Toqué su pecho y bajé lentamente la mano, sintiendo la tela de su camisa ligeramente húmeda por el sudor, siguiéndola con la mirada. Cuando llegué a la zona bajo su ombligo, lo miré fijamente:- Tal vez el propósito de Dios al dejarme con vida era éste: encontrarte... Y borrar lo malo de tu vida...- ¡No tengo ninguna duda, mi amor! - Tomó mi barbilla entre sus dedos, levantándola hacia él - Siéntete libre, si quieres... Pues... Tócame. - Se rió, arrugando la frente.-¿Estás seguro? Tu padre... Todavía es nuevo.- De la forma en que le gustabas, puedo apostar que todo lo que querría es vernos así... Juntos. Ya fue bastante difícil dejar ir mi deseo durante la noche. No puedo contenerme más, ¡sobre todo sabiendo que volverás a dejarme, mi amor!Nuestras lenguas se entrelazaron la una con la otra de forma voraz. El beso no era dulce ni suave en absoluto, sino una necesidad de más y más. Sentí que me humedecía mientras acercaba aún más mi cuerpo al suyo, tratando de encontrar el aire que
Antes de que me diera tiempo a pensar nada, sentí su boca succionando mi rígido pezón, y me retorcí bajo su cuerpo, ansiosa y excitada. Catriel succionaba con fuerza, provocándome cierto dolor cuando sus dientes rozaban la sensible piel, lo que me hizo enloquecer aún más por la forma en que me tocaba.Su cálida lengua saboreó cada pecho por separado, disfrutando del sabor de la sandía en toda mi piel. Doblé las piernas, empujando su cabeza hacia abajo, segura de lo que quería. Saqué una almohada y la puse bajo mi cabeza mientras le observaba trabajar en mi coño de forma majestuosa.Nuestras miradas se cruzaron brevemente cuando preguntó, con voz débil:- ¿Te gusta?- Mucho... - admití, jadeante, con el corazón acelerado y el cuerpo tembloroso.- Quiero que te corras cuando digas mi nombre. - preguntó.- I... Me encanta llamarte por tu nombre... - confesé.Con los ojos aún clavados en los míos, el príncipe me lamió con avidez, observando cada reacción que provocaba. Era imposible perma
Me bajé de él y me tumbé en el sillón reclinable con la cabeza en el cojín y empecé a reírme.- ¡En serio, Aimê!- I... Pensé que no existía tal cosa. Que podríamos hacer esto todo el tiempo... Sin descanso.- Tal vez puedas. Pero yo no puedo... Y eso es normal. No tengo ningún problema. - Se rió.Me mordí el labio:- ¿Cuánto tarda?- Depende... Pero puedo apostar a que se te pondrá dura en poco tiempo.- ¿Puedo hacer algo? - Arqueé una ceja, curiosa.- Claro que puedes -se arrodilló sobre mí, con una pierna a cada lado.- ¿Cómo?- Puedes correrte otra vez mientras me esperas...- ¿Qué querés decir?Catriel separó mis piernas y frotó su mano sobre su propio semen, que comenzaba a secarse, esparciendo lo que quedaba sobre mí. Luego tocó mi punto de placer, haciendo movimientos circulares con sus dedos, excitándome por completo:- Movimientos... Circulares... - Susurré, incapaz de contener un gemido.- ¿Te gusta?- Sí... - Asentí, abriendo aún más las piernas.Catriel siguió estimulándo
La reportera entró, acompañada de un camarógrafo. Hizo una reverencia mientras saludaba a los presentes, dándoles las gracias:- Alteza, gracias por acordarse de mí al conceder esta entrevista. - La mirada de la joven era de admiración hacia el Príncipe Heredero.Tomé la mano de Catriel y le dije:- Creo que será mejor que comencemos de inmediato.- Estoy de acuerdo, mi amor.Noté su cara de sorpresa cuando Catriel me llamó "amor". Por supuesto, cualquiera que siguiera las noticias de la realeza sólo se había enterado de la parte en que los dos nos comprometimos y nos separamos a los pocos días en Avalon.Nos sentamos uno al lado del otro en el cómodo y exquisito sofá beige de cuero genuino. El reportero tomó asiento junto a Catriel y el camarógrafo se sentó frente a nosotros. Lucca y Odette se sentaron una al lado de la otra, pero no en el encuadre de la película.La mujer miró su reloj:- Me doy cuenta de que tenemos poco tiempo, Alteza. Por eso no le haré preguntas irrelevantes.-
- Nuestra madre no está en condiciones de opinar en este momento, Odette. - Lucca se sinceró.La reina no salía de sus aposentos ni siquiera para cenar. Aunque estábamos los cuatro juntos, nadie tenía apetito. Se seguía echando de menos al rey en todas las estancias del castillo.Fui a la habitación de Catriel mientras él solucionaba algunos asuntos políticos, ya que todas mis pertenencias habían sido depositadas allí. No tardó en entrar, encontrándome tumbado en la cama, leyendo.- Me apoderé de su habitación sin siquiera preguntarle. - Le miré.- Incluso con la tienda que te cubre, tienes la piel enrojecida. - observó Catriel.- ¿Cómo te sientes?- ¿Sinceramente? Contento de no haber ocultado a la gente que mi padre fue envenenado. Y contento de que al menos hayas intentado hablar con tu gente y alertarlos de lo ridículos que están siendo.- ¡Mañana volveré a casa! - suspiré, asustada.- ¿Tienes miedo?- Un poco. Pero al menos me libraré de todo esto de una vez por todas.- ¡Una par
Tragué saliva y la abracé, intentando contener las lágrimas. ¿Qué coño le estaban haciendo a ese niño? No era justo. Necesitaba salir de aquella habitación, ver mundo, relacionarse con otros niños. Y volver a ver a su padre, si es que seguía vivo.- ¿Cuánto querías a tu padre? - le pregunté.- Siena quería a papá y a mamá. - Sonrió, repitiendo.- Siena quería a Gato, a Lucca, a la abuela... Y a Aimê. - Lo intenté.- Siena, ¡el amor de mamá y papá! - Objetó ella, cruzándose de brazos y entrecerrando los ojos con fastidio.- Amor mío, te prometo que intentaré ayudarte, aunque sea lo último que haga en País del Mar.- ¿Volverás, Aimê?- I... Realmente espero que sí. Y si puede ser pronto, ¡aún mejor! - Sonreí, mordiéndome el labio nerviosamente después - Pero espero que cuando lo hagas, no estés más en esta habitación... Que tengas tu libertad.- ¡Me gusta la habitación rosa! - Tú lo has mencionado.- Es que el mundo exterior es colorido.- ¡No me gusta! No sin mamá y papá.Que Dios me d
Sacudí la cabeza, tratando de no enojarme tanto por todo lo que estaba sucediendo. Fui a la habitación de Catriel y entré. Estaba sentado en la cama, leyendo mi libro, completamente concentrado.- Sabía que harías esto. - Dije, con seriedad.- El Sasha de tu sueño... ¿Es él? - Me miró fijamente, atónito.- Sí. Este es el Sasha con el que soñé aquel día en la playa. En realidad nunca existió. Sólo es un personaje de un libro. - Me senté en la cama, mirándole sin camiseta.- Y el hombre que estaba con Donatello... ¿Al que besaste?- Nada más que un Sasha cualquiera... Pura coincidencia.- ¿Coincidencia? - arqueó una ceja- ¿Estás obsesionada con un personaje de libro llamado Sasha y de la nada aparece en tu vida un hombre con el mismo nombre?- Ese Sasha que me presentó Donatello no significa absolutamente nada para mí.- ¡Lo besaste!- Para ponerte celosa, que se acostó con medio mundo antes que yo.- ¡Pero si era un puto desconocido!- Quiero saber todo sobre el padre de Siena... Y aho
- Aimê... ¿Adónde vas? - preguntó Catriel, prácticamente corriendo detrás de mí mientras caminaba por el pasillo.- Dormiré en la habitación de Siena. Sinceramente, no podría dormir contigo sabiendo todo esto.- Pero... Mañana te vas... Y tal vez no nos volvamos a ver... Al menos no por un tiempo.- Tienes que deshacer todas estas mentiras, Cat. Si amas a Siena tanto como dices, no puedes dejarla vivir encerrada en una habitación para siempre.- No es para siempre...- ¿Hasta cuándo? ¿Has decidido cuándo será libre? ¿O tu madre está pensando en decirle a la gente que tiene una nieta cuando cumpla 18? ¿Y si, cuando cumpla 18, piensa que la niña no debe salir de su habitación porque es hija de un hombre que no es de la realeza? ¿Te das cuenta de que todo esto está mal?- Me doy cuenta. ¡Pero si digo la verdad, Olavo se llevará a la niña! Y ella es todo lo que queda de Ariel.- Si yo fuera él, después de tanta mentira, no les dejaría volver a ver a la niña. Y le contaría al mundo entero