- ¡Quiero que salgas de aquí, Catriel!- Pero...- ¡Vete, por favor! - supliqué.Él no insistió. Dio media vuelta y se alejó, mientras yo trataba de resistirme a esa nalga marcada por mis uñas, haciéndome sonrojar al recordar lo que habíamos hecho.Catriel se puso la camisa rápidamente, abrochando los botones al revés. No se subió el cierre del pantalón y tomó su blazer en la mano. Caminó hacia la puerta y me miró antes de salir:- ¿Seguro que quieres que acabe así?- Sí... - Fingí firmeza, pero el corazón me sangraba por dentro.Vi cómo se abría la puerta y Catriel Levi Mallet salía de mi habitación, completamente destrozado. Pero no más que yo, que dejaba correr las lágrimas por mi rostro. La pasión no era amor. Yo quería ser amada. Y Catriel no había hablado de amor. Aparte de que no creía que mereciera tenerme tan fácilmente. Más aún con mentiras.Me duché, lamentando tener que quitar su olor de mi cuerpo, así como su saliva. Me encontré recorriendo con mis dedos cada parte de mi
- ¡Puedo explicarlo, Aimê!Odette y Lucca regresaron, mirándonos fijamente:- ¡Tenemos que irnos! Son más de las diez.Sacudí la cabeza, atónita, sin dejar de mirar a Max:- ¡Yo lo defendí, carajo! ¿Para qué?- Aimê, sea lo que sea lo que estáis discutiendo Max y tú, ahora no es el momento. Hay varias personas en esa sala esperando el discurso de los reyes y Lucca y tú tenéis que aseguraros de que no se diga nada. - Odette era sabia.Respiré hondo y seguí a Odette y Lucca, con Max detrás de mí. Quería impedir que se acercara más. Pero por el momento, la decepción con él era el menor de mis problemas.Uno de los uniformados del hotel nos abrió la puerta para entrar en la sala de prensa, tan abarrotada que los periodistas estaban de pie, pues no había sillas suficientes para todos los presentes. Y en la mesa blanca, con base de cristal y sillas tapizadas de negro con micrófonos individuales sujetos al banco, estaban el rey Colton Levi Mallet, el rey Estevan D'Auvergne Bretonne y dos asi
¿Era posible que una boca hubiera nacido para estar en la tuya? Sentí que cada centímetro de mi cuerpo reaccionaba al simple contacto de Catriel Levi Mallet.- ¡Todo el mundo ha visto que dicen la verdad! - Escuché la voz de mi padre junto a nosotros, soltando a Catriel de inmediato mientras nuestras lenguas se resistían a separarse, nuestros cuerpos separándose y nuestros labios aún juntos.A quien corresponda: estábamos juntos y nos amábamos. Y era casi imposible no creerlo. Yo misma creía que nos casaríamos, que él me amaba y que seríamos felices para siempre. Catriel era mi príncipe... Hasta tenía un caballo blanco.Como si fuera suficiente: ¡el caballo blanco! Me reí de mí mismo con aquel pensamiento infantil, que me había acompañado desde la infancia, junto con Andrew Chevalier. ¡Ah, Andrew Chevalier! Había sido sustituido por Catriel Levi Mallet desde que mis ojos se cruzaron por primera vez con las nalgas del príncipe del País del Mar.Una vez que los guardias de seguridad hub
- Aimê no hablará contigo a solas. - Catriel fue categórico.- Tú no eres su jefe -replicó Max-. - No tienes ningún derecho sobre la princesa de Alpemburgo.Reí con incredulidad:- ¿Derechos? Nadie tiene derechos sobre mí... Ni Catriel, ni tú tampoco, Max, después de tu traición a tu futura reina.- Tienes que escuchar mi versión. Te juro que puedo explicarlo, Aime.- ¡No hay nada que explicar, Max! - argumentó Catriel.- Hasta entonces pensaba que habías sido tú quien había hecho correr la voz por los cuatro rincones del mundo de que querías condenar a la princesa de Alpemburgo y verla pagar por el crimen que había cometido. ¿En qué me diferenciaba yo de ti?- Yo no hice la denuncia. Esa era nuestra diferencia.- Aún así no la creíste. Y te creíste con derecho a juzgarla, sin darle siquiera la oportunidad de explicarse.- Max, estoy dispuesta a escuchar tus razones -dije, con auténtica curiosidad-.Lo hecho, hecho estaba y no había vuelta atrás. ¿Estaba satisfecho o me gustaba? No, c
- Esperaré a que mis padres asimilen la propuesta de matrimonio de Catriel -explicó Lucca-.- Lo asimilarán mucho más fácilmente que los tuyos, estoy segura. - Catriel asustó aún más a Odette. - Eso no significa que no intente intervenir a tu favor, Odette.-¡Gracias, Alteza! - dijo, inclinándose torpemente.Catriel se rió:- Ya que sales con mi hermano, no tienes por qué hacer esto, Odette.- Lo siento, Alteza. - Ella volvió a inclinarse y luego se llevó la mano a la cara, avergonzada.- Pensé que podríamos conocer un poco de Avalon por la noche. ¿Qué os parece? - preguntó Lucca. - Odette y yo nos arriesgamos y tengo que confesar que nos gustó mucho lo que vimos por allí.- Me parece un poco imposible, dado que mi futura esposa es la persona más buscada por la prensa en estos momentos.- Podemos disfrazarnos -sugerí entusiasmado.- Esto es una locura. - Catriel negó con la cabeza.- ¡Esté loco, Alteza! - Me mordí el labio, mirándolo fijamente.- Si supieras lo vulnerable que soy cuan
Nuestros cuerpos se encontraron cuando Lucca apretó el botón para cerrar la puerta, tomando a Odette para sí en un apasionado beso. Las manos de Catriel terminaron en mi cintura, pero mirarlo así, con el carmín en los labios, era demasiado gracioso.- ¿Le gustaría probar mi pintalabios, Alteza? - se burló. - ¿Mientras bebo tu veneno?me puse seria, mirándolo fijamente:- Catriel, sólo te pido una cosa -dije, apoyando las manos en sus hombros-. - Respeta el compromiso que hiciste conmigo. No te quedes con Ana Julia de manera que me expongas.Catriel sonrió y acercó su rostro al mío, susurrándome al oído:- Yo no haría eso.- I... no te creo.- Dijo la mujer que pretende dejarme en el altar el día de mi boda.- Eso... Era sólo una hipótesis.- No hay la menor posibilidad de que la cambien por la duquesa Anna Julia Cappel, Alteza.No tuve tiempo de responder cuando se abrió la puerta del ascensor. Salimos y los reyes de Bélgica y Dinamarca nos miran fijamente antes de entrar. Hasta que s
- Me refiero a todo. Me tienes miedo. Y no voy a hacerte daño... Ni hacerte ningún daño. - Se detuvo y me agarró de los hombros, haciéndome mirarle.- Todavía me duele el corazón por las palabras que ya me ha dicho... Y las escenas que he visto.- Tienes que darme una oportunidad para demostrar que soy mejor que la versión de mí misma que te presenté.- Pregúntame esto... ¿Llevar pintalabios y pendientes? - Me reí, atónita.- Sí... Te lo pido de todo corazón. No suelo abrirme mucho a la gente. Y ésta es mi manera. ¡Has traspasado todas las barreras, Aimê! Cuando entraste en mi estudio, cuando me pegaste, cuando me salpicaste pintura, cuando tiraste mis cuadros...- No fue mi intención.- Cuando me dejaste tocarte, cuando te entregaste a mí... Eligiéndome entre cualquier hombre que pudieras tener. Conociste a Siena... Y aunque sabías que mi sobrina en esa habitación estaba completamente loca, me diste un voto de confianza cuando te dije que no corría peligro. Lograste que te hablara de
- "No creo que hablar de la muerte haga agradable nuestra velada", mencionó Odette. - ¿No salimos a divertirnos?- Tienes razón -coincidí con mi amiga, aunque aún tenía muchas preguntas que hacerle a Catriel-. - Creo que será mejor que hablemos de cosas alegres.- ¿Como cuáles? - Lucca estaba interesada.- ¡Como la ropa de Catriel! - me burlé.Todos comenzamos a reír, incluido él.- Creo que deberíamos buscar un lugar sencillo y con poca gente, ya que Lucca y yo no estamos vestidas apropiadamente para una discoteca, por ejemplo.- Aimê va vestida de Barbie deportista -bromeó Odette-.- ¡Y tu ropa tampoco es adecuada, cariño! - Lucca miró a su novia. - No me apetece que me detengan por pegar a cualquiera que se atreva a mirarla.- Así que busquemos un sitio agradable. Creo que cuanta más gente haya, más probabilidades habrá de que nos reconozcan. Y aquí hay una cosa que no quiero hoy: ¡atención! - dije.Con todos de acuerdo, caminamos hasta encontrar un pequeño pub con música en direct