- ¿Por qué contrataron a Donatello? ¿Por qué no a otro, a través de una selección de profesionales? Si fuera lo suficientemente bueno, habría ganado el trabajo en una evaluación de competencias.- Lo hice para intentar enmendar lo que le había hecho.- Y tenía mal carácter porque aceptó que le compraran.- ¡Yo no le compré! - Mi voz cambió.- ¿Te das cuenta de que si hubiera sido un hombre honesto, te habría delatado y no habría aceptado el trabajo que le ofreciste? Recuerdo que me dijiste que le habías hablado a un "amigo" de mi trabajo. No era tu amigo si publicó algo sin tu autorización. Por no hablar de que eres su contratista. ¿Por qué no lo echaste?- ¡Qué mierda, Catriel! - Le solté la mano y caminé hacia adelante, sin querer escuchar sus quejas cuando me llamó la atención.Corrió detrás de mí para alcanzarme y volvió a tomar mi mano, que hice ademán de soltar.- Eh, ¿qué ha pasado? - oí la voz de Odette.Me di la vuelta y la vi a ella y a Lucca corriendo hacia nosotros.- Enco
Lucca y Odette terminaron su beso, pilladas in fraganti, y ella se levantó inmediatamente:- ¡Su Majestad! - Ella se inclinó, avergonzada.- ¿Por qué bebes, Catriel? - La voz de la reina resonó lo suficientemente fuerte como para atraer la atención de unas cuantas personas que estaban de pie alrededor.Catriel suspiró antes de responder en voz baja:- Tengo veintidós años, edad suficiente para no tener que contarle a mi madre todo lo que hago.- Tú... Nunca me has hablado así. - Su tono era de decepción.- Hay una primera vez para todo, mamá.- Esta cosa horrible en tu vaso fue la causa de la muerte de tu hermana. - Vi el dolor en sus ojos.- Y Catriel no tuvo la culpa. No puedes castigarte para siempre por lo que pasó. - Lucca salió en defensa de su hermano.- Fue decisión suya no beber y no dejar que nada alcohólico entrara en el castillo. Nunca fue mía.- Es adulto y puede tomar sus propias decisiones -insistió Lucca.- ¿Y qué hay de ti? ¿Crees que con diecinueve años eres lo basta
Salí del bar y Catriel me siguió. Pero cuando me dirigía a la recepción para tomar el ascensor, me di cuenta de que se había ido en dirección contraria, hacia la zona de la piscina.Miré el reloj y ya era más de medianoche. Dejarlo allí, en su primera copa, solo, habría sido demasiado arriesgado. Yo misma sabía exactamente cuáles podían ser las consecuencias. Por no hablar de que la sensación de que tenía que protegerle y estar con él en cualquier situación era más fuerte que yo.Apenas lo alcancé en la zona de la pileta, vi que Catriel se sacaba toda la ropa y tiraba los pantalones mientras se arrojaba al agua tibia.- ¡Hay cámaras por todo el puto hotel! - grité.- ¡Carajo! - Sonrió y se zambulló directamente.Me detuve en el borde de la piscina azul oscuro, formada por diminutos cuadrados de cerámica que formaban su interior. Podía ver la oscuridad a través del cristal de la calle, mezclada con el vapor.Se zambulló completamente desnudo y cuando volvió a subir sonrió de esa manera
Con gran dificultad, luego de una convincente conversación, logré llevar a Catriel a su habitación. Tuve que secarlo, ponerle la ropa de todos modos y cuidarlo en el ascensor para que no abriera la boca cuando una pareja entró junto a nosotros.Catriel abrió la puerta y observé su suite, que era exactamente igual a la mía.- Necesitas una ducha", le dije.- Ya me he duchado... Hasta ahora -me desafió.- Me refiero a la ducha, "príncipe".- Ni hablar... - se quejó, tumbándose en la cama con el cuerpo cruzado sobre el colchón.Suspiré resignada. Catriel ya era bastante difícil de tratar sin estar borracho. Bajo los efectos del alcohol se volvía casi insoportable.Me senté a su lado y me tiró sobre su cuerpo. Estar encima de él me excitaba completamente, pero aun así intenté contenerme. Le brillaban los ojos y lo único que hice fue acariciarle la mejilla cariñosamente:- Tienes que dormir. Mañana tenemos cosas que hacer.- ¿Qué cosas?- Obligaciones como futuros monarcas de nuestros país
- ¡Yo también te amo, Aimê! - murmuró, con los ojos cerrados, pareciendo dormido mientras se daba vuelta y me arropaba contra su cuerpo.Cerré los ojos y me quedé allí, cerca de Catriel, sintiendo una felicidad completamente diferente a la que había experimentado antes. Ahora entendía todo lo que mis padres habían dicho sobre el amor y la persona adecuada.Me desperté sintiendo la luz, aunque tenía los párpados cerrados. Entrecerré los ojos y los abrí para encontrarme con Catriel vestida con nada más que una toalla blanca envuelta alrededor de su cintura, pintando la pared de la habitación del hotel en la que estábamos.Giró su cara hacia mí y yo estaba completamente sonrojada... Y emocionada.- ¡Buenos días, Bella Durmiente! - Me sonrió, rozando de blanco la parte de mis párpados cerrados en la gigantesca imagen que estaba pintando de mí.Me levanté de la cama, dándome cuenta de que estaba descalza y llevaba puesta su camisa blanca, sin nada debajo. Me acerqué a él, sintiendo que las
¡Me sentía tan protegida y querida! Se preocupaba por mí y por cómo había empezado mi vida sexual. Podría haberse preocupado por su propio placer. Pero me puso por encima de sí mismo.Catriel me recogió del suelo, levantándome y llevándome a la cama. Me abrió la camisa a la fuerza, arrancándome todos los botones, dejándome completamente desnuda. Me observó un rato antes de alisar mi vientre hacia mis pechos. Todavía de pie, me devoraba literalmente con los ojos:- Eres la perfección en forma de mujer, Aimê... Estoy completamente loco por tu cuerpo... Tus ojos... Toda tú.Doblé las piernas, apoyando los pies en el costado del colchón y me burlé:- ¡Entonces cógeme, Catriel! Sin piedad. Acabá conmigo.No sonrió. Sus ojos azules se convirtieron en dos bolas de fuego y me atrajo hacia él, arrodillándome en el borde de la cama.Sentí su lengua caliente en mi coño, lamiendo, chupando, mordiendo... Y no había tiempo para asimilar cada sensación con calma, porque parecía que hubiera mil hombr
- Oímos gritos desde el pasillo. Por suerte sólo estamos nosotros en este piso. Te comprometiste con Aimê. ¡Le debes respeto, mocoso!- I... La respeto. - Catriel intentó defenderse, mientras sus padres continuaban:- ¿Qué haremos si los D'Auvergne Bretonne se enteran de esto?- La propia Aimê, a la que seguro que le gustas y...Salí tímidamente de detrás de la puerta, sujetándome la parte delantera de la camisa para que no se abriera:- Hola... Majestades. - Saludé con la mano libre, intentando parecer natural, pero lejos de conseguirlo.Oí suspirar a la reina Nair y la tensión abandonar al rey Colton.- ¡Ah, querida! Pensé que... No eras... ¡Tú! - confesó con una sonrisa incómoda.- He sido yo. E... Si fuera otro, tu hijo estaría en problemas, ¡créeme! Yo descuartizaría al príncipe. - Miré a Catriel con seriedad.Catriel se echó a reír y luego me abrazó:- ¡No te preocupes! No traicionaría a mi prometida -me aseguró-.- Me alegra tanto verte así... No sabes cuánto he deseado que os
- I... Todavía no sé lo que Odette ha preparado para el baile... - Dije, confundida por la forma en que había cambiado de tema tan repentinamente.La reina Nair se dirigió hacia la puerta y el rey la siguió. Antes de marcharse, me miró y me dedicó una sonrisa triste:- Nos vemos... En el baile.Asentí y cerró la puerta, dejándome con Catriel.- ¡Odette no se merece esto! - No pude contenerme.- Mi mamá va a cambiar de opinión. Necesita tiempo.- No creí que fuera tan difícil.- Mi madre nació en la realeza, al igual que mi padre. Fue criada rígidamente en una familia muy tradicional. Los viejos hábitos aún rigen en su mente. Pero es posible cambiar... Poco a poco. Mi padre trajo la historia de Ariel, de la que aún se culpa. Estoy seguro de que ella pensará un poco diferente una vez que mencionemos el pasado. Ella nunca querría que le pasara nada a Lucca y que él no hubiera sido feliz por su culpa.- Eso espero... Que ella lo piense. Lucca y Odette parecen estar muy enamorados.Catriel