El viento chocando contra mi rostro, el trotar de las patas del caballo y la adrenalina que se siente al saber que puedes caerte... eran sensaciones que desde hace un tiempo ya no había sentido. Estar haciéndolo de nuevo, no solo era satisfactorio, sino que también me recordó lo mucho que amo hacer esto. Es preciosa la forma en la que logras conectar con el caballo. Así que dejo de tomar esto como una competencia, sino como un recordatorio de que esto fue mi pasión por mucho tiempo. Esto me gusta y debería de dejar de trabajar tanto y volver a hacer esto. Maxine pasa a mi lado, ya no quiero competir, quiero sentir esto... quiero volverme a sentir libre haciendo lo que me gusta. Lo único que veo de Maxine es su espalda, me ha dejado atrás y lo acepto. De hecho no me importa darle la victoria porque estoy disfrutando esto. Sería bastante aburrido pederme estas sensaciones por ganar en una competición en donde ni siquiera hay un premio. Solo me encamine en esto por ser un maldito hombre
A diferencia de los demás, yo todavía me tomo mi tiempo para regresar a la casa. Acaricio al caballo, le agradezco por haberme dejado ir sobre su lomo y darme la confianza. En ningún momento me intentó tirar y nunca se puso violento, es un buen caballo. Suspiro mirándolo a su grande ojo, tienen los ojos bellísimos y sus pestañas son grandes. Revolotean de vez en cuando y yo admiro la grandeza de estos animales tan... hermosos. En sus principios eran animales totalmente libres, pero en algún momento de sus vida, a alguno de ellos se les ocurrió someterse a un humano y después de eso jamás lo soltaron. Ahora, los caballos son para nuestro uso, para nuestra mascota, pero nunca para ser libres. ¿Y si me pasa igual? ¿Y si ya nunca puedo ser libre a medida de lo posible?— Mírame Dona, estoy aquí pensando en que diablos hacer. Estoy en una encrucijada terrible... dos mujeres guapísimas. Por una de ellas siento admiración y un poco de respeto y por la otra... carajo, siento que por ella res
Desde que estamos aquí, en Tehachapi, mis papilas gustativas se han visto muy halagadas por la rica comida que Irina cocina. Creo que así se llamaba la chef, debería de pedir que cocine para mí en casa, pero sé que probablemente ni siquiera cocine, porque todo el tiempo estoy fuera de casa. Suspiro hondo, con la cuchara, hago formas entre lo espeso de la crema de brócoli que me han servido. Está deliciosa y lo sé porque Mason, el más comelon de la familia no para de decir que todo está delicioso. Además de que lleva ya dos platos seguidos de crema, a este paso, Mason subirá 10 kilos para antes de la boda. Como sea, me llevo un poco del espeso líquido verde claro a la boca y degusto... sabe bien, pero extrañamente la comida simplemente no me pasa. Y sé la razón por la cual me siento tan desganado, Maxine y Sebastian no están en la mesa. Después de la charla en la sala de estar, Irina interrumpió avisandonos que la comida esta lista y que ya podíamos pasar a la mesa. Todos, hambrientos
Si estuviera en mi casa, quizás ya hubiera roto todo, incluida la puerta. Abro de una patada la puerta de madera, esperando a que nadie me vea o me escuche tener mi pequeña pataleta provocada de primera mano por mi mejor amigo Sebastian y Maxine, la chica que me gusta. Deambulo por el pasillo con una mano en la frente, estoy... muy enojado y le peor es que es noche buena. Carajo, debería de estar buscando los regalos para mamá y para papá, en especial para ellos porque estoy decidido, voy a hablar con ellos. Hoy, hoy 24 de diciembre, voy a cancelar esa maldita boda y no me interesa que puedan decir. Se hará lo que yo digo. Pero apesar de que deseo ser sincero y honesto, como siempre, las cosas me salen mal. Mis padres han tenido la misma idea que yo sobre los obsequios, así que mientras yo discutía con Bastian, ellos tomaban una camioneta para irse a comprar. Haré lo mismo solo con el afán de tranquilizarme, la tranquilidad y mi paz son ahora mismo mi mejor atributo. Debo de ser Max,
La navidad se siente extraña y muy rara, es diferente a las demás que hemos tenido la familia Watkins. Estamos en un sitio diferente con personas nuevas y las antiguas no están. Sebastian no está porque está Maxine y aunque intento que esa idea no me atormente llenandome la cabeza con idioteces. No puedo evitar pensar en lo que ellos dos deben de estar haciendo, quiero pensar que solo estan cenando en una habitación de hotel. Bebiendo vino y riéndose mientras se conocen mejor. Espero que de esta noche juntos salga algo bueno, por ejemplo, una amistad y ya. No nada más que una amistad, puedo soportar que ellos dos sean amigos. Miro a todos dándose un abrazo antes de que sean las doce de la noche. Yo solo permanezco sentado en una esquina con una copa en la mano, observando como es que todos fluyen menos yo. Pues yo estoy aquí extrañando a una mujer que ni siquiera es mía, pues estoy ocupado actuando que Hannah es para mí y que me voy a casar con ella. Observo a todos, en especial a m
No le tengo miedo a mi padre, pero hoy por primera vez me preocupa que es lo que me pueda decir. Me tiemblan las manos y por una extraña razón el corazón me está latiendo desbocado, llega el punto en el que duele. —Papá —comento cuando empieza a caminar lejos de mí, pero no entra a la casa, sino que toma distancia. —Papá —vuelvo a llamar, ¿está enfadado conmigo o está decepcionado de mí? son tantas opciones que pensar en solo una sería una mala idea. Camino siguiéndolo, pues quiero una repuesta, quiero saber que es lo que piensa sobre lo que le he confesado.—Dame unos minutos Maximiliam. Estoy catártico, esto no me lo esperaba. Si lo supiera tu mamá... carajo Maxi, tú mamá está feliz por saber que te vas a casar con esa chica porque piensa que es la indicada para ti... ¿y ahora estás enamorado de otra? Suena como una pésima broma, una de mal gusto por cierto. —Yo ya te dije que no planee nada de esto, papá —además no he dicho que estoy enamorado de Maxine o tal vez... si lo estoy.—
Creo que desde hace muchos años no me había sentido tan enojado, no al menos como para venir a encerrarme en mi habitación como todo un niño pequeño. Pero es que la situación lo amerita, pues he quedado ante mi padre como un niño tonto y caprichoso. Intento entender las razones por las cuales no puedo liberarme del compromiso y a su vez intento pensar en las opciones, pero al parecer no hay ninguna con la que me pueda ayudar. Estoy atado de manos, no puedo hacer nada y pero aun y con eso me rehuso a casarme. Ese no es el destino que quiero para mí, quiero estar con ella y solo me ha bastado muy poco para entenderlo con exactitud. Doy una vuelta más en la cama, no puedo dormir, intento pero mis pensamientos son más fuertes que mi poco sueño. Cierro los ojos una vez más esperando que esta vez sí pueda dormir...—Maximiliam —es la voz de una mujer, abro los ojos pensando que puede ser Maxine, pero me encuentro con unos ojos distintos. Demasiados caldos para ser de Maxine. —Hola, ya está
Hannah y yo entramos a la casa animados por todo lo que hemos estado hablando durante el camino. Como había pensando, Hannha resulta siempre una persona bastante animada y divertida, podría verla siempre como una amiga y no como nada más. Por eso es que ahora mismo, ambos caminamos de la mano como si realmente fuéramos una pareja. Pero es que antes de entrar acordamos hacerlo por nuestros padres, porque se supone que ambos estabamos juntos en un spa. Cuando en realidad no pasamos juntos ni media hora y no quiero que mamá se haga ideas al menos por ahora. Para mi mala suerte, el mismo hombre que vimos en la calle, el tal llamado Leo está en la casa de los Parker. Está muy contento hablando con la mujer que me gusta, o sea Maxine. Trago saliva con dificultad, debe de ser una broma que ellos dos estén aquí juntos después de que él estuviera a punto de aprovecharse de ella en el bar. Hannah se tensa un poco, pero actúa normal. Creo que ese tal Leo le cae bastante mal, porque siempre reac