- "No creo que hablar de la muerte haga agradable nuestra velada", mencionó Odette. - ¿No salimos a divertirnos?- Tienes razón -coincidí con mi amiga, aunque aún tenía muchas preguntas que hacerle a Catriel-. - Creo que será mejor que hablemos de cosas alegres.- ¿Como cuáles? - Lucca estaba interesada.- ¡Como la ropa de Catriel! - me burlé.Todos comenzamos a reír, incluido él.- Creo que deberíamos buscar un lugar sencillo y con poca gente, ya que Lucca y yo no estamos vestidas apropiadamente para una discoteca, por ejemplo.- Aimê va vestida de Barbie deportista -bromeó Odette-.- ¡Y tu ropa tampoco es adecuada, cariño! - Lucca miró a su novia. - No me apetece que me detengan por pegar a cualquiera que se atreva a mirarla.- Así que busquemos un sitio agradable. Creo que cuanta más gente haya, más probabilidades habrá de que nos reconozcan. Y aquí hay una cosa que no quiero hoy: ¡atención! - dije.Con todos de acuerdo, caminamos hasta encontrar un pequeño pub con música en direct
Catriel suspiró, mirando nuestras manos unidas:- Te juro que te lo diré, Aimê. Pero no hoy... Y no ahora.- Si te casas conmigo, no tendrás hijos, Catriel.- Ariel me dijo una vez que si algo te pasara, querría que yo criara a Siena. Y así lo haré, Aimê. Tener un hijo nunca fue uno de mis deseos.- Sería toda una vida... Sólo nosotros dos.- Y Siena. - Sonrió y apretó mis dedos entre sus manos.Me mordí el labio mientras Catriel decía- ¡No te pongas nervioso, monstruito! Te estoy siendo sincero. Y gracias por decirme la verdad. Tus respuestas me han sorprendido, créeme.- Así que sé sincera y cuéntame algo que te entristezca.- Durante dos años me entristeció el dolor de perder a Ariel. Hoy lo que más me entristece es estar lejos de ti.Ahora me mordí el labio con fuerza. Catriel se levantó y acercó la silla a mi lado, abrazándome.Todavía tenía preguntas, pero nos interrumpió el mozo:- ¿Quieren pedir algo de beber?- Agua con gas. - Catriel fue categórico.- Agua sin gas -respondí
- ¿Sasha? - Sentí que mis manos temblaban mientras una de ellas seguía en su agarre.Observé a Catriel parado entre el área privada de vidrio y el espacio colectivo, mientras me miraba fijamente. Sus ojos eran sencillamente fríos, como los recordaba tan recientemente.Vi que el hombre que acababa de conocer aún sostenía mi mano entre las suyas y la retiré de inmediato.Catriel se acercó sin prisa, con sus ojos fijos en los míos. En cuanto se encontró con nosotros, miró a los hombres:- Buenas noches, muchachos.Donatello arqueó una ceja sorprendido:- ¿Alteza?- Yo mismo, príncipe del País del Mar -confirmó Catriel.Donatello sonrió, confundido, mirando anhelante a los príncipes:- ¿Qué está pasando aquí?- Nos disfrazamos para intentar pasar una noche tranquila sin ser reconocidos -expliqué.- ¡Os habéis olvidado de hacer la reverencia! - les recordó Catriel.- Ya que estáis disfrazados para que no os reconozcan, ¡no creo que sea buena idea, Alteza! - A Donatello no pareció gustarle
- ¿Por qué contrataron a Donatello? ¿Por qué no a otro, a través de una selección de profesionales? Si fuera lo suficientemente bueno, habría ganado el trabajo en una evaluación de competencias.- Lo hice para intentar enmendar lo que le había hecho.- Y tenía mal carácter porque aceptó que le compraran.- ¡Yo no le compré! - Mi voz cambió.- ¿Te das cuenta de que si hubiera sido un hombre honesto, te habría delatado y no habría aceptado el trabajo que le ofreciste? Recuerdo que me dijiste que le habías hablado a un "amigo" de mi trabajo. No era tu amigo si publicó algo sin tu autorización. Por no hablar de que eres su contratista. ¿Por qué no lo echaste?- ¡Qué mierda, Catriel! - Le solté la mano y caminé hacia adelante, sin querer escuchar sus quejas cuando me llamó la atención.Corrió detrás de mí para alcanzarme y volvió a tomar mi mano, que hice ademán de soltar.- Eh, ¿qué ha pasado? - oí la voz de Odette.Me di la vuelta y la vi a ella y a Lucca corriendo hacia nosotros.- Enco
Lucca y Odette terminaron su beso, pilladas in fraganti, y ella se levantó inmediatamente:- ¡Su Majestad! - Ella se inclinó, avergonzada.- ¿Por qué bebes, Catriel? - La voz de la reina resonó lo suficientemente fuerte como para atraer la atención de unas cuantas personas que estaban de pie alrededor.Catriel suspiró antes de responder en voz baja:- Tengo veintidós años, edad suficiente para no tener que contarle a mi madre todo lo que hago.- Tú... Nunca me has hablado así. - Su tono era de decepción.- Hay una primera vez para todo, mamá.- Esta cosa horrible en tu vaso fue la causa de la muerte de tu hermana. - Vi el dolor en sus ojos.- Y Catriel no tuvo la culpa. No puedes castigarte para siempre por lo que pasó. - Lucca salió en defensa de su hermano.- Fue decisión suya no beber y no dejar que nada alcohólico entrara en el castillo. Nunca fue mía.- Es adulto y puede tomar sus propias decisiones -insistió Lucca.- ¿Y qué hay de ti? ¿Crees que con diecinueve años eres lo basta
Salí del bar y Catriel me siguió. Pero cuando me dirigía a la recepción para tomar el ascensor, me di cuenta de que se había ido en dirección contraria, hacia la zona de la piscina.Miré el reloj y ya era más de medianoche. Dejarlo allí, en su primera copa, solo, habría sido demasiado arriesgado. Yo misma sabía exactamente cuáles podían ser las consecuencias. Por no hablar de que la sensación de que tenía que protegerle y estar con él en cualquier situación era más fuerte que yo.Apenas lo alcancé en la zona de la pileta, vi que Catriel se sacaba toda la ropa y tiraba los pantalones mientras se arrojaba al agua tibia.- ¡Hay cámaras por todo el puto hotel! - grité.- ¡Carajo! - Sonrió y se zambulló directamente.Me detuve en el borde de la piscina azul oscuro, formada por diminutos cuadrados de cerámica que formaban su interior. Podía ver la oscuridad a través del cristal de la calle, mezclada con el vapor.Se zambulló completamente desnudo y cuando volvió a subir sonrió de esa manera
Con gran dificultad, luego de una convincente conversación, logré llevar a Catriel a su habitación. Tuve que secarlo, ponerle la ropa de todos modos y cuidarlo en el ascensor para que no abriera la boca cuando una pareja entró junto a nosotros.Catriel abrió la puerta y observé su suite, que era exactamente igual a la mía.- Necesitas una ducha", le dije.- Ya me he duchado... Hasta ahora -me desafió.- Me refiero a la ducha, "príncipe".- Ni hablar... - se quejó, tumbándose en la cama con el cuerpo cruzado sobre el colchón.Suspiré resignada. Catriel ya era bastante difícil de tratar sin estar borracho. Bajo los efectos del alcohol se volvía casi insoportable.Me senté a su lado y me tiró sobre su cuerpo. Estar encima de él me excitaba completamente, pero aun así intenté contenerme. Le brillaban los ojos y lo único que hice fue acariciarle la mejilla cariñosamente:- Tienes que dormir. Mañana tenemos cosas que hacer.- ¿Qué cosas?- Obligaciones como futuros monarcas de nuestros país
- ¡Yo también te amo, Aimê! - murmuró, con los ojos cerrados, pareciendo dormido mientras se daba vuelta y me arropaba contra su cuerpo.Cerré los ojos y me quedé allí, cerca de Catriel, sintiendo una felicidad completamente diferente a la que había experimentado antes. Ahora entendía todo lo que mis padres habían dicho sobre el amor y la persona adecuada.Me desperté sintiendo la luz, aunque tenía los párpados cerrados. Entrecerré los ojos y los abrí para encontrarme con Catriel vestida con nada más que una toalla blanca envuelta alrededor de su cintura, pintando la pared de la habitación del hotel en la que estábamos.Giró su cara hacia mí y yo estaba completamente sonrojada... Y emocionada.- ¡Buenos días, Bella Durmiente! - Me sonrió, rozando de blanco la parte de mis párpados cerrados en la gigantesca imagen que estaba pintando de mí.Me levanté de la cama, dándome cuenta de que estaba descalza y llevaba puesta su camisa blanca, sin nada debajo. Me acerqué a él, sintiendo que las