirse. Con una firmeza que sorprendía incluso a quienes la conocían, anunció que arrendaría el supermercado a los padres de Rocío. Quería dejar atrás el peso de esa responsabilidad para centrarse en retomar sus estudios de química farmacéutica, un sueño que había dejado atrás para sobrevivir. Ahora, buscaba un nuevo hogar en la ciudad para ella y Sofía, un lugar donde ambas pudieran empezar de nuevo.Rafaella de
Punto de vista de SofíaUn par de días después, Rocío y los demás chicos ya estaban instalados en sus puestos de trabajo. Todo parecía ir bien. Los chicos viajaban desde la manada, mientras que las chicas lo hacían desde la casa alquilada por la madre de Sofía, ubicada cerca de la empresa.Los primeros días transcurrieron tranquilos. Isabella aprovechaba cada oportunidad para escaparse al casino del hospital, deseando ver a sus gemelos, aunque rara vez coincidía con ellos debido a los turnos. Sofía, por su parte, no había visto a Jason, quien estaba en casa por el nacimiento de su hermana, mientras que Lucas la ignoraba, aunque su esencia se hacía cada vez más presente y difícil de ignorar para ella.Aquella mañana, algo distinto la perturbaba. Sofía se sentía enferma: fiebre, calor sofocante y un dolor incómodo en el vientre bajo. Miró el calendario con rapidez, pero su periodo aún estaba lejos. Entonces, un calor familiar la golpeó, un calor que venía desde lo más profundo de su ser.
Punto de vista de LucasSaga rió en su mente.—Vamos, Lucas. Admítelo. Te gustó más de lo que estás dispuesto a aceptar.Lucas gruñó, metiendo las bragas de nuevo en el bolsillo y apresurándose hacia el baño para lavarse las manos. Sin embargo, el aroma seguía adherido a su piel, y no importaba cuánto se lavara, no podía escapar de la sensación que lo envolvía.Al salir, casi choca con Sofía, quien también acababa de salir del baño. Sus ojos se encontraron por un momento antes de que ella intentara apartarse. Pero Lucas fue más rápido. La tomó suavemente del brazo, girándola hasta dejarla con la espalda contra la pared.—¿Tienes idea de cómo tus bragas terminaron en mi bolsillo? —susurró contra su oído, su voz baja y cargada de intención.Los ojos de Sofía se abrieron de par en par.—¡¿Qué?! ¡Devuélvemelas!Lucas levantó una ceja, una sonrisa maliciosa curvando sus labios.—Claro. ¿Quieres que las saque aquí, delante de todos?—¡No, no, no! Por favor… —susurró ella, nerviosa, mirando a
Punto de vista de JasonEn ese momento, la puerta de la oficina se abrió de golpe.—¿Qué demonios haces, Lucas? —dijo Jason, con el ceño fruncido.Lucas se giró hacia él, dejando a Sofía tambaleándose ligeramente por la interrupción.—¿Qué hago? —replicó Lucas, avanzando hacia Jason—. Sofía es mi mate, y está en celo. Mi lobo ya ayudó a su loba, y ahora me toca a mí.El rostro de Jason se endureció al escuchar esas palabras, pero no pudo evitar inhalar profundamente. El aroma de Sofía lo golpeó como una ola, haciendo que su propio lobo rugiera con fuerza dentro de él.—Eso no te da derecho a... —comenzó Jason, avanzando un paso, pero Lucas lo interrumpió, empujándolo hacia atrás con un gruñido.—¡Mantente lejos de ella! —espetó Lucas.Sofía, atrapada entre los dos, sintió cómo su propio cuerpo traicionaba sus pensamientos. La tensión entre ambos machos encendió algo en ella que no podía controlar. Atrapada en su celo, unió sus manos para calmar a ambos.—¡Basta! —exclamó.Pero su voz n
Punto vista de SoffiaEl aire en la oficina parecía volverse más pesado con cada segundo que pasaba. Lucas y Jason se miraron fijamente, el desafío entre ellos palpable, mientras Sofía permanecía en el centro, tratando de entender la maraña de emociones que la envolvía.—No quiero elegir —repitió, con un tono más firme esta vez, aunque su cuerpo temblaba levemente.Jason bajó la mirada, su mandíbula tensa. Aunque intentaba mantener la calma, las palabras de Sofía lo golpearon como un jarro de agua fría. Él siempre había sentido una conexión especial con ella, pero no podía ignorar los susurros de su instinto, esos que le advertían sobre algo más oscuro y complicado en su relación. Aun así, el pensamiento de alejarse de ella le resultaba insoportable.Lucas, por otro lado, respiraba profundamente, luchando por calmar a su lobo. No podía negar que las palabras de Sofía le dolían, pero algo dentro de él le decía que tenía que ser paciente. Había visto el miedo y la desconfianza en sus ojo