Sonreí torpemente al rey Colton:- Catriel me odia.- Eres la única persona en el mundo que puede cambiar a mi hijo. Y lo supe en el momento en que sus ojos se clavaron en los tuyos cuando entraste en ese comedor hace unos días.- Majestad, el coche está listo y el avión espera a la princesa y a su ayudante -dijo uno de los guardias de seguridad.- Tenemos que irnos -dije cogiendo la mano de Odette-. - Gracias de nuevo por todo.Miré hacia lo alto de la escalera, sintiendo una punzada de esperanza de que viniera a despedirse. Pero no podía esperar nada de Catriel. Porque eso era exactamente lo que tenía para ofrecer: nada.Mientras el auto se alejaba, no pude evitar mirar hacia atrás, viendo cómo el castillo se achicaba a medida que la distancia crecía. ¿Por qué me dolía tanto el pecho? ¿Por qué sentía como si me desgarraran el corazón?Sí, me había gustado aquel país, pero no hasta el punto de sentirme tan triste sabiendo que nunca volvería.Respiré hondo y giré la cabeza hacia delan
- No pasa nada, Alteza. - dijo uno de ellos, sin parecer creíble en absoluto.- Por favor... ¡Necesito la verdad! - insistí.- ¡La gente cree que no está preparada para ser reina, Alteza! - aventuró la mayor de ellas. - Se dice que Su Alteza es inmadura, egoísta y... Prefiero no mencionar el resto. Y que quede claro que no es mi opinión.- ¿Qué hay del atropello?- Que atropelló al Sr. Durand, intentó culpar a su guardia de seguridad y cuando eso no funcionó, viajó al País del Mar para escapar de la situación.- ¿Quiere que me condenen?- Hay división de opiniones al respecto.Respiré hondo y sonreí:- Gracias. Era importante para mí saber la verdad.Licué la fruta y probé el zumo, añadiendo una pizca de azúcar. Serví varios vasos y los coloqué sobre el gigantesco mostrador:- Quiero que lo pruebes. Además de ser bueno, induce al sueño. - Me eché a reír. - No sabía que estabas trabajando y no podías dormir. Perdona.- Hay tiempo para echarse una siesta durante el descanso, Alteza. - U
- Depende de lo que sea una fachada o conveniencia para ti. Seguro que no pensamos lo mismo. Después de todo, yo no me quedaría embarazada de un hombre para eludir mi responsabilidad ante la corona.- Estoy segura de que no lo harías. Sólo sería capaz de atropellar a alguien y marcharme, dejando a la víctima desangrándose. ¿Quién lo hizo peor? ¿Tú o yo?- Tú, porque involucraste a tres personas: a ti misma, a tu marido y a un niño inocente en tu vientre. Sin mencionar a Alexia. Y en consecuencia Andy.- ¡Basta ya! - gritó Satini. - No tenéis edad para pelearos por los asientos o discutir como dos niñas mimadas. ¡Ya he tenido bastante! - Tiró la servilleta sobre la mesa.- No quiero que te cases con el príncipe del País del Mar. - Mi padre me miró seriamente.- Ya he tomado una decisión, papá.- Apenas conoces a esta familia.- Sí que la conozco.- ¿Te... ¿Dormiste con él? - preguntó Satini.- No -respondí inmediatamente.- ¿Por qué coño no? Necesito entender... - preguntó Estevan."Po
Hablar con Alexia siempre me tranquilizaba. Nunca había sentido lástima de mí misma y no la sentiría ahora por unas palabras de Pauline.Al día siguiente, fui a casa de Max con Odette, que intentaba disuadirme de volver a contratarle:- No puedes ir tras él otra vez. Ha vuelto a dimitir.- Pero tendrás que explicarle por qué.- Ya sabes por qué: te quiere.- Quiero a Max como mi guardia de seguridad, Odette. No voy a renunciar a eso, ¿entiendes? - La miré fijamente.Ella asintió, dándose por vencida.En cuanto pulsé el timbre, él mismo respondió. Era difícil encontrarlo así: vestido con una sudadera con capucha y unos pantalones del mismo tejido. Iba descalzo y llevaba el pelo revuelto. Y curiosamente, no podía parecer feo.- Alteza. - Hizo una reverencia libertina.Empujé la puerta y entré, sin invitación. Odette entró tras de mí. Cerró la puerta mientras yo me sentaba en el sofá, pidiendo un vaso de agua al ama de llaves.Max se detuvo delante de mí, cruzándose de brazos:- Si has v
- No importa si Lucca ama a Carmela o no. Él la besó.- ¿Y Lucca te prometió algo?Ella rió irónicamente, mirando a la nada:- ¡Claro que no! Ni él podría. Lucca no sabe cumplir promesas. Está comprometido contigo, ¿verdad?Respiré hondo y cerré los ojos:- Creo que me gusta Catriel.Como no hubo respuesta de su parte, abrí los ojos y la encaré:- ¿Escuchaste lo que dije?Se echó a reír.- Odette, ¡lo dije en serio!Mi amiga siguió riéndose un rato hasta que logró contenerse:- No "creo" que te guste Catriel. Estoy completamente segura. De hecho, creo que a todo el mundo le gusta.- É... ¿Tan visible?- Desde el momento en que mencionó su trasero, ¡Alteza! - se burló.Sonreí y negué con la cabeza:- Qué extraño. Nunca imaginé que me gustara alguien y que pudiera hacer tanto daño en mi interior.- ¿Y eso por qué?- Porque no soy correspondida. Y eso duele mucho. Y entiendo perfectamente a Max.- No creo que el príncipe heredero no esté interesado en ti, Aimê.- Catriel está enamorado d
- Será difícil escapar a una condena, por pequeña que sea -dijo seriamente uno de los abogados.Yo seguía mirando la mesa de cristal, como si fuera lo más importante del mundo en aquella reunión.- Alegaremos la verdad. Que no tenía intención de hacerte daño. - Estevan fue tajante.- Cuando ponía la mano en el volante borracha, había un riesgo -dijo el otro.- ¿De qué puto lado estás? - preguntó Satini, furiosa.- Del lado de la princesa, Majestad -se justificó rápidamente-. - Pero aun así, tenemos que hablar con franqueza.- Y el hecho de que el señor Durand no le haya denunciado y se niegue a acusarle, ¿ayuda en algo a mi hija?- Sí, por supuesto, Majestad. Pero sigue sin exonerarla de culpa.- Si mi hija es condenada, yo ocuparé su lugar -dijo Satini.Levanté la vista y me enfrenté a ella:- ¡No, no lo harás! Asumiré la culpa y cumpliré la condena, sea la que sea. Quiero librarme de esta mierda de una vez por todas.- ¿Y la coronación, doctor? - preguntó mi padre.- No cambiaremos
- ¿No sabes quién hizo la denuncia? - Frunció el ceño, sorprendido.- No lo sé.- Pero tu padre es el rey. Podría convencer a alguien para que lo nombrara.- Mi padre es Estevan D'Auvergne Bretonne, Donatello. Él nunca haría eso. Intenta protegerme en todo de lo que está pasando, pero porque es mi padre. Como rey, no se aprovecharía del título que lleva.- Por eso es uno de los mejores reyes de la historia de Alpemburgo: ético, responsable y concienzudo. ¿Pero no tienes curiosidad por saberlo?- I... Más o menos ya lo sé -confesé, haciendo una mueca-.- ¿Quieres que escriba algo al respecto?- ¿Sobre qué?- Que en realidad tú no tuviste la culpa de lo que pasó.- Pero fui culpable, Donatello.- Estaba borracha. No sabía lo que hacía.- Pero fui doblemente culpable, porque bebí y luego lo golpeé. He intentado absolverme de culpa innumerables veces, lo confieso, pero es inútil. Soy culpable. Y cuanto antes pague por ello, mejor.- Sabes que la gente de Alpemburg está un poco enfadada po
- ¡No te decepciones tanto! Seguro que Lucca también llamará. - Escuché la risa irónica al otro lado de la línea.- ¿Qué querés?- I... Escuché lo que pasó. Perdona.- ¿De qué estás hablando? ¿El hecho de que seré juzgado por tu denuncia?- Yo no te denuncié, Aime.- ¡Alégrese, Alteza! Seré juzgada y condenada. Y finalmente estaré libre de la culpa que cargo. Y entonces podrás apoyar la cabeza en la almohada y dormir tranquila, ya que estaré encerrada.- ¡No he sido yo! - reafirmó ella, lentamente.- Catriel, ¡no se puede negar! La Duquesa me dijo que no descansarías hasta verme pagar por lo que hice.- Eso fue antes de...- ¿Antes de qué?- De conocerte en persona.- ¿Qué cambió? Atropellé a Donatello de la misma manera, Catriel. ¿Por qué me odias tanto?- ¡Ojalá pudiera odiarte tanto como dices que te odio, Aime! ¿No fue suficiente que dijera que hacías que el tiempo pasara lo suficientemente lento como para sentir cada segundo de tu presencia?- Acabo de recibir una pedrada en la c