Raúl hoffmann No podía soportar saber que Alicia estaba con el miserable de Chrysler, que ese estúpido me quitaría a mi mujer y a mi hijo. Ellos eran míos, no de él. La idea de perderlos me consumía, me llenaba de una ira que no podía controlar. Sé que la última vez que hablé con Ally me pasé. Jamás debí intentar abusar de ella, pero no pude contenerme. El dolor y la desesperación nublaron mi juicio. No entiendo por qué no puede amarme con la misma pasión que la amo yo. ¿Por qué está tan obsesionada con ese miserable? Me sentía atrapado en un torbellino de emociones. Por un lado, mi amor por Alicia era inmenso, un fuego ardiente que no podía apagar. Por otro, la rabia y los celos me llevaban a lugares oscuros. Cada vez que pensaba en ella con Chrysler, mi corazón se rompía un poco más. ¿Por qué no podía ver lo que yo veía? ¿Por qué no podía sentir lo que yo sentía? Me preguntaba una y otra vez qué tenía él que yo no. ¿Qué podía darle que yo no pudiera? En el fondo, sabía
Alicia Montero. En este momento me encuentro sentada en las piernas de Harry mientras estamos en el cumpleaños de Matt, el hijo de Óscar. La escena es una mezcla de risas y diversión mientras observamos cómo mi marido devora sin descanso las galletas que han sido servidas. Marina, Óscar y yo no podemos contener la risa ante su voraz apetito. Es increíble cómo devora las galletas. Harry nunca ha sido de comer mucho, pero en este momento está arrasando con la comida. Su boca está llena de migajas. Marina y yo intercambiamos una mirada divertida, mientras Óscar se une a la risa, claramente sorprendido por el apetito voraz de Harry. Es un momento simple pero lleno de alegría, donde podemos disfrutar de la compañía de amigos y la diversión de la celebración. Mientras Raúl se alejaba hacia el sector de los niños, Harry unió sus labios a los míos y me besó de forma intensa. Sus manos bajaron hacia mi trasero y lo manoseó. Aunque sabía que no era apropiado en ese momento, lo dejé
Harry Chrysler Estaba llegando a mi oficina, el bullicio de la ciudad apenas comenzaba a apagarse mientras el ascensor me llevaba al piso veinte. Mi mente ya estaba ocupada con la larga lista de tareas del día, cuando, al abrirse las puertas, ahí estaba ella. Mi corazón dio un vuelco y sentí una mezcla de sorpresa y repulsión. Ahí estaba aquella mujer, la que nunca había sido una madre para mí. Sus ojos me buscaron con desesperación, pero todo lo que yo sentía era una pared de hielo levantándose entre nosotros. No entendía por qué insistía en buscarme. Habían pasado tantos años desde la última vez que la vi, tantos años de silencio, de ausencia, de heridas que apenas habían empezado a cicatrizar. —¿Qué haces aquí?—, le pregunté, tratando de mantener la voz firme. Ella dio un paso hacia mí, su expresión suplicante. —He venido a hablar contigo, por favor, necesito explicarte—, dijo ella, su voz temblorosa. No pude evitar sentir una punzada de ira. ¿Explicarme qué? ¿Dónde
Nicolas Chrysler. El miserable de Harry se estaba metiendo demasiado en las finanzas y en mis manejos de la empresa. Sé que sospecha que Liam y yo lavamos dinero, pero muy pronto acabaré con él antes de que estorbe en mis planes. En este momento me encuentro observando a Raquel desde la distancia. Está en un parque con sus hijos, concentrada completamente en Benjamín y Romina. Como siempre, ignora a Luzma. La bebé está sola en los columpios mientras Raquel se marcha con sus hijos mayores dejándola sola. Espero varios minutos y me percato de que ella se dirigió a su carro y se marchó. Mi corazón late con fuerza, pero no por culpa de la adrenalina, sino por la certeza de mi oportunidad. Al ver que la pequeña Luzma está sola, actúo rápido. Me acerco a ella con pasos medidos y seguros, asegurándome de que nadie más esté prestando atención. Luzma me mira con sus grandes ojos verdes curiosos, pero no parece asustada. La cargué en brazos, sintiendo lo ligera y frágil que es. Su peque
Raúl Hoffmann Estaba completamente preocupado. James no dejaba de gritarle a mi hermana, quien se mantenía fría y distante. Desde que volvió del parque y nos dijo que se habían robado a Luz Marina, mi cuñado había estado completamente enfadado, sin embargo, mi hermana parecía inmutable, como si estuviera ajena al caos a su alrededor. —¿Cómo pudiste dejarla sola, Raquel? —vociferaba James, su rostro rojo de ira—. ¡Es nuestra hija, por el amor de Dios! Raquel lo miraba con una expresión inexpresiva, sus ojos fijos en algún punto distante. —Ya te dije, James, fue solo un momento. Estaba atendiendo a los otros niños. No puedo estar en todas partes al mismo tiempo. Intenté intervenir, esperando calmar la situación. —James, por favor, gritar no va a ayudar en nada. Necesitamos pensar con claridad y llamar a la policía si no lo hemos hecho ya. —¡Por supuesto que llamé a la policía! —gritó James, su furia aún palpable—. Pero eso no cambia el hecho de que Raquel fue irresponsable. ¡
Alicia Montero. Estaba tranquilamente en mi cita con el doctor junto a Harry. Ambos estábamos muy ilusionados con la noticia de nuestro nuevo bebé. Harry no dejaba de preguntar absolutamente todo, su entusiasmo era palpable y contagioso. Yo no podía evitar reír mientras él hacía una pregunta tras otra. —¿Y cuándo podremos saber el sexo del bebé? —preguntó Harry, su voz llena de emoción. El doctor sonrió con paciencia. —Todavía falta un poco para eso, señor Chrysler. Ahora mismo, Alicia tiene solo un mes de embarazo. Lo más importante en esta etapa es asegurarse de que todo esté bien y seguir las recomendaciones médicas. —Lo sé, lo sé —dijo Harry, ruborizándose un poco—. Es solo que estoy muy emocionado. No quiero perderme nada esta vez. Le tomé la mano y la apreté suavemente. —Amor, estamos empezando. Tenemos mucho tiempo para disfrutar de cada momento. Solo relájate un poco. Harry sonrió y me besó la frente. —Lo intentaré, pero no prometo nada. El doctor nos miró con un
Decidí visitar a Harry en la empresa aprovechando que Damon está en clases. Últimamente estoy súper aburrida porque no estoy trabajando. Harry no quiere que haga prácticamente nada y yo tengo muchísimo miedo por las complicaciones que tuve en mi último embarazo, así que estoy de acuerdo. No deseo lastimar de ninguna forma a mi bebé. A pesar de que mi doctora me dijo que puedo llevar un embarazo normal, el miedo sigue en mí. Cuando llegué a la oficina, me di cuenta de que Harry estaba repleto de trabajo. Las pilas de documentos sobre su escritorio parecían interminables y la luz de su computadora iluminaba su rostro concentrado. Llamé suavemente a la puerta para no interrumpirlo bruscamente. —Harry, ¿tienes un momento? —pregunté, entrando tímidamente. Harry levantó la vista, su expresión se suavizó al verme. —Alicia, qué sorpresa tan agradable. Claro, siempre tengo un momento para ti. —Se levantó y caminó hacia mí, dándome un abrazo y un beso en la frente. —Decidí pasar un rato
Nicolas Chrysler. Raúl estaba completamente enfadado desde que se percató de que Alicia y Harry se iban a casar. Su furia era palpable, y yo vi en ella una oportunidad perfecta. No podía perder la chance de manipularlo a mi favor, de canalizar su enojo hacia mis propios objetivos. —Calma, Raúl —le dije, intentando parecer comprensivo—. Sé que esto te duele, pero debemos pensar con claridad. —No puedo calmarme —espetó Raúl, su voz temblando de ira—. Mi mujer se casará con otro y Luz Marina está desaparecida. No puedo soportarlo. —Lo sé —respondí, tratando de mantener mi voz suave y tranquilizadora—. Pero estoy seguro de que Harry está involucrado en todo esto. Ese miserable, además de lavar dinero, trafica con mujeres y niños. No puedes poner en peligro a Damon y Alicia. Raúl me miró, sus ojos llenos de desesperación y rabia. Sabía que había tocado un nervio sensible. Su amor por Alicia y su deseo de proteger a Damon eran su mayor vulnerabilidad. —¿Cómo puedes estar tan seg