No sabía por cuanto tiempo había tocado la puerta de aquella habitación en donde Adalia estaba encerrada con otro hombre, tal vez por treinta minutos completos, en donde había colisionado sus manos, su cabeza y todo su cuerpo contra el duro material, aquella era la razón por la que no sentía casi ninguna de sus extremidades, incluidas sus piernas, las cuales andaban por inercia.Ella no saldría de allí por voluntad propia, él tendría que sacarla a la fuerza, pero no estando desarmado, no estando como estaba, al punto del desmayo.La furia generaba espasmos en su cuerpo, sus débiles extremidades se sacudían con la brusquedad de una bestia, los ojos de Derek se encontraban llorosos por la desesperación, sangre se esparcía por sus manos.Tocó la puerta una vez más, era ignorado por la muchacha a la que amaba mientras ella se encontraba en una habitación con otro hombre, que podía verla casi sin ropa, porque así los había encontrado aquel maldito sujeto, el cual debía de estar muerto. Hab
El silencio, era el único testigo del cuerpo de Matthew golpeándose bruscamente con aquellos duros escalones, hasta que finalmente su cuerpo colisionó contra el suelo.Fue un ruido seco, brusco, infernal.Su cráneo se colisionó contra el duro material; sus labios escupieron sangre.Los pasos de Derek se dejaron escuchar, bajando con lentitud los escalones.Parecía el sonido del infierno haciéndose próximo a él, tal vez lo era.Su hijo caminó, hasta quedar frente al hombre arrojado en el suelo. El gran Matthew Wood; dotado de aquella belleza asesina, de aquellos ojos fríos, de aquel pasado oscuro, de aquella juventud eterna.El gran Matthew Wood, que se encontraba herido en el suelo.Herido, no muerto.Derek ser percató de sus movimientos.Era un hombre fuerte, todos los Woods lo eran."No volverás a ver a Adalia jamás".Aquellas palabras, habían activado en él un trigger, como el de un arma. Un trigger que tenía que ser disparado.Aunque tuviese que traicionar a su propia sangre, él m
Su corazón estaba marchito de dolor por ella, lloraba sin derramar una sola lágrima porque sabía que a la muchacha no le gustaba que sintiera lastima de ella, pero ¿cómo no hacerlo? No había parte de su cuerpo que no se encontrara herida, en sus ojos había el abismo más oscuro y profundo, uno en el que Chad se perdía cada vez que la miraba, la habían dañado, la habían roto, alguien había casi acabado con su vida.Se encontraba entre los brazos de Chad, sacudiéndose entre lágrimas que salían casi sin su consentimiento, miraba hacia la nada absoluta en donde sus ojos se perdían.El silencio los cubría, nadie podía decir nada, no se alejaba de los brazos de Chad, no podía hacerlo, no cuando por fin sentía que alguien podía salvarla del infierno que aquel día, iba a terminar acabándola.Los recuerdos de cada abuso de Derek, se presentaron ante ella como un estruendoso trueno que quebró el cielo de su cabeza.—Adalia. —La muchacha elevó apenas su vista cuando él la llamó—. ¿Puedes… por fav
Era amargo para Adalia haber escuchado a Derek pronunciar las mismas palabras que en su carta ella había escrito.Ambos estaban destinados a ser una tragedia, lo eran desde ya.Aquellos, eran pensamientos particulares para una muchacha que se encontraba arrojada en la parte trasera del asiento de un carro en el que la habían obligado a estar.Por sus ojos se destilaba su alma en forma de gotas.No tenía el vigor suficiente para intentar nada que la liberara del que parecía que sería su destino.En la cabeza de Adalia empezó una guerra sin algún final.Cada llanto, cada golpe, cada grito habían apagado los colores de su alma.Solo podía caminar entre la oscuridad, con la esperanza de que en la otra vida, pudiera aferrarse a una partícula de luz.En la oscuridad a la que aquel hombre de pelo castaño la había sometido, y la sometería, quizás para siempre.Pero, ¿qué era para siempre?Quizás un instante.Cada intento de Adalia por salir de aquel auto, era erradicado con un golpe.Las mano
Capítulo 236: PARTE I Ambos fueron un silencio que pronto se quebró. El rostro de Derek impactó violentamente contra el cristal del auto. Los cristales se adentraron en su rostro, en sus ojos, en su cuello. La sangre empezó a destilar con su característico olor que anunciaba la muerte. Adalia se removió en su asiento, se removió con brusquedad, pero a diferencia de él, no se provocó ninguna herida mayor. Aquel había sido el beneficio de haber sido arrojada como un costal de tubérculos en el asiento trasero. Ella no había recibido el brusco impacto de Derek. El azul de sus ojos, conectó con los del hombre. Tembló. Tembló como una hoja expuesta al viento del abismo. Sus dedos se volvieron nada, sus movimientos se volvieron aire que sopló, alejándose de ella. Lo vio intentando moverse. Vio a la bestia intentando moverse. Pero no pudo. Él no pudo hacerlo. Los vidrios incrustados en su cuello, le arrancaban la vida. El olor metálico la arropaba. Le tomó unos minutos largos
Las ramas se quebraban debajo de los pies de Adalia.Corría sin mirar atrás, lo había hecho por algunos diez o quince minutos, no tenía idea.Corría hacia donde había visto a Chad por última vez.Corría con la esperanza de encontrarlo con vida, no sabía que tan débil era aquella posibilidad.Había visto como su cuerpo era aplastado por aquel auto.Los recuerdos la despojaron de aire por unos instantes.Se obligó a sí misma a mirar hacia atrás, percatándose de que él no la perseguía.Ella no tenía alguna idea de que él estaba muerto, de que ella había sido su última fantasía, de que segundos antes de morir, él había imaginado la vida que le hubiese gustado tener, la vida que hubiese tenido si la sangre Wood no se encontrara maldita por la tragedia de una locura que todos los que compartían apellido parecían cargar.La lluvia ocasionaba que sus pies se resbalaran, no tenía idea de como corría sin caerse, por lo húmedo del suelo y por lo lastimada que se encontraba; sentía el hambre de m
EPILOGO IAdalia se apartó de la ventana de manera acompasada. El gélido viento parecía querer fragmentar sus huesos.La lluvia caía con violencia, gotas colisionaban contra el asfalto de manera estrepitosa; los ruidos fuertes eran su peor pesadilla, se recordaban a todos los gritos del monstruo.Se dejó caer sobre la cama, respirando de manera agitada: otra pesadilla la había atacado, peor que todas las anteriores. Algo le decía que sus diarias pesadillas serían como los golpes que Derek le propinaba: estaba acostumbrada a ellos, pero aún así no dejaban de doler.Su mirada cayó por unos instantes en el espejo: su cabello corto se dejó relucir. Lo había cortado porque le recordaba a Derek, así como cada parte de sí misma le recordaba al monstruo. Más de una vez había querido fragmentarse, para así deshacerse de los besos ácidos del hombre, que de alguna forma, parecían estar todavía tatuados en su piel.Había contado los instantes para regresar a su país, con su familia, aquella que e
La lluvia no cesaba. Cada vez era mucho más atronadora, le daría miedo, pero cuando estaba al lado de Chad, nada tenía el suficiente poder de aterrarla, al menos no hasta el grado en el que se perdiera en sí misma como le había pasado en anteriores ocasiones, en su casa, en aquella que compartía con su madre y hermanos… en la cual no se sentía cómoda por alguna razón.Adalia se sentó en el sofá del hombre, mirándole desde los pies hasta la cabeza. Él se asomó por la ventana.—Los noticieros dijeron que hoy habría lluvia violenta todo el día —le murmuró a la rubia, que empezó a comer sus uñas de manera ansiosa.Violenta… como la pasión de Derek.—¿No dijeron cuando pasaría?—No. —Chaddiel la miró; odiaba lo diferente que ella lucía, no lo odiaba porque no se viera hermosa, lo odiaba porque todo era culpa de un monstruo. Aquellos lentes de contacto ocultaban el verdadero color de sus ojos, su cabello no era largo, se veía preciosa, pero preciosa desde el dolor; lo odiaba, todos aquellos