Creo que ha sido una mala idea, pero no me arrepiento de haber salido de esa casa antes de que el sol estuviera adentrándose por cada maldita ventana. Ahora mismo arrastro mi maleta por la vereda de la casa de mi abuela... sí, aún no estoy fuera de Tehachapi y hay una buena razón pqra explicar eso. El dinero, mi cuenta bancaria está vacía y Hannover no me ha contestado las llamadas. Él siempre es mi banco, me presta dinero cada que necesito, pero esta vez no me ha contestado ninguna de mis llamadas de auxilio, así que este es plab B. Quizás no pude regresar a Los Ángeles, pero puedo quedarme un momento aquí, en la casa de mi abuela. Está abandonada, sucia, pero al final, solo estaré yo y solo yo.Saco las llaves de la puerta y la abro. El olor a humedad es el que me da la bienvenida, miro el suelo, está lleno de basura. Platos desechables, vasos y botellas de alcohol en el suelo. Eso solo puede ser obra de mi padre, creo que no está aquí, así que entro sin miedo de que él salga de la
—¿Qué?— responde a mis espaldas Sebastian. Maxine se ha ido, se ha ido de la maldita casa.— ¿Por qué haría eso?—Mira —abro la puerta del clóset y le señalo con la mano— Esta vacío, no hay nada de nada. Maxine ha ido.—Ya veo, Max, ¿pero podrías tranquilizarte?— se queja mientras yo demabulo de un lado a otro. Creo que nunca me había sentido tan desesperado, ¿a dónde se fue?— ¿Por qué te preocupa tanto que ella se haya ido? Solo es la amiga de tu futura esposa— apremia con una mirada acusatoria. —¡No es solo la amiga de Hannah! No le pongas etiquetas, solo es Maxine— vocifero enfadado y a punto del llanto. Maxine está embarazada de mí, en su vientre tiene un hijo mío. Tiene una mezcla de ella y de mí en un solo pedazo de carne y en vez de decírmelo simplemente ha tomado sus cosas y se ha marchado. Debe de ser una broma, esto no puede ser cierto, me rehuso a pensar que Maxine se ha ido sabiendo que estamos esperando un bebé. Ese bebé también es mío y tenía derecho de saberlo, más bie
Sentirme sola y vacía son sensaciones que siempre están presentes, pero hoy se sienten más fuertes y mucho más pesadas. Se siente en mi corazón un pequeño vacío que duele y le quema. El estar en esta casa me rompe no solo el corazón, también me hace sentir tan sola. Saber que estoy embarazada de un hombre que nunca me corresponderá se siente como una daga la cual sangra y arde y lo hace mucho. Aún y con eso, estoy sentada en la orilla de mi vieja cama, aquí pasé muchas noches como estas. En esta cama llena de humedad pasé días y noches llorando por sentirme igual de sola que ahora, pero en ese entonces era pequeña. No tenía un problema como este... un bebé en mi vientre que crece y crece sin que yo me de cuenta. Ya son más de las cuatro de la tarde y Hannover y Renato están en camino, pero dijeron que tardarían porque Renato debe de estar en una audiencia obligatoria y que no podía liberarse antes de las tres de la tarde. Supongo que en cualquier momento esos dos van a aparecer aquí,
Creí que los ruidos podrían cesar, pero no es así. En la primera planta hay alguien y no puedo seguir figiendo que no tengo miedo. De nuevo estoy en el pasillo caminando cautelosamente, esperando a encontrarme con lo peor. El bate que sostengo no es pesado por lo que no se me dificulta nada portarlo. El corazón le late y en el estómago siento un hoyo enorme, claro que esa persona que interrumpe en mi casa no puede ser Max. Ese hombre no es tan torpe, debe de ser alguien más. Asustada bajo cada salón, con el miedo a flor de piel, pero tranquila. Mostrando una paz que por supuesto no tengo. El foco de la cocina está encendido y hay una silueta robusta que genera una sombra enorme que me aterra. Y aunque tengo miedo, analizo la silueta, es demasiado conocida para mí.— ¿Papá?— cuestiono con voz ronca y gélida, casi temblorosa. El hombre se da media vuelta quedando frente a frente a mí, trago saliva al notar que sí es mi progenitor el que está aquí, conmigo. Bajo en bate y lo suelto, est
La respiración agitada de mi padre y la mía son lo único que resuena por toda la casa vacía. Su pecho sube y baja de un modo violento y amenazante. Su mirada es la que me dice que en cualquier momento va a atacarme con sus palabras filosas, él solo tira matar y creo que lo ha conseguido, pues todo lo que dijo resuena por mi cabeza una y otra vez. Mantengo la vista en sus ojos, los cuales parecen oscuros y llenos de odio, no puedo creer que sea a mí a quien odia. No soy la Maxine de veintiséis años la que detesta y deplora, es a la pequeña de cinco años a la cual nunca más quiso ver y me duele en el alma. Me resulta difícil respirar, siento una presión enorme en el pecho, es como una roca oprimiendo mi pecho y sé que es eso. Tengo unas inmensas ganas de romper a llorar, pero sería darle el gusto.—Vete de mi casa— le pido con voz firme y segura. Esta casa por ley es mía y por todas las otras formas también. Todos saben que soy la dueña de este lugar, que la abuela me heredó su casa p
La desesperación se apodera de mí de una forma extraña, nunca antes me había sentido tan desesperado y lleno de impotencia. Ante mis ojos está el cuerpo de la mujer que amo, en el suelo, yaciendo probablemente herida y nuestro bebé debe de estar en un eminente riesgo. Camino hacia ella con miedo de que ella ya no esté respirando, me arrodillo a su lado miedoso y aterrado, tomo su mano débil. Se desmayó, respira, pero no está consciente. —Maxine... no me vayas a dejar, por favor... no...— susurro desesperado por ayudarla, no quiero moverla. Siempre es mala idea hacerlo, pero tampoco puedo esperar más tiempo y ponerla en peligro. Pues no sé cuanto tiempo pueda tardar una maldita ambulancia. —¿Qué hago?— asustado de herirla un poco más, la cargo en mis brazos y la llevo hacia la salida. Está tan delgada y liviana, que muero de miedo al pensar que ella pueda estar mal.— No te atrevas a dejarme, por favor. —¡Oye!— ignoro esa voz, no ahora mismo lo que menos me interesa son las personas,
Mis piernas tiemblan y mi corazón está ansioso, ya pasaron bastantes horas desde que se llevaron a Maxine. Y si no han pasado, entonces estoy alucinando por el tiempo. Necesito saber si Max está bien o si mi hijo está sano y salvo en su vientre. Pero nadie dice nada, nadie habla nadie viene a decirme algo, una noticia. Todos aquí guardan silencio, en especial los hombres y mujeres que visten de blanco. Carajo, me levanto de la silla y voy hacia la recepción de urgencias, no hay nadie que me pueda ayudar, todos me ignoran, hasta que encuentro a una enfermera guapísima. Es hora de usar mis atributos para obtener información sobre la mujer que realmente me importa, Maxine.—Hola— le doy una sonrisa desbordante, ella sonríe de regreso y deja una de las capertas que sostiene en el escritorio. —¿En qué puedo ayudarle?— vocaliza alegre, demasiado para mi gusto. Yo no estoy contento, estoy preocupado y asustado, pero debo de fingir. —Mis amigos y yo trajimos a una mujer hace un momento, est
De nuevo siento el olor estéril del hospital, siento un dolor de cabeza soportable, pero preferiría no tenerlo. —¿Se lo vamos a decir?— se escucha que alguien dice en voz baja, pero por el silencio incómodo del hospital puedo esuchar sin problema.—Claro que sí —responden, alzo la mano, siento que tiene algo en la piel y me arde y que me duele. Tengo algo clavado en la vena de la mano... frunzo el ceño, ¿no debería de tener un yeso o algo así? —Maxine— es una voz suave la que me envuelve, es sutil y desprende amabilidad. —¿Cómo te sientes, cariño?— murmura suavemente. Hannover me mira directo a los ojos, su mirada me asusta.—Me caí por las escaleras —recuerdo inmediatamente, intento levantarme de la camilla, pero hay cosas que no me dejan hacerlo, una de ellas, el dolor.—Lo sabemos, Max, por favor, no intentes levantarte, porque... te vas a lastimar— tiene los ojos rojos, vreo que mi mejor amigo a estado llorando.—Hannover...— susurro con miedo— ¿estoy bien?— pregunto aterrada de