ODETTE

Hablar con Alexia siempre me tranquilizaba. Nunca había sentido lástima de mí misma y no la sentiría ahora por unas palabras de Pauline.

Al día siguiente, fui a casa de Max con Odette, que intentaba disuadirme de volver a contratarle:

- No puedes ir tras él otra vez. Ha vuelto a dimitir.

- Pero tendrás que explicarle por qué.

- Ya sabes por qué: te quiere.

- Quiero a Max como mi guardia de seguridad, Odette. No voy a renunciar a eso, ¿entiendes? - La miré fijamente.

Ella asintió, dándose por vencida.

En cuanto pulsé el timbre, él mismo respondió. Era difícil encontrarlo así: vestido con una sudadera con capucha y unos pantalones del mismo tejido. Iba descalzo y llevaba el pelo revuelto. Y curiosamente, no podía parecer feo.

- Alteza. - Hizo una reverencia libertina.

Empujé la puerta y entré, sin invitación. Odette entró tras de mí. Cerró la puerta mientras yo me sentaba en el sofá, pidiendo un vaso de agua al ama de llaves.

Max se detuvo delante de mí, cruzándose de brazos:

- Si has v
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