EL REY Y LA REINA

¡Me sentía tan protegida y querida! Se preocupaba por mí y por cómo había empezado mi vida sexual. Podría haberse preocupado por su propio placer. Pero me puso por encima de sí mismo.

Catriel me recogió del suelo, levantándome y llevándome a la cama. Me abrió la camisa a la fuerza, arrancándome todos los botones, dejándome completamente desnuda. Me observó un rato antes de alisar mi vientre hacia mis pechos. Todavía de pie, me devoraba literalmente con los ojos:

- Eres la perfección en forma de mujer, Aimê... Estoy completamente loco por tu cuerpo... Tus ojos... Toda tú.

Doblé las piernas, apoyando los pies en el costado del colchón y me burlé:

- ¡Entonces cógeme, Catriel! Sin piedad. Acabá conmigo.

No sonrió. Sus ojos azules se convirtieron en dos bolas de fuego y me atrajo hacia él, arrodillándome en el borde de la cama.

Sentí su lengua caliente en mi coño, lamiendo, chupando, mordiendo... Y no había tiempo para asimilar cada sensación con calma, porque parecía que hubiera mil hombr
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