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06. ¿Invitación?

Lo que necesito ahorita es que alguien se pase mi vergüenza por donde ya no la pueda ver. Me quedo algo pasmada en sus facciones, en su rostro divertido, lo ha de estar disfrutando el miserable.

—¿Me va a contestar o no?

—Yo se... señor no estaba vigilándolo, solo fue curiosidad ya que escuché ruido.

Me queda viendo directamente a los ojos y solo siento que no le puedo mantener la mirada. No dice nada y eso hace que me ponga algo asustada.

—Señor le aseguro que eso no volverá a suceder —digo con el rostro agachado.

No dice nada, ya siento que me estoy fastidiando, a de estar disfrutando cada segundo viendo mi rostro de terror y vulnerabilidad.

—Si, no es molestia señor me retiro —digo dándome la vuelta para irme lo más pronto posible.

—Pero si yo no he dicho que salga señorita —dice y yo solo quedo retenida.

Me volteo para presenciar su rostro de vuelta —. Lo que ordene señor —digo y él solo ladea una sonrisa. Sabe que tiene el control aquí y que puede hacer lo que se le plazca.

Se me acerca un poco a modo de quedar frente de mí y yo solo siento que la intimidad se me sale por los poros estoy casi con el corazón en la boca, decido agachar la cabeza ya que no quiero sentirme tan vulnerable.

—Mireme a los ojos señorita —dice y solo provoca que el pulso se me acelere más y más, levanto el rostro quedando más cerca de lo que me gustaría.

—Que se le ofrece señor —digo.

Ladea una sonrisa —. Me gusta que sea tan servicial señorita.

—Solo es mi trabajo, señor.

Acerca su rostro quedando tan cerca del mío que hace que mi garganta se mueva de arriba a abajo muchas veces seguidas, sus ojos quedan tan cercas a los míos que hace que aprecie mejor sus ojos claros que la verdad son hermosos.

—¿Qué es lo quiere? —digo ya bien incómoda.

—Lo que quiero no me lo puede dar... por lo menos no ahorita —dice haciendo que los vellos de mi piel se erizen rápidamente.

Se aleja de mí, para después salir de la habitación quedando yo como ¿qué carajos fue eso? No se porque pero siento preocupación con un poco de reacción excitada pero solo un poco.

Estoy a punto de terminar mi horario de trabajo y solo cuento cada segundo que pasa, estoy que ya salgo corriendo de aquí, lo que quiero ahorita es encerrarme en mi cuarto y descansar.

Cuando termina salgo deprisa.

—Hola, se encuentra Ibrahîm —dice una joven acercándose.

—No joven.

Hace un puchero —. Que mal, cuando lo veas, le comunicas que lo buscaba.

—Si joven yo se lo comunicó.

Se retira ¡extraño! y yo solo decido movilizarme a mi habitación, sin antes haber tomado mi comida, al adentrarme a mi cuarto me le quedo viendo un rato.

¿Que habrá pasado con mis pertenencias? ¿Con mi trabajo? ¿Se habrán preguntado dónde estoy? Seguro que no. Me adentro al baño, me deshago de cada prenda que llevo puesta, dejo que el agua cubra cada parte de mi cuerpo desasiendome del estrés de este día.

Será que en el futuro me deparará algo bueno o la pasaré en este lugar como esclava de un niño de papá, la verdad es que mi vida siempre se ha tratado de eso, de ser esclava de la gente, siento que las esperanzas de una vida mejor se están desvaneciendo día tras día.

He tenido pensamientos horribles sobre mí donde estoy atada del cuello con una soga, en donde mis pies ya no tocan el suelo, en donde mi alma ya no existe. Lloro, porque no me queda de otra que deshacerme de este dolor que aún llevo enterrado en el pecho. Salgo del baño ya lista para seguir ahogando mis penas en la cama.

Me acuesto con las lágrimas en mis ojos —. No te sigas torturando —pienso.

Decido cambiar de pensamiento y lo primero de lo que me acuerdo es de lo de esta mañana, fue muy raro y algo incómodo, que digo algo, fue muy incómodo. Tenerlo tan cerca mío hizo que mi cuerpo temblara de los nervios, no se que tiene ese hombre que hace que mi cuerpo se vuelva vulnerable ante su presencia.

Pienso que debo ser más fuerte ante él, pero sin pasarme de la raya porque la vez pasada tuve suerte de que no lo viera de tan mal modo.

Me imagino lo ridícula que me he de ver cuando estoy cerca suyo como para que le parezca hasta gracioso. Su sonrisa, su sonrisa es muy hipnotizante y mezclado con sus ojos lo hace difícil no verse nervioso.

Decido dormirme, muchas emociones por hoy, apago las luces y solo dejo que el sueño se apodere de mi.

Tarde.

Ya es tarde, si ese hombre ya se levantó pobre de mi.

Salgo casi corriendo de mi cuarto, cuando la misma joven de aquella vez, me detiene.

—El señor la quiere ver en el cuarto.

—¿Esta enojado?

—No lo sé señorita —dice y se retira.

Bueno eso es algo bueno por lo menos no me dijo que estaba echando fuego.

Primero que todo toco la puerta —Pase —lo escucho decir.

Dentro nerviosa al cuarto —. Si, señor.

—Llega tarde señorita.

—Si señor, es que tuve un problema con mi atuendo.

Me queda viendo de pies a cabeza como si quisiera saber que pasó, bueno por lo menos eso creo yo.

—Le voy a proponer algo —suelta.

Me quedo fijamente viéndolo, esperando por sus palabras.

—Si no quiere no tendré problema con ello pero si acepta aumentaré su sueldo un 30%.

Abro los ojos —. ¿Qué propuesta, señor?

Ladea una pequeña sonrisa —. Este fin de semana tendré un evento muy importante para beneficiar a los niños que no tienen en donde vivir y cosas así y necesito una acompañante.

Me quedo boquiabierta ¿acaso quiere que valla con él? no de seguro es otra cosa.

—¿Y que dice?

—Perdón señor pero no comprendo su propuesta aún.

—Que si quiere ser mi acompañante en el evento.

Me quedo muda, me está pidiendo que lo acompañe al evento esta loco o que piensa, no es que no quiera pero es que soy solo su trabajadora, a de ser mentiras.

—¿Entonces me acompaña?

—Es enserio señor.

—Tengo cara de estar bromeando.

Tiene razón, ahorita tiene la cara mas seria del mundo, talvez solo quiere ir conmigo porque no tuvo tiempo de buscar a alguien más, si ha de ser eso y el aumento no me va a caer nada mal.

—Esta bien señor yo lo acompaño aunque no me parece correcto.

—Eso solo yo lo decido, y por la vestimenta no se preocupe ya me encargué de eso.

¡Que! ya se encargó, sabia que iba a decir que si, imbécil.

—¿Le puedo hacer una pregunta?

—Si esta bien —dice.

—¿Porque yo señor? Pensé por un momento que no le agradaba.

Me queda viendo serio —. Usted alégrese de que va air y ya, no muchas tienen el privilegio.

Decido no contestar no quiero meterme a otro problema, me volteo para salir del cuarto, cuando voy a salir me sostiene del brazo, le quedo viendo —. Que quiere señor —digo confundida.

Me suelta rápido —. No, nada, ya puede salir.

Salgo de la habitación, este señor me está dando miedo —pienso.

Despues de un rato recuerdo lo de la joven de aquella vez, abro la puerta y lo primero que hago es voltear mi rostro. Esta desnudo solo en bóxer.

—¿Se puede saber que esta haciendo?

—Disculpe señor, es que ayer vino una joven preguntado por usted y me comunicó que le avisara.

—¿Nombre?

—No se lo pregunté señor —digo con la cabeza agachada.

—Cuando le hablé quiero que me vea a los ojos.

Levanto la vista, sin poder evitar ver cada parte de su anatomía, me quedo fija viendo sus tan perfectamente cuadritos, están tal como cualquier chicas lo quisiera.

—La vista la tengo arriba, señorita.

Veo su rostro, soy una estúpida como me pude quedar ida viendo su abdomen, ¿que ha de pensar? he de tener la cara peor de roja que un tomate.

—Disculpe señor.

Me sonríe y no se porque pero me hace sentir nerviosa ver su sonrisa.

—A la otra toque primero.

––Si, señor fue distracción mía.

—Una cosa más, quiero que deje de decirme señor, mejor joven o que se yo, pero señor no.

—Esta bien señor.

Me queda viendo fulminante y me acordé que la cague —. Disculpe, joven.

—Bueno, ya se puede retirar.

Salgo rápido de su habitación, verlo así hace que mi cuerpo tenga reacciones raras, conste, yo no, mi cuerpo.

Después de un rato lo veo salir con una camiseta azul oscura y un pantalón de tela pegado con unos zapatos que han de costar más de lo que he podido conseguir yo en todo lo que he vivido seguido por una mirada a mi encuentro. Veo como su cara se torna incómoda y mejor decide salir, siento un pulso extraño en mi pecho y no se pero me hizo sentir bien.

¡Soy una rara! No él es el raro.

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