Me costó mucho conciliar el sueño, me había acostumbrado a dormir pegada a Jacob, sintiendo su cuerpo tibio contra el mío. Lo extrañé a morir, pero en algún momento de la noche, cedí ante el cansancio. Nicole se había ido al hotel donde se hospedaba y Claire se quedó conmigo. La pobre no debió descansar nada conmigo moviéndome gran parte de la noche.
Eran casi las ocho de la mañana cuando me desperté, el olor a magdalenas recién horneadas llegó a mí antes de abrir los ojos. No me di cuenta en qué momento se levantó Claire de la cama, pero debió suceder hacía mucho si ya había horneado. Me levanté de la cama, fui al baño, hice mis necesidades, me aseé los dientes y después me uní a Claire en la cocina.
—Buenos días, dormilona. Mira todo lo que he hecho para ti —señaló la mesada repleta de donuts y pastelitos.
—Madre mía, Claire. ¿En qué momento hiciste todo esto?
—Mientras dormías —respondió con energía por el efecto de toda la azúcar que estu
Había pasado una semana desde que Jacob se fue con Leah y cada día me dolía más. Quería odiarlo, pero mi corazón no me obedecía, seguía empecinado en amarlo con cada uno sus latidos. Pese a todo, no lamentaba haberme enamorado de él, no lo hacía porque a su lado viví un romance precioso, épico, intenso y apasionado, lleno de momentos significativos que atesoraría el resto de mi vida. Debía seguir adelante, sin él, pero no sola. Tenía a Claire y a Nicole, ellas siempre serían una constante en mi vida; sin importar el tiempo o la distancia, podía contar siempre con su apoyo. Nicole pasó cinco días más en la ciudad antes de volver a casa. Me tocó decirle adiós a ella y a mi dulce Matheo. Los extrañaría un montón. El pequeño llenó grandes espacios de mis días con sus risas y ocurrencias, momentos que me dieron felicidad. Lo consentí a más no poder, sobre todo, cuando su mamá no estaba cerca. Ella insistía en que los niños necesitan reglas y una rutina, y sabía que era verdad, pe
Jacob se quitó los lentes y me dejó ver el dolor en sus ojos, tenía grandes ojeras debajo de los párpados. —No te he engañado con ella, amor. Nunca podría. Lo juro. Tú y Harry son mi mundo, los amo con todo mi corazón. —Se acercó queriendo tocarme y me alejé una vez más, no podía permitir ningún contacto o perdería la batalla que pugnaba en mi interior. Luchaba contra las enormes ganas de lanzarme a sus brazos, aferrarme a él y rogarle que nunca me dejara otra vez—. Sé que te hice daño, que te defraudé, pero debes confiar en mí —pidió con fervor, su mirada mostraba desesperación y miedo, pero no logró convencerme, le di una oportunidad antes y resulté herida, no dejaría que siguiera haciéndome daño. —Ya lo hice, ya confié en ti, y me defraudaste —murmuré sintiendo un profundo dolor en el centro de mi pecho, y seguí caminando, pasando de él. Todavía lo quería y deseaba que estuviéramos juntos, pero no creía en él, y ninguna relación podía sostenerse sobre las bases de
No puede ser verdad que Harry es hijo de Leah. ¡No! —Dime que es mentira, Jacob. Por favor —pedí entre sollozos. Me sentía devastada. Si lo que él dijo era cierto, no sabía qué iba a hacer. —Lo siento, amor. Lo siento muchísimo, nena —pronunció con tristeza y me arrulló entre sus brazos. —Yo lo amo, Jacob. Él es mi hijo, mío, no importa lo que esas pruebas digan —pronuncié conmovida. Harry fue mi sueño, lo amé desde que supe que crecía en mí, su ADN no cambiaba lo que sentía por él—. No voy a renunciar a Harry, no quiero —le dije, echa un mar de lágrimas. Perder a mi bebé me destrozaría el alma. —Quería evitarlo —pronunció con voz rota—, pero no pude darle lo que quería. No pude —lamentó con culpabilidad. —¿Qué quieres decir? —inquirí viéndolo con el ceño fruncido. —Leah prometió que solo conservarías a Harry si te dejaba en ese mismo momento y me iba con ella. Dijo que era mi única oportunidad, que sino la elegía a ella sobre
Llevábamos unos minutos viajando en el auto cuando me decidí a hablar, el silencio me estaba abrumando. —¿Has ido a ver a Abby estos días? —Una sola vez, Leah fue conmigo y mi madre se alteró mucho —contestó en breve. Ya sabía que había ido con ella, pero no lo de Abby. —¿La reconoció? —No, ni a mí —murmuró triste. —No debiste llevarla —reproché odiando que hiciera pasar un mal rato a su madre. —Ella quería ir, no podía negarme. Además, no me dejaba ni a sol ni a sombra. No quería que me comunicara contigo, me vigilaba todo el tiempo... Dios, esa mujer está enferma. —¿Y cómo hiciste para librarte de ella hoy? —La desmayé con una maniobra. Cuando despierte, estará furiosa y me buscará. Por eso quería quedarme contigo. Sentí un agujero abriéndose en mi estómago ante la posibilidad de que me hiciera compañía. ¿Qué pasaría si lo dejaba quedarse? Pensaba en ello cuando sentí un tirón en el v
Mientras esperaba que me llevaran a la habitación, les escribí a las chicas que me encontraba en el hospital porque había iniciado la labor de parto. No pasó ni un minuto antes de que Nicole me llamara. Estaba eufórica. me hizo un montón de preguntas. Cuando mencioné a Jacob, chilló tan fuerte que me dolió el oído. —¿Qué te dijo?, ¿cómo fue el reencuentro?, ¿se reconciliaron? Quiero saber todo. —No es el mejor momento para hablar, hay mucho que debo contarte. —Se me estrujó el corazón al recordar mi conversación con Jacob. No estaba segura de si podría repetir todo lo que me dijo. —¡Ay, sí! Tienes razón. Es que me emocioné. ¿Cómo te sientes? ¿Has tenido contracciones? —Algunas, estoy bien. Solo algo nerviosa, me preocupaba que sea muy pronto para Harry, pero Gabrielle aseguró que no tendrá ningún problema. —Da muchos nervios, yo estaba tan asustada que no quería soltar la mano de Josh, casi se la fracturo mientras pujaba. —Se rio recordándolo—
Las horas fueron pasando y las contracciones se hicieron más frecuentes y dolorosas. Intenté aplicar los métodos de relajación que había aprendido en el curso, y los que Sara proponía, pero nada funcionaba. Y que Jacob sujetara mi mano y me susurrara palabras de ánimo, tampoco hacía una diferencia. El dolor era horrible. Necesitaba la epidural. Le dije a Jacob que buscara a Gabrielle para que me administraran el medicamento. Él fue por ella y no tardó mucho en regresar solo. Dijo que la doctora vendría en un momento. No pasó mucho antes de que Gabrielle entrara a la habitación. Sara y ella se conocían y se saludaron con cordialidad. Después me examinó y dijo que tenía seis centímetros de dilatación, que aún no estaba lista. —Quiero la epidural. —Bien, pediré que te la administren. Estás avanzando rápido, si sigues así, en unas horas estarás lista para dar a luz. —¿Horas? Esperaba que fuera más pronto. —Puede ser antes, pero nada está escrito, cada par
Dormí un par de horas y desperté sintiéndome bastante descansada. Jacob estaba mirándome cuando abrí los ojos, me sonrió y me besó en los labios, pronunciando un romántico «te amo» que me derritió el corazón. Amaba a ese hombre con locura. —¿Dormiste bien? —preguntó acariciándome el pelo. —Sí, adoro estar en tus brazos. —Mi respuesta lo hizo sonreír y me dio otro beso, uno candente y provocador que esparció calor por todo mi cuerpo. Pero que no trascendió a más que eso porque era todo lo que podíamos tener en ese momento—. Estoy hambrienta, puedes conseguirme algo de comer que no sea comida de hospital, tal vez una jugosa hamburguesa de Small Cheval —pedí haciendo un puchero que hizo reír a Jacob. —Lo que quieras, nena. —Se levantó de la cama y escribió un mensaje en su teléfono. Tenía a alguien que hacía posible todos mis antojos. En eso, tocaron la puerta y dije que podían pasar. Eran Jakey Paul, venían a despedirse de nosotros. No pensé que siguie
Jacob y yo nos miramos y le rogué en silencio que hiciera algo. No confiaba en Leah, ella podía lastimarlo solo para hacernos sufrir. —Sí, es un bebé precioso. Su nariz es igual a la tuya. —Se acercó un par de pasos mientras le hablaba con tranquilidad, tratando de no alterarla. Y aunque sabía que solo quería recuperar a Harry, fue duro escucharle decir de su parecido con ella. Yo podía decir que él era mío, pero la verdad era que no lo era. Yo quería que fuera mío, pero era de Leah. De Leah y Jacob. —Sí, ¿verdad? —Ella sonrió mirando a Jacob—. Somos una familia ahora, los tres. Estoy ansiando llevármelo a casa. ¿Crees que podamos llevarlo a casa hoy? Jacob tragó saliva antes de contestar. —No, tal vez mañana. —¿Estás seguro? —Su mirada era afilada, no iba a darse por vencida tan fácilmente. En ese instante, Sara entró a la habitación y entornó los ojos cuando vio Leah. —¡Sara! Me alegra mucho verte. ¿Ya conociste a mi bebé? —i