El reportero (II)

Me bajé de él y me tumbé en el sillón reclinable con la cabeza en el cojín y empecé a reírme.

- ¡En serio, Aimê!

- I... Pensé que no existía tal cosa. Que podríamos hacer esto todo el tiempo... Sin descanso.

- Tal vez puedas. Pero yo no puedo... Y eso es normal. No tengo ningún problema. - Se rió.

Me mordí el labio:

- ¿Cuánto tarda?

- Depende... Pero puedo apostar a que se te pondrá dura en poco tiempo.

- ¿Puedo hacer algo? - Arqueé una ceja, curiosa.

- Claro que puedes -se arrodilló sobre mí, con una pierna a cada lado.

- ¿Cómo?

- Puedes correrte otra vez mientras me esperas...

- ¿Qué querés decir?

Catriel separó mis piernas y frotó su mano sobre su propio semen, que comenzaba a secarse, esparciendo lo que quedaba sobre mí. Luego tocó mi punto de placer, haciendo movimientos circulares con sus dedos, excitándome por completo:

- Movimientos... Circulares... - Susurré, incapaz de contener un gemido.

- ¿Te gusta?

- Sí... - Asentí, abriendo aún más las piernas.

Catriel siguió estimulándo
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