Antes de que dijéramos nada, el duque Giancarlo Cappel ya estaba quitando a su esposa de los brazos del rey, mirándolo con celos.
- ¡No me siento bien, mi amor! – se arrojó sobre su marido.
El duque podría haber dicho cualquier cosa, pero no lo hizo. Simplemente levantó a la mujer y se fue.
- La situación entre ustedes parece tensa. - Observé.
- Muy tenso – confirmó Catriel – Creo que el Duque Cappel es una gran oposición para mí en la Corte.
- ¿Pero por qué?
- Tal vez porque cree que la corona debería estar en su cabeza y no en un Levi Mallet, ya que es un pariente lejano de nuestro padre y nuestra madre no pudo tomar el relevo. – Lucca fue quien respondió.
- Pero no quiero atormentarte con esto – dijo Catriel seriamente – Supongo que viniste con una fecha determinada para regresar a Alpemburg…
- Sí. – confirmé antes de que terminara.
Escuché el suspiro resignado del rey:
- ¿Cuándo terminará esto?
- Yo no sé.
- Dentro de dos semanas ella también será coronada... Y nuestras vidas será