- Esperaré a que mis padres asimilen la propuesta de matrimonio de Catriel -explicó Lucca-.- Lo asimilarán mucho más fácilmente que los tuyos, estoy segura. - Catriel asustó aún más a Odette. - Eso no significa que no intente intervenir a tu favor, Odette.-¡Gracias, Alteza! - dijo, inclinándose torpemente.Catriel se rió:- Ya que sales con mi hermano, no tienes por qué hacer esto, Odette.- Lo siento, Alteza. - Ella volvió a inclinarse y luego se llevó la mano a la cara, avergonzada.- Pensé que podríamos conocer un poco de Avalon por la noche. ¿Qué os parece? - preguntó Lucca. - Odette y yo nos arriesgamos y tengo que confesar que nos gustó mucho lo que vimos por allí.- Me parece un poco imposible, dado que mi futura esposa es la persona más buscada por la prensa en estos momentos.- Podemos disfrazarnos -sugerí entusiasmado.- Esto es una locura. - Catriel negó con la cabeza.- ¡Esté loco, Alteza! - Me mordí el labio, mirándolo fijamente.- Si supieras lo vulnerable que soy cuan
Nuestros cuerpos se encontraron cuando Lucca apretó el botón para cerrar la puerta, tomando a Odette para sí en un apasionado beso. Las manos de Catriel terminaron en mi cintura, pero mirarlo así, con el carmín en los labios, era demasiado gracioso.- ¿Le gustaría probar mi pintalabios, Alteza? - se burló. - ¿Mientras bebo tu veneno?me puse seria, mirándolo fijamente:- Catriel, sólo te pido una cosa -dije, apoyando las manos en sus hombros-. - Respeta el compromiso que hiciste conmigo. No te quedes con Ana Julia de manera que me expongas.Catriel sonrió y acercó su rostro al mío, susurrándome al oído:- Yo no haría eso.- I... no te creo.- Dijo la mujer que pretende dejarme en el altar el día de mi boda.- Eso... Era sólo una hipótesis.- No hay la menor posibilidad de que la cambien por la duquesa Anna Julia Cappel, Alteza.No tuve tiempo de responder cuando se abrió la puerta del ascensor. Salimos y los reyes de Bélgica y Dinamarca nos miran fijamente antes de entrar. Hasta que s
- Me refiero a todo. Me tienes miedo. Y no voy a hacerte daño... Ni hacerte ningún daño. - Se detuvo y me agarró de los hombros, haciéndome mirarle.- Todavía me duele el corazón por las palabras que ya me ha dicho... Y las escenas que he visto.- Tienes que darme una oportunidad para demostrar que soy mejor que la versión de mí misma que te presenté.- Pregúntame esto... ¿Llevar pintalabios y pendientes? - Me reí, atónita.- Sí... Te lo pido de todo corazón. No suelo abrirme mucho a la gente. Y ésta es mi manera. ¡Has traspasado todas las barreras, Aimê! Cuando entraste en mi estudio, cuando me pegaste, cuando me salpicaste pintura, cuando tiraste mis cuadros...- No fue mi intención.- Cuando me dejaste tocarte, cuando te entregaste a mí... Eligiéndome entre cualquier hombre que pudieras tener. Conociste a Siena... Y aunque sabías que mi sobrina en esa habitación estaba completamente loca, me diste un voto de confianza cuando te dije que no corría peligro. Lograste que te hablara de
- "No creo que hablar de la muerte haga agradable nuestra velada", mencionó Odette. - ¿No salimos a divertirnos?- Tienes razón -coincidí con mi amiga, aunque aún tenía muchas preguntas que hacerle a Catriel-. - Creo que será mejor que hablemos de cosas alegres.- ¿Como cuáles? - Lucca estaba interesada.- ¡Como la ropa de Catriel! - me burlé.Todos comenzamos a reír, incluido él.- Creo que deberíamos buscar un lugar sencillo y con poca gente, ya que Lucca y yo no estamos vestidas apropiadamente para una discoteca, por ejemplo.- Aimê va vestida de Barbie deportista -bromeó Odette-.- ¡Y tu ropa tampoco es adecuada, cariño! - Lucca miró a su novia. - No me apetece que me detengan por pegar a cualquiera que se atreva a mirarla.- Así que busquemos un sitio agradable. Creo que cuanta más gente haya, más probabilidades habrá de que nos reconozcan. Y aquí hay una cosa que no quiero hoy: ¡atención! - dije.Con todos de acuerdo, caminamos hasta encontrar un pequeño pub con música en direct
Catriel suspiró, mirando nuestras manos unidas:- Te juro que te lo diré, Aimê. Pero no hoy... Y no ahora.- Si te casas conmigo, no tendrás hijos, Catriel.- Ariel me dijo una vez que si algo te pasara, querría que yo criara a Siena. Y así lo haré, Aimê. Tener un hijo nunca fue uno de mis deseos.- Sería toda una vida... Sólo nosotros dos.- Y Siena. - Sonrió y apretó mis dedos entre sus manos.Me mordí el labio mientras Catriel decía- ¡No te pongas nervioso, monstruito! Te estoy siendo sincero. Y gracias por decirme la verdad. Tus respuestas me han sorprendido, créeme.- Así que sé sincera y cuéntame algo que te entristezca.- Durante dos años me entristeció el dolor de perder a Ariel. Hoy lo que más me entristece es estar lejos de ti.Ahora me mordí el labio con fuerza. Catriel se levantó y acercó la silla a mi lado, abrazándome.Todavía tenía preguntas, pero nos interrumpió el mozo:- ¿Quieren pedir algo de beber?- Agua con gas. - Catriel fue categórico.- Agua sin gas -respondí
- ¿Sasha? - Sentí que mis manos temblaban mientras una de ellas seguía en su agarre.Observé a Catriel parado entre el área privada de vidrio y el espacio colectivo, mientras me miraba fijamente. Sus ojos eran sencillamente fríos, como los recordaba tan recientemente.Vi que el hombre que acababa de conocer aún sostenía mi mano entre las suyas y la retiré de inmediato.Catriel se acercó sin prisa, con sus ojos fijos en los míos. En cuanto se encontró con nosotros, miró a los hombres:- Buenas noches, muchachos.Donatello arqueó una ceja sorprendido:- ¿Alteza?- Yo mismo, príncipe del País del Mar -confirmó Catriel.Donatello sonrió, confundido, mirando anhelante a los príncipes:- ¿Qué está pasando aquí?- Nos disfrazamos para intentar pasar una noche tranquila sin ser reconocidos -expliqué.- ¡Os habéis olvidado de hacer la reverencia! - les recordó Catriel.- Ya que estáis disfrazados para que no os reconozcan, ¡no creo que sea buena idea, Alteza! - A Donatello no pareció gustarle
- ¿Por qué contrataron a Donatello? ¿Por qué no a otro, a través de una selección de profesionales? Si fuera lo suficientemente bueno, habría ganado el trabajo en una evaluación de competencias.- Lo hice para intentar enmendar lo que le había hecho.- Y tenía mal carácter porque aceptó que le compraran.- ¡Yo no le compré! - Mi voz cambió.- ¿Te das cuenta de que si hubiera sido un hombre honesto, te habría delatado y no habría aceptado el trabajo que le ofreciste? Recuerdo que me dijiste que le habías hablado a un "amigo" de mi trabajo. No era tu amigo si publicó algo sin tu autorización. Por no hablar de que eres su contratista. ¿Por qué no lo echaste?- ¡Qué mierda, Catriel! - Le solté la mano y caminé hacia adelante, sin querer escuchar sus quejas cuando me llamó la atención.Corrió detrás de mí para alcanzarme y volvió a tomar mi mano, que hice ademán de soltar.- Eh, ¿qué ha pasado? - oí la voz de Odette.Me di la vuelta y la vi a ella y a Lucca corriendo hacia nosotros.- Enco
Lucca y Odette terminaron su beso, pilladas in fraganti, y ella se levantó inmediatamente:- ¡Su Majestad! - Ella se inclinó, avergonzada.- ¿Por qué bebes, Catriel? - La voz de la reina resonó lo suficientemente fuerte como para atraer la atención de unas cuantas personas que estaban de pie alrededor.Catriel suspiró antes de responder en voz baja:- Tengo veintidós años, edad suficiente para no tener que contarle a mi madre todo lo que hago.- Tú... Nunca me has hablado así. - Su tono era de decepción.- Hay una primera vez para todo, mamá.- Esta cosa horrible en tu vaso fue la causa de la muerte de tu hermana. - Vi el dolor en sus ojos.- Y Catriel no tuvo la culpa. No puedes castigarte para siempre por lo que pasó. - Lucca salió en defensa de su hermano.- Fue decisión suya no beber y no dejar que nada alcohólico entrara en el castillo. Nunca fue mía.- Es adulto y puede tomar sus propias decisiones -insistió Lucca.- ¿Y qué hay de ti? ¿Crees que con diecinueve años eres lo basta