Dia de la fiestaEl gimnasio de la universidad estaba repleto. Las luces colgantes daban un brillo dorado al lugar, mientras las conversaciones y risas llenaban el aire. Pero para Isabella, la multitud solo acentuaba su soledad. Se ajustó el vestido rojo que dejaba al descubierto sus hombros y una provocativa abertura en la pierna. No importaba cuán deslumbrante se viera; en su interior, algo estaba roto.Desde que había llegado, no podía evitar buscar a John y James. Sabía exactamente dónde estaban. Sentía sus presencias como un eco persistente en su mente, pero ellos no le devolvían ni una sola mirada. ¿Por qué no me miran?Desde el punto de vista de IsabellaLa primera vez que los vio en la casa, sintió un estremecimiento que jamás había experimentado. Su loba, a quien nunca había escuchado claramente, había susurrado por primera vez. Fue un murmullo, como si despertara de un largo sueño. Pero después, cuando los gemelos la ignoraron, ese vínculo se apagó. Su loba se retiró al rincó
Punto de vista SofíaEl tiempo pasó, y la rutina me abrazó como un frío abrazo, sin compasión. Mis abuelos, los únicos que siempre estuvieron allí para mí, ya no eran los mismos. El tata tenia una herida que nunca sano completamente de la última batalla de la manada. Era como si un peso invisible lo hubiera desbordado. Se había encargado de muchas responsabilidades, no solo las suyas, sino también las de otros, por el bienestar de la manada. A pesar de sus esfuerzos por mantenerse fuerte, no podía ocultar su cansancio. Cada día se le veía más débil.. Este fin de semana se supone que volverían los chicos, y las chicas las extraño tanto, aunque estoy nerviosa por reencontrarme con Jason, sé que debo mantenerme alejada, pero me iré en la tarde y así me aseguraré de no verlo.Mi tata me vio triste y pensativa, sabia lo que pasaría en unas horas más, y me invito a correr al bosque como siempre lo hacíamos desde que me transforme, La brisa movía las ramas de los árboles, y yo sentía una cal
Punto de visa de LucasEl regreso a la manada había comenzado como cualquier otro viaje. Las risas y las conversaciones llenaban el aire, aliviando las tensiones acumuladas de los últimos días. Sin embargo, todo cambió cuando Max recibió una llamada urgente. Había cazadores en la frontera. Disparos. Gritos. Y la advertencia del abuelo de Sofía que llegaba con un peso mortal.—Diles que envíen a los deltas —dijo Lucas, con la mandíbula apretada—. No llegarán a tiempo. Respondió a MaxJason asintió, su mirada fija en el horizonte, donde el bosque parecía agitarse con cada detonación lejana. Los deltas podrían llegar al lugar, sí, pero sería demasiado tarde. La prioridad era clara: salvar a Sofía. Sus abuelos habían dado el aviso, pero habían perdido comunicación, al parecer el co
Punto de vista de JuliaEra una tarde como cualquier otra, o al menos eso pensaba al principio. El sonido familiar del supermercado, el ir y venir de los clientes, el ruido constante de las cajas registradoras, las risas entre los empleados… Nada me preparó para lo que estaba a punto de suceder. Mi mente no alcanzaba a comprender lo que se estaba fraguando en ese preciso instante. Pero cuando entró aquel cliente, su rostro tenso, sus ojos llenos de miedo… su voz cortante, como si el aire se hubiera espeso de golpe, llegó hasta mis oídos.—Los patrulleros se están reuniendo en el bosque. Ha habido un atentado, un ataque de cazadores...Mis manos, congeladas en el mostrador, no pudieron moverse. Mis padres.
Punto de vista JuliaLa muerte de los abuelos de Sofía había dejado un vacío tangible en la casa de la manada. Días después del entierro, la vida continuaba, pero el peso del duelo seguía presente, especialmente para Julia, quien cargaba con el dolor y la responsabilidad de mantener la estabilidad para su hija.Una mañana, llegó un mensaje inesperado: Rafaella Roberts, la hermana del Alfa y antigua amiga de Julia, estaba de visita en la manada y había solicitado encontrarse con ellas en la casa principal. Julia sintió una mezcla de sorpresa y aprensión. Hacía años que no veía a Rafaella, pero sabía que aquella reunión no sería un simple reencuentro.Cuando Julia y Sofía cruzaron el umbral de la casa de la manada, una voz familiar, aunque cargada de una energía intensa, resonó en el salón.—¡Juliaaa, amigaaaa! —gritó Rafaella, antes de lanzarse sobre Julia en un abrazo efusivo que la tomó completamente des
Punto de vista de SofíaLucas siguió a Sofía con pasos rápidos, llamándola con insistencia.—¡Sofía, espera! —le pedía, pero ella no le prestaba atención.Sofía estaba abrumada. Su loba, Alma, le susurraba en la mente, pidiéndole que se detuviera, que respirara y olfateara el aire. Sin embargo, ella no quería escucharla. No ahora. Su corazón latía con fuerza, su pecho se agitaba, y sentía que algo inexplicable comenzaba a apoderarse de su cuerpo.Cuando llegó a su casa, cerró la puerta de golpe, pero antes de que pudiera girar la llave, una mano fuerte detuvo el movimiento. Lucas estaba allí, jadeando levemente.—¿Por qué no te detuviste? —le preguntó con un tono que oscilaba entre el enojo y la preocupación.—No te escuché, Lucas. Últimamente… no he estado muy consciente de mi entorno —respondió ella, con la voz temblorosa, evitando su mirada.De repente, una ola de calor recorrió el cuerpo de Sofía, y un hormigueo desconocido se instaló en su estómago. El aire se llenó de un aroma q
Punto de vista de Sofía y otras personasMientras Julia se desahogaba con Rafaella en la oficina administrativa, una tensión inesperada se desató fuera de las paredes insonorizadas de la habitación. Rafaella, sin darse cuenta, había dejado el micrófono abierto. Su voz y las desgarradoras confesiones de Julia se transmitieron por todo el supermercado.Sofía, quien se encontraba saliendo del lugar con los chicos, quedó paralizada al escuchar los detalles de la historia de su madre. Todo lo que jamás le había contado ahora estaba expuesto ante todos. Sofía sintió cómo las piezas del rompecabezas de su vida se unían en un sentido doloroso. Siempre había creído que la dureza de su madre hacia ella era injustificada, pero ahora entendía. Julia había cargado con un sufrimiento indescriptible: la pérdida de su loba, el rechazo de Charles, la soledad y la presión de unos padres que, más que apoyarla, parecían haberla hundido."Mi madre no fue feliz”, pensó Sofía mientras la culpa la asfixiaba.