Harry Chrysler Estaba llegando a mi oficina, el bullicio de la ciudad apenas comenzaba a apagarse mientras el ascensor me llevaba al piso veinte. Mi mente ya estaba ocupada con la larga lista de tareas del día, cuando, al abrirse las puertas, ahí estaba ella. Mi corazón dio un vuelco y sentí una mezcla de sorpresa y repulsión. Ahí estaba aquella mujer, la que nunca había sido una madre para mí. Sus ojos me buscaron con desesperación, pero todo lo que yo sentía era una pared de hielo levantándose entre nosotros. No entendía por qué insistía en buscarme. Habían pasado tantos años desde la última vez que la vi, tantos años de silencio, de ausencia, de heridas que apenas habían empezado a cicatrizar. —¿Qué haces aquí?—, le pregunté, tratando de mantener la voz firme. Ella dio un paso hacia mí, su expresión suplicante. —He venido a hablar contigo, por favor, necesito explicarte—, dijo ella, su voz temblorosa. No pude evitar sentir una punzada de ira. ¿Explicarme qué? ¿Dónde
Nicolas Chrysler. El miserable de Harry se estaba metiendo demasiado en las finanzas y en mis manejos de la empresa. Sé que sospecha que Liam y yo lavamos dinero, pero muy pronto acabaré con él antes de que estorbe en mis planes. En este momento me encuentro observando a Raquel desde la distancia. Está en un parque con sus hijos, concentrada completamente en Benjamín y Romina. Como siempre, ignora a Luzma. La bebé está sola en los columpios mientras Raquel se marcha con sus hijos mayores dejándola sola. Espero varios minutos y me percato de que ella se dirigió a su carro y se marchó. Mi corazón late con fuerza, pero no por culpa de la adrenalina, sino por la certeza de mi oportunidad. Al ver que la pequeña Luzma está sola, actúo rápido. Me acerco a ella con pasos medidos y seguros, asegurándome de que nadie más esté prestando atención. Luzma me mira con sus grandes ojos verdes curiosos, pero no parece asustada. La cargué en brazos, sintiendo lo ligera y frágil que es. Su peque
Raúl Hoffmann Estaba completamente preocupado. James no dejaba de gritarle a mi hermana, quien se mantenía fría y distante. Desde que volvió del parque y nos dijo que se habían robado a Luz Marina, mi cuñado había estado completamente enfadado, sin embargo, mi hermana parecía inmutable, como si estuviera ajena al caos a su alrededor. —¿Cómo pudiste dejarla sola, Raquel? —vociferaba James, su rostro rojo de ira—. ¡Es nuestra hija, por el amor de Dios! Raquel lo miraba con una expresión inexpresiva, sus ojos fijos en algún punto distante. —Ya te dije, James, fue solo un momento. Estaba atendiendo a los otros niños. No puedo estar en todas partes al mismo tiempo. Intenté intervenir, esperando calmar la situación. —James, por favor, gritar no va a ayudar en nada. Necesitamos pensar con claridad y llamar a la policía si no lo hemos hecho ya. —¡Por supuesto que llamé a la policía! —gritó James, su furia aún palpable—. Pero eso no cambia el hecho de que Raquel fue irresponsable. ¡
Alicia Montero. Estaba tranquilamente en mi cita con el doctor junto a Harry. Ambos estábamos muy ilusionados con la noticia de nuestro nuevo bebé. Harry no dejaba de preguntar absolutamente todo, su entusiasmo era palpable y contagioso. Yo no podía evitar reír mientras él hacía una pregunta tras otra. —¿Y cuándo podremos saber el sexo del bebé? —preguntó Harry, su voz llena de emoción. El doctor sonrió con paciencia. —Todavía falta un poco para eso, señor Chrysler. Ahora mismo, Alicia tiene solo un mes de embarazo. Lo más importante en esta etapa es asegurarse de que todo esté bien y seguir las recomendaciones médicas. —Lo sé, lo sé —dijo Harry, ruborizándose un poco—. Es solo que estoy muy emocionado. No quiero perderme nada esta vez. Le tomé la mano y la apreté suavemente. —Amor, estamos empezando. Tenemos mucho tiempo para disfrutar de cada momento. Solo relájate un poco. Harry sonrió y me besó la frente. —Lo intentaré, pero no prometo nada. El doctor nos miró con un
Decidí visitar a Harry en la empresa aprovechando que Damon está en clases. Últimamente estoy súper aburrida porque no estoy trabajando. Harry no quiere que haga prácticamente nada y yo tengo muchísimo miedo por las complicaciones que tuve en mi último embarazo, así que estoy de acuerdo. No deseo lastimar de ninguna forma a mi bebé. A pesar de que mi doctora me dijo que puedo llevar un embarazo normal, el miedo sigue en mí. Cuando llegué a la oficina, me di cuenta de que Harry estaba repleto de trabajo. Las pilas de documentos sobre su escritorio parecían interminables y la luz de su computadora iluminaba su rostro concentrado. Llamé suavemente a la puerta para no interrumpirlo bruscamente. —Harry, ¿tienes un momento? —pregunté, entrando tímidamente. Harry levantó la vista, su expresión se suavizó al verme. —Alicia, qué sorpresa tan agradable. Claro, siempre tengo un momento para ti. —Se levantó y caminó hacia mí, dándome un abrazo y un beso en la frente. —Decidí pasar un rato
Nicolas Chrysler. Raúl estaba completamente enfadado desde que se percató de que Alicia y Harry se iban a casar. Su furia era palpable, y yo vi en ella una oportunidad perfecta. No podía perder la chance de manipularlo a mi favor, de canalizar su enojo hacia mis propios objetivos. —Calma, Raúl —le dije, intentando parecer comprensivo—. Sé que esto te duele, pero debemos pensar con claridad. —No puedo calmarme —espetó Raúl, su voz temblando de ira—. Mi mujer se casará con otro y Luz Marina está desaparecida. No puedo soportarlo. —Lo sé —respondí, tratando de mantener mi voz suave y tranquilizadora—. Pero estoy seguro de que Harry está involucrado en todo esto. Ese miserable, además de lavar dinero, trafica con mujeres y niños. No puedes poner en peligro a Damon y Alicia. Raúl me miró, sus ojos llenos de desesperación y rabia. Sabía que había tocado un nervio sensible. Su amor por Alicia y su deseo de proteger a Damon eran su mayor vulnerabilidad. —¿Cómo puedes estar tan seg
Alicia Montero Estaba muy desconcertada por la actitud de Raúl cuando se enteró de que estoy a punto de casarme con Harry. Sin embargo, sabía que nada podía impedir que finalmente fuera la esposa del amor de mi vida. Mientras Harry llevaba a Damon al entrenamiento, yo me encontraba tranquilamente en casa, preparando todo para la cena y disfrutando de un delicioso chocolate. De repente, fui interrumpida por el timbre de la puerta. Me dirigí a abrirla y me di cuenta de que se trataba de Raúl. —Raúl, ¿qué haces aquí? —pregunté, sorprendida por su presencia. —Necesito tu ayuda, Alicia —dijo, su voz llena de urgencia—. Tengo una pista sobre Luz Marina y necesito que vengas conmigo. Fruncí el ceño, sin entender por qué me necesitaba a mí precisamente. —¿Por qué yo, Raúl? No soy la persona más indicada para esto. ¿No deberías estar con la policía? Raúl parecía desesperado, sus ojos llenos de preocupación. —La pista que tengo es muy específica y necesito a alguien en quien pueda c
Harry Chrysler . No puedo creer que se hayan atrevido a secuestrar a mi mujer. Al leer su nota, donde decía que se había ido con Raúl, sentí una mezcla de preocupación y rabia. Inmediatamente comencé a rastrearlos. Revisé las cámaras de seguridad y captaron el momento en que unos tipos los interceptaron y se los llevaron. No podía creerlo. Mi corazón latía con fuerza mientras procesaba la información. Alicia y Raúl habían sido secuestrados y no tenía idea de quiénes estaban detrás ni de lo que querían. Sabía que no podía perder tiempo. Llamé a mis contactos de seguridad y a la policía, explicando la situación y pidiendo su ayuda urgente. Mientras tanto, no podía quedarme quieto. Sabía que tenía que hacer algo. —Debemos localizarlos rápido—, dije, mi voz firme pero llena de ansiedad. —Estamos en eso, señor—, respondió uno de mis hombres de seguridad. —Estamos rastreando la señal del coche de Raúl y tratando de identificar a los vehículos que se los llevaron. Cada segu