Cuando volví a la cocina, puse mi bolso sobre el desayunador y me senté en el taburete más cercano a Jacob. Él estaba ocupado en la estufa, pero se tomó un segundo para ver en mi dirección y sonreírme, gesto que provocó un alboroto en mi estómago. Estaba perdidamente enamorada de él, ya no había duda alguna.
Chasqueé la lengua cuando la pantalla no se encendió. Estaba sin batería.
—¿Me prestas un cargador?
—Sí, voy por él. —Salió de la cocina y volvió un par de minutos después, me indicó donde conectarlo y siguió cocinando. Cuando finalmente mi teléfono se encendió, comenzó a vibrar y a sonar con las notificaciones de W******p y de mis emails. Claire había escrito en privado preguntando dónde estaba. Respondí que había pasado la noche con Jacob y después leí la conversación que tuvo con Nicole en el grupo que teníamos. Mi prima preguntó por mí, que por qué no respondía los mensajes, y ella le dijo que tenía un problema con mi celular, que es
Para la hora del almuerzo, ya había logrado que el fiscal autorizara la liberación de Marcus. Revisé mi celular y se me alborotó el corazón cuando leí un mensaje de Jacob. Me invitaba a comer con él en un restaurant de la ciudad. Me había escrito diez minutos antes y la palabra en línea aparecía debajo de su nombre en el chat. —Hola, acabo de salir de la comisaría. ¿Dónde nos vemos? —Hola, amor. Te envío la dirección por mensaje. —Perfecto. Nos vemos pronto. —Me subí a mi auto y conduje hasta Chelsea. Jacob me esperaba en la entrada cuando llegué. Caminó hacia mí y me abrazó fuerte, como si me hubiera echado mucho de menos. Yo también lo había extrañado. Nos dimos un beso y después entramos a Mario´s Restaurant, un lugar pequeño pero acogedor, en el que servían la más deliciosa comida italiana, según Jacob. Un mesonero nos dio la bienvenida y saludó a Jacob como quien saluda a un viejo amigo, después nos guio hasta nuestra
Vimos al bebé juntos por primera vez cuando cumplí dieciocho semanas y nos emocionamos hasta las lágrimas. Todo iba muy bien, nuestro bebé estaba creciendo sano y fuerte. La madre de Jacob se encontraba muy bien de la caída que había sufrido, pero no había vuelto a estar lúcida. Eso entristecía a Jacob, también a mí. Queríamos mostrarle la ecografía del bebé y estaba esperando que ella pudiese reconocerlo para hacerlo. Esperaba que sucediera pronto. La noche que cumplimos nuestro primer mes juntos, Jacob me llevó a cenar y me obsequió un bolso precioso Hermes. Claire debió decirle que lo quería porque yo no lo había comentado nada. Yo le regalé un par de gemelos y una corbata gris claro, con líneas blancas, que combinaba con su camisa favorita. Mi vientre se veía casi igual, el embarazo no era notable, pero sí los molestos síntomas que conllevaba tener un bebé formándose en el interior. Lo que más me aquejaba eran las náuseas y la necesidad excesiva de ir al
Nicole vino a visitarme finalmente en los días siguientes. Le había contado todo el asunto de la inseminación hacía un tiempo. Primero se enojó por haberle ocultado algo tan importante, pero después dijo que le alegraba que hubiera hallado a Jacob. Pasamos la mayor parte del tiempo en tiendas de bebé comprando todo lo que iba a necesitar, incluso más. También adquirí un nuevo guardarropa, mis atuendos ya no me cerraban. Opté por ropa holgada, leggins y vestidos sueltos. Claire también estuvo presente y se encariñó muchísimo con Matheo, hasta dijo que podía imaginarse teniendo un bebé. Hubiera querido ver la cara de Jake cuando lo dijo. Si, seguían juntos. Claire no tenía idea de que él también se había enamorado de ella. Se lo dijo la noche de la fiesta de Paul y, desde entonces, su relación pasó de ser libre, a exclusiva. No era que ella estuviera viendo a alguien más, ni él, según le había dicho. Volvía de la oficina cuando recibí una llamada inesperada. Era mi pa
—¿A dónde vamos? —Le pregunté a Jacob cuando tomó un camino distinto a su casa. Veníamos de visitar a su madre y no teníamos otros planes para ese día, por lo que yo sabía. —Es una sorpresa —respondió mirándome con una sonrisa pícara que yo conocía muy bien. Algo estaba tramando y la curiosidad me mataba. —Dame una pista —pedí, pasados unos minutos. —Estamos cerca de llegar. —Esa no es una pista real —reñí cruzándome de brazos. Jacob se rio como si fuera gracioso. No lo era. —No te enojes, amor. Prometo que no falta nada. —Y decía la verdad. Menos de un minuto después, detuvo el auto frente a una casa preciosa, con fachada de piedra y ventanas francesas, que recordaba haber visto a través de fotografías en una página de bienes raíces. Jacob y yo estuvimos hablando de comprar una casa más grande para mudarnos y esa me había encantado. —Es nuestra —dijo él antes de que pudiera preguntarle nada—, hice una oferta esta
Diez días después de la propuesta, la casa estaba lista para recibirnos. Ashley hizo un trabajo maravilloso con la habitación de Harry, la amé. Las paredes estaban pintadas de blanco y decoradas con hermosas figuras náuticas, en madera, con tonalidades roja, azul, celeste y blanco. La cuna estaba en el centro de la habitación, era blanca, de madera, también. Añadió un cómodo sofá color azul con cojines rojos y una mecedora con asientos acolchonados, color blanco. Su nombre fue tallado en madera y se me saltaron las lágrimas cuando las vi. Estaba muy emocionada, no veía la hora de tener a mi bebé en mis brazos. La casa lucía acogedora, decorada con muebles estilo vintage en el recibidor, la sala y las habitaciones, combinando el estilo clásico con el minimalista. Nos mudamos esa misma semana. Rocky estaba muy contento con la mudanza, tenía un gran patio trasero donde correr y jugar. El fin de semana después de mudarnos, celebramos una fiesta de inaugu
Jacob nunca llegó. Estaba tan furiosa como preocupada. Deseaba que no le hubiera pasado nada malo, pero si no era así, no podía pensar en una buena razón para que no viniera al baby shower que con tanto amor Claire organizó para nuestro hijo. Todos los invitados asistieron, sus amistades y las mías, trajeron obsequios y participaron en los juegos que preparó mi amiga. Todos preguntaron por él y tuve que inventar excusas. Cuando la reunión terminó, solo se quedaron conmigo Claire, Nicole y Sara. Mi cuñada estaba intentando hallar el auto de Jacob mediante la empresa de seguridad para ver si daba con su paradero. —Ni Paul ni Jake saben de él. Llamé a su asistente y me dijo que no había hablado con Jacob en todo el día. Siento que me volveré loca si no tengo noticias suyas pronto —dije histérica, aferrada a mi teléfono móvil y caminando de un lado al otro de la sala sin poder quedarme quieta. Había pasado del enojo a la angustia. Jacob era juez penalista, sente
Me costó mucho conciliar el sueño, me había acostumbrado a dormir pegada a Jacob, sintiendo su cuerpo tibio contra el mío. Lo extrañé a morir, pero en algún momento de la noche, cedí ante el cansancio. Nicole se había ido al hotel donde se hospedaba y Claire se quedó conmigo. La pobre no debió descansar nada conmigo moviéndome gran parte de la noche. Eran casi las ocho de la mañana cuando me desperté, el olor a magdalenas recién horneadas llegó a mí antes de abrir los ojos. No me di cuenta en qué momento se levantó Claire de la cama, pero debió suceder hacía mucho si ya había horneado. Me levanté de la cama, fui al baño, hice mis necesidades, me aseé los dientes y después me uní a Claire en la cocina. —Buenos días, dormilona. Mira todo lo que he hecho para ti —señaló la mesada repleta de donuts y pastelitos. —Madre mía, Claire. ¿En qué momento hiciste todo esto? —Mientras dormías —respondió con energía por el efecto de toda la azúcar que estu
Había pasado una semana desde que Jacob se fue con Leah y cada día me dolía más. Quería odiarlo, pero mi corazón no me obedecía, seguía empecinado en amarlo con cada uno sus latidos. Pese a todo, no lamentaba haberme enamorado de él, no lo hacía porque a su lado viví un romance precioso, épico, intenso y apasionado, lleno de momentos significativos que atesoraría el resto de mi vida. Debía seguir adelante, sin él, pero no sola. Tenía a Claire y a Nicole, ellas siempre serían una constante en mi vida; sin importar el tiempo o la distancia, podía contar siempre con su apoyo. Nicole pasó cinco días más en la ciudad antes de volver a casa. Me tocó decirle adiós a ella y a mi dulce Matheo. Los extrañaría un montón. El pequeño llenó grandes espacios de mis días con sus risas y ocurrencias, momentos que me dieron felicidad. Lo consentí a más no poder, sobre todo, cuando su mamá no estaba cerca. Ella insistía en que los niños necesitan reglas y una rutina, y sabía que era verdad, pe