Alicia
Me encontraba en una de las clínicas más prestigiosas de Londres, la tenue luz iluminaba la habitación en tonos blancos. Mi corazón estaba oprimido por la angustia, observaba a mi padre, Carlos Montero, cuyos ojos intensos reflejaban una frialdad implacable, con la que nunca me había mirado.Mis lágrimas se perdían en el vacío, incapaces de ablandar el corazón de piedra que habitaba en el hombre que una vez fue mi protector.— Papá, por favor, necesito ver a mi bebé. Déjame sostenerlo solo por un momento, por favor. — Le suplicaba mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas y yo extendía las manos hacia él.— ¿Por qué debería hacerlo? Después de todo lo que has hecho, no tienes derecho a pedirme nada. — Respondió con frialdad.— Lo sé, cometí errores, pero este bebé no tiene la culpa. Solo quiero verlo, sentirlo cerca de mí. — Rogué, levantándome de la cama de hospital y poniéndome de rodillas ante él, a pesar del dolor en mi cuerpo por el reciente parto. — Por favor, solo un momento. Prometo que no causaré problemas.Desde que mi padre descubrió mi embarazo, su enfado se convirtió en una sombra constante sobre la familia. La noticia de que el padre del bebé era el hijo de su temido jefe solo exacerbó su ira.Decidió enviarme a un internado, donde pasé el resto de mi embarazo en soledad, sin contacto con mi novio, mi hermano ni nadie más.La soledad se convirtió en mi compañera constante mientras esperaba la llegada de mi hijo.Los Chrysler siempre habían sido prominentes en el mundo empresarial. El señor Liam Chrysler era temido y respetado, uno de los magnates más influyentes en Estados Unidos, con conexiones políticas de gran alcance. Harry, como su único hijo, había crecido rodeado de lujos y privilegios.Aunque siempre lo había considerado como un chico mujeriego y sin escrúpulos, algo cambió hace unos meses.Él mostró un interés genuino en mí, y comenzamos una relación en secreto debido a la poderosa influencia de su padre. A pesar de mis dudas iniciales, me dejé llevar por las atenciones de Harry y la esperanza de que su corazón fuera más noble de lo que aparentaba.La noche en la que le revelé que estaba embarazada, creí que se enfadaría, pero ocurrió todo lo contrario. Me abrazó y me aseguró que juntos cuidaríamos a nuestro bebé y que yo era la mujer de su vida. Me juró por su vida que, a pesar de nuestra juventud, los dos seríamos una familia junto a nuestro bebé y yo le creí, le creí todo. Sin embargo, esa misma noche mi padre me subió a la fuerza a una camioneta y me obligó a ir a un internado horrible.Durante meses, esperé que Harry me encontrara y nos rescatara a mí y al bebé.Mis pensamientos fueron interrumpidos abruptamente cuando mi padre me lanzó una bofetada que me hizo caer al suelo. Ni siquiera mi súplica de rodillas pareció conmoverlo. Todo lo que anhelaba en ese momento era ver a mi bebé, aunque fuera solo una vez. Desde que nació, no había tenido la oportunidad de verlo. Me desmayé durante el parto y, desde entonces, no había tenido ni siquiera un breve vistazo de mi pequeño. La desesperación y la impotencia se apoderaron de mí mientras yacía en el suelo, anhelando el simple acto de ver a mi hijo.Era un derecho que toda madre debería tener. Era inhumano, desgarrador, que no se me permitiera verlo. Era una crueldad intolerable, una negación de lo más básico, de lo más humano.— Eres una zorra, Alicia. Me has decepcionado profundamente. Jamás verás a ese niño, ya lo hemos enviado a un orfanato. — Dijo mi padre con voz llena de desprecio.— ¡No! ¡Yo quiero quedarme con mi bebé! ¡Es mi derecho! — Exclamé con desesperación y firmeza.— No tienes derecho a nada. Eres una zorra y por tu culpa, el señor Chrysler ha arruinado mi vida. A partir de ahora, estás sola, Alicia. Ni tu hermano ni yo deseamos verte. Estás muerta para nosotros. — Sentenció con frialdad, cortando todo lazo conmigo.Cuando mi padre se marchó, una ola de desesperación inundó por completo mi ser. Las lágrimas y los gritos brotaban sin control alguno. El dolor de la separación se entrelazaba con la angustia de no saber el paradero de mi pequeño bebé, sumiéndome en una crisis profunda. Los médicos, ante mi estado de agitación y desesperación, optaron por sedarme para calmar mi angustia.Sin embargo, yo me resistía al sueño. No quería perder ni un segundo más sin buscar a mi hijo. Mi única urgencia era seguir a mi padre, rogarle que me revelara dónde estaba mi bebé. ¿Cómo podía ser tan cruel? ¿Cómo podía negarme la ubicación de mi hijo?Era inconcebible, inhumano. Mi corazón y mi mente clamaban desesperadamente por una respuesta, por una solución que devolviera a mi bebé a mis brazos.Los médicos me tenían bajo observación todo el tiempo en la clínica. No me permitían salir de la habitación ni por un segundo. Transcurrieron muchas horas y mi cuerpo se sentía tan débil que apenas podía moverme. Cada músculo parecía gelatina y levantarme de la cama era una tarea complicada.Cuando finalmente tuve algo de fuerzas, escapé de la clínica en medio de la noche, solo con una bata puesta. Le entregué el collar que Harry me había regalado al taxista como pago para que me llevara lejos de allí. Sabía que si el padre de Harry me encontraba, iba a haber problemas, así que le rogué al conductor que me llevara al internado.Ese collar con la forma de una H era importante para mí, era un símbolo de nuestra relación con Harry. Me lo había obsequiado la noche en que estuvimos juntos por primera vez, y desde entonces, nunca me lo había quitado. Pero en ese momento, solo quería alejarme de todo, incluso de él.Necesitaba ver a Harry, necesitaba su ayuda más que nunca. Él era lo único s
Cinco años después.Después de trabajar duro durante más de cinco años y sacrificarme mucho, finalmente me gradué como licenciada en administración de empresas. Mi hermano me apoyó mucho durante este tiempo, y con mi dedicación, logré alcanzar mi meta.Una vez que terminé mis estudios, decidí volver a Estados Unidos. Estaba decidida a hacer justicia y vengarme de todas las personas que me habían hecho daño.Hace cinco años, era una joven asustada y solitaria, incapaz de enfrentar los terribles momentos que había vivido. Ni siquiera tuve el coraje de denunciar a mi propio padre por el secuestro de mi hijo. Pero ahora las cosas habían cambiado. Durante años, investigué el paradero de mi padre y descubrí que había desaparecido hace más de cinco años. Vendió todas sus propiedades y se fue a Las Vegas, donde perdió toda su fortuna en juegos de azar. Me pareció extraño que mi padre hubiera tenido tanto dinero para gastar, y comencé a sospechar que en lugar de dar a mi hijo en adopción, él
Harry Chrysler.Estaba en la fiesta de compromiso, sintiéndome agotado y desanimado por la situación. Aunque parecía tranquilo por fuera, por dentro me consumía el cansancio y la frustración. Mi relación con Violetta Smith era simplemente estratégica, una alianza de negocios disfrazada de romance. La fusión entre "Imperio Corporation" de los Chrysler y la empresa de los Smith había sido planeada con cuidado para fortalecer nuestro poder en el mundo empresarial. La muerte del padre de Violetta había allanado el camino para nuestras ambiciones, y yo estaba decidido a aprovecharlo al máximo.Pero no veía a Violetta como una pareja real, sino como un peón en mi juego. La consideraba ingenua, incapaz de entender la complejidad del mundo empresarial y fácil de manipular.Desde joven, mi padre, Liam Chrysler, me había entrenado para ser astuto y despiadado en los negocios, y ahora estaba listo para demostrar mi valía como el heredero legítimo del imperio familiar.Después de que mi madre se
Alicia Decidí mudarme a un modesto departamento que acababa de alquilar. No quería ser una carga para mi hermano Max, quien ya tenía su propio espacio. Además, necesitaba independencia después de todo lo que había pasado.El departamento era simple pero acogedor, con muebles básicos y decoración mínima. Aunque era pequeño, para mí era un refugio donde podía empezar de nuevo y dejar atrás mi doloroso pasado.Me puse a preparar una cena deliciosa para recibir a mi hermano y a su novia, a quien aún no conocía. Opté por hacer una lasaña exquisita y me esforcé en limpiar el lugar lo mejor posible, asegurándome de que todo estuviera en orden para la ocasión.Cuando Max y su novia llegaron, reconocí de inmediato a Carolina, la misma mujer con la que Harry me engañó años atrás. Me sentí consternada y confundida al verla.— Max, ¿cómo es posible que tu novia sea ella? —pregunté, frunciendo el ceño.— Su nombre es Carolina, Ally. Sé quién es. —respondió Max, intentando calmar la situación.— ¿
— ¡No me toques, Harry! Eres un maldito miserable. ¿Cómo puedes acostarte con tu secretaria y ser tan miserable? — grité, con indignación y dolor en mi voz.— ¿Qué estás haciendo aquí, Alicia? No tienes nada que hacer en mi oficina — respondió Harry, con sorpresa y algo de molestia en su tono.— No sabía que eras capaz de esto. Eres un desgraciado — acusé, con voz temblorosa y ojos llenos de lágrimas.— No sabes con quién te metes, Alicia. Si dices algo a Violetta y arruinas la fusión de las empresas, te aseguro que te arrepentirás — advirtió Harry, con un tono amenazante y una mirada desafiante.— Sé perfectamente qué clase de monstruo eres, Harry. Y no voy a permitir que sigas haciéndole daño a nadie más — repliqué.— No tienes idea de lo que estás hablando, Alicia. Tú eres solo una empleada muerta de hambre metiéndote en asuntos que no te competen. Y te advierto, si intentas decirle algo a Violetta, jamás te creerá. —replicó él, con desprecio en su tono.— Ahora lárgate de aquí. —se
Harry Chrysler.Han pasado dos semanas desde que Violetta y yo nos casamos, y hemos estado viajando por Europa. Durante este tiempo, he tenido que mantener la fachada de que estoy locamente enamorado de ella, aunque en realidad no siento nada más que desdén. Cada momento que paso a su lado es una tortura, ya que encuentro su carácter cursi y débil, y hasta en la intimidad es fría e inspida.A pesar de su belleza, que muchos considerarían cautivadora, no logra captar mi interés. He tenido relaciones con mujeres igualmente hermosas en el pasado y tampoco han llamado mi atención. Violetta me parece aburrida y simplona. Este matrimonio se ha convertido en una carga que tengo que llevar, y no sé cuánto tiempo más podré mantener esta farsa antes de que todo se desmorone.Ahora mismo estamos en mi casa, donde Violetta y yo viviremos temporalmente con mi padre mientras se completan las remodelaciones de la mansión que compramos. La situación es incómoda, ya que preferiría tener mi propio espa
AliciaPasé un tiempo increíble en la piscina, reencontrándome con Oscar y conociendo a su encantadora esposa, Marina. El ambiente era relajado y acogedor, perfecto para disfrutar del sol y broncearme un poco. Sin embargo, ahora ha llegado el momento de dejar atrás la diversión y concentrarme en los asuntos de la empresa.Después de soltar mi cabello, me maquillé ligeramente y elegí un vestido formal en tonos blanco y negro para la ocasión. Siempre he tenido una debilidad por las faldas cortas; encuentro que pueden ser elegantes y atractivas sin necesidad de exhibirse demasiado. Mientras me preparaba para dirigirme a la empresa, no pude evitar sentir un ligero nerviosismo. Aunque estoy emocionada por enfrentar los desafíos del día, también me pregunto qué sorpresas me deparará esta jornada laboral.Tomé un taxi y no tardé más de media hora en llegar a la imponente empresa Chrysler. Al bajarme del vehículo, mis ojos se posaron en el imponente edificio frente a mí, con su diseño modern
— ¡Suéltame ahora mismo o tendré que tomar medidas más drásticas! — Exigí, mi voz cargada de firmeza y furia contenida.— La información confidencial no sale de esta oficina, preciosa. — Concluyó Harry, manteniendo su postura firme.Cada parte de mi cuerpo estaba tensa y temblorosa mientras las manos de Harry rodeaban mi cintura con firmeza. Su aliento caliente rozaba mi cuello, enviando escalofríos por todo mi cuerpo. Me sentía como si estuviera hecha de gelatina, incapaz de mantener la compostura ante su proximidad abrumadora.Cerré los ojos por un momento, tratando desesperadamente de recuperar el control sobre mis emociones. Pero su presencia dominante y el calor de su cuerpo contra el mío me dejaban sin aliento. Cada músculo estaba tenso, cada fibra de mi ser consciente de su cercanía.— No dejas de temblar, preciosa — susurró Harry en mi oído con una voz ronca que enviaba escalofríos por mi espalda.— ¿Y cómo sabes tú eso? — pregunté, tratando de mantener la compostura a pesar d