Esta noche, decidí que sería especial para Harry y para mí. Por eso, he organizado que Damon pase la noche con mi hermano Maximiliano. Quiero que esta noche sea solo para nosotros dos, para reconectar y disfrutar de nuestra relación. Me he preparado con esmero: he elegido un vestido rojo, corto y ceñido, justo como a Harry le gusta. Dejé mi cabello suelto, cascadingo en ondas suaves sobre mis hombros, y me maquillé sutilmente resaltando mis ojos y mis labios. En la cocina, preparé su comida favorita: una pasta con salsa de tomate y albahaca, y un buen vino tinto para acompañarla. Decoré la mesa con elegancia, colocando velas encendidas que parpadeaban suavemente y un ramo de rosas rojas, simbolizando nuestro amor apasionado. Cada detalle está cuidadosamente planeado, con la esperanza de que esta noche sea inolvidable para Harry y para mí. Será la noche perfecta. La ilusión de la noche especial se vio interrumpida cuando escuché el sonido del timbre. Al acercarme a la puerta y abri
Las lágrimas continuaban surcando mis mejillas mientras observaba impotente la pelea entre Raúl y Harry. La sangre manaba de la nariz rota de Raúl, y su rostro estaba distorsionado por la furia desenfrenada. Mientras tanto, Harry estaba visiblemente enfurecido, sus puños se movían con ferocidad mientras intentaba someter a Raúl.En un momento de desesperación, me vi obligada a intervenir. Con todas mis fuerzas, sujeté el brazo de Harry, tratando desesperadamente de detenerlo antes de que la situación empeorara. Podía sentir la tensión en su cuerpo mientras luchaba contra mi agarre, y su respiración agitada reflejaba la tormenta de emociones que lo invadía. Nunca antes lo había visto tan enfadado, y un escalofrío recorrió mi espalda al darme cuenta de la intensidad de su ira.—Eres un miserable, Raúl. Si vuelves a poner tus manos sobre mi mujer, te mataré, maldita rata— rugió Harry con una ira palpable.—Alicia, lo siento—musitó Raúl, con una mezcla de vergüenza y arrepentimiento.—No
Después de despertar temprano y disfrutar de un desayuno tranquilo, me apresuré a preparar toda nuestra ropa, tanto la mía como la de Damon, y las cargamos en la camioneta. Estábamos listos para mudarnos oficialmente con Harry. El chófer nos esperaba afuera y nos llevó hasta el departamento de mi hermano Maximiliano. Al llegar, nos recibió Carolina, su esposa, con una sonrisa cálida. No pude evitar sentirme un poco nerviosa, pero al verla, mis preocupaciones se disiparon. Carolina nos miró con complicidad y no pudo contener la risa al ver cómo Harry me rodeaba la cintura con ternura. Su risa contagiosa llenó la habitación y me hizo sentir más relajada ante el nuevo capítulo que estábamos comenzando junto a Harry y Damon. —Ally, ¿qué son esas marcas en tu cuello? Es evidente que volvieron— preguntó Carolina con una mirada inquisitiva. — Pues sí, finalmente después de que me rogó durante meses, le dije que sí— Responde Harry con una sonrisa. — Eres un payaso, Harry. Sé que Al
Harry Chrysler Entre mis brazos, siento su piel suave y cálida, como si fuera un refugio seguro en medio del mundo. El amanecer tiñe la habitación con tonos dorados, pero todo lo que quiero es quedarme aquí, junto a ella, perdiéndome en el laberinto de sus besos. Aunque el deber llama desde la oficina, mi mente se aferra al presente, al deseo que nos une. Hace apenas un mes que empezamos esta nueva vida juntos en mi mansión, y aún resuena el eco de lo que pasó con Raúl, aquel miserable que intentó separarnos. Pero ahora, en este instante, somos solo ella y yo, envueltos en un abrazo que parece detener el tiempo. Cada beso es un recordatorio de lo que tenemos y de lo que somos capaces de superar juntos. Aunque el mundo exterior llame a nuestras puertas, aquí, en este lecho , solo existimos nosotros y el amor que nos une. Me siento un completo cursi cuando pienso en mi Ally, ella me convierte en algo completamente diferente a lo que soy. —Ally, mi amor, debo irme a la oficina h
Desde que esa mujer se marchó, he notado cómo Harry ha estado muy molesto. Lo veo irritable, aunque lo disimula a la perfección para que Damon no lo note. Supongo que no desea alarmar a nuestro pequeño bebé, y entiendo sus motivos. Aún así, me preocupa. Amo a Harry con cada parte de mi ser y me duele verlo de este modo. Sé que el abandono de su madre siempre le ha dolido muchísimo. Puedo ver el peso de esa herida en sus ojos, aunque trate de esconderlo. Esta noche, después de acostar a Damon, me quedé un rato en su habitación, observando su sueño tranquilo. Sus pequeñas respiraciones rítmicas me dieron un momento de paz y fuerza para enfrentar lo que venía. Finalmente, me dirigí a donde estaba Harry. Lo encontré sentado en el sofá, mirando fijamente al vacío, perdido en sus pensamientos. Me acerqué despacio, con suavidad, y rodeé su cintura con mis brazos. Sentí cómo se tensaba por un breve instante antes de relajarse ligeramente bajo mi toque. Sin decir una palabra, comencé a deja
Raúl hoffmann No podía soportar saber que Alicia estaba con el miserable de Chrysler, que ese estúpido me quitaría a mi mujer y a mi hijo. Ellos eran míos, no de él. La idea de perderlos me consumía, me llenaba de una ira que no podía controlar. Sé que la última vez que hablé con Ally me pasé. Jamás debí intentar abusar de ella, pero no pude contenerme. El dolor y la desesperación nublaron mi juicio. No entiendo por qué no puede amarme con la misma pasión que la amo yo. ¿Por qué está tan obsesionada con ese miserable? Me sentía atrapado en un torbellino de emociones. Por un lado, mi amor por Alicia era inmenso, un fuego ardiente que no podía apagar. Por otro, la rabia y los celos me llevaban a lugares oscuros. Cada vez que pensaba en ella con Chrysler, mi corazón se rompía un poco más. ¿Por qué no podía ver lo que yo veía? ¿Por qué no podía sentir lo que yo sentía? Me preguntaba una y otra vez qué tenía él que yo no. ¿Qué podía darle que yo no pudiera? En el fondo, sabía
Alicia Montero. En este momento me encuentro sentada en las piernas de Harry mientras estamos en el cumpleaños de Matt, el hijo de Óscar. La escena es una mezcla de risas y diversión mientras observamos cómo mi marido devora sin descanso las galletas que han sido servidas. Marina, Óscar y yo no podemos contener la risa ante su voraz apetito. Es increíble cómo devora las galletas. Harry nunca ha sido de comer mucho, pero en este momento está arrasando con la comida. Su boca está llena de migajas. Marina y yo intercambiamos una mirada divertida, mientras Óscar se une a la risa, claramente sorprendido por el apetito voraz de Harry. Es un momento simple pero lleno de alegría, donde podemos disfrutar de la compañía de amigos y la diversión de la celebración. Mientras Raúl se alejaba hacia el sector de los niños, Harry unió sus labios a los míos y me besó de forma intensa. Sus manos bajaron hacia mi trasero y lo manoseó. Aunque sabía que no era apropiado en ese momento, lo dejé
Harry Chrysler Estaba llegando a mi oficina, el bullicio de la ciudad apenas comenzaba a apagarse mientras el ascensor me llevaba al piso veinte. Mi mente ya estaba ocupada con la larga lista de tareas del día, cuando, al abrirse las puertas, ahí estaba ella. Mi corazón dio un vuelco y sentí una mezcla de sorpresa y repulsión. Ahí estaba aquella mujer, la que nunca había sido una madre para mí. Sus ojos me buscaron con desesperación, pero todo lo que yo sentía era una pared de hielo levantándose entre nosotros. No entendía por qué insistía en buscarme. Habían pasado tantos años desde la última vez que la vi, tantos años de silencio, de ausencia, de heridas que apenas habían empezado a cicatrizar. —¿Qué haces aquí?—, le pregunté, tratando de mantener la voz firme. Ella dio un paso hacia mí, su expresión suplicante. —He venido a hablar contigo, por favor, necesito explicarte—, dijo ella, su voz temblorosa. No pude evitar sentir una punzada de ira. ¿Explicarme qué? ¿Dónde