—Me alegra mucho haberte encontrado señor Specter —dice Ayden convencido que encontró al abogado ideal—. No te preocupes por tu comisión, yo te pagaré todo en tiempo y forma.
—Lo sé, señor Emory —agrega Gabriel Specter, uno de los mejores abogados de la metrópoli—. Su reputación le precede, tenía años queriendo contactarlo, pero sé que tenía una alianza fuerte con los Cheng. ¿Eso traerá algún problema a futuro?
—Para nada, mi disolución con ellos fue que traspasaron el límite abogado cliente, lo cual espero que no suceda aquí —requiere Ayden mirándolo con firmeza.
Gabriel no se intimida, él también es un hombre poderoso, pero que sabe cómo mover las piezas siempre a favor de sus clientes.
—No se preocupe, Emory. Mientras no me pida ser partícip
—Si hay algo que sepas, considero que estoy en mi derecho de saber —asegura ella intentando que él se confiese. —Vale, pero no te gustará —dice él finalmente. Camina a la puerta y la cierra con llave, lo que debe confesarlo, no puede saberlo nadie. —Qué tanto misterio —dice ella vacilante, él la fulmina con la mirada. Arrastra una silla y se sienta junto a la cama. —Esto te va a doler, pero prométeme que no saldrás corriendo queriendo pedir explicaciones a tu madre, ella no puede dártelas —advierte él, imaginándose la actitud que tomará. —Ok… está bien. —Vale… no sé realmente como empezar, yo no quería ser quien te lo dijera, lo hablé con tu madre y le pedí que te confesara la verdad; sin embargo, creo que
Ayden sabía que estaba fallando como futuro padre, al no brindarle el soporte que Arya necesitaba. Fallaba como hijo, pues mentía a su padre, ocultándole la verdad sobre la naturaleza de la relación que tiene con Arya. Como hermano, al negar rotundamente la oportunidad de que Mark se redima. Y con él mismo, se ha fallado al incumplir cada promesa autoimpuesta.Durante la noche, la madre de Arya había empeorado. Su situación cardiaca aunada al cáncer que se esparcía por su cuerpo hacían que su estado de salud se deteriorara rápidamente.—Señor Emory, lo mejor es hablarle al doctor —informa la enfermera—. Ella no está bien… no creo que resista un día más.Ayden entra a la recámara de Mirella y nota como esta tiene dificultades para respirar aún con oxígeno puesto.—Llámales de inmediato —pi
—¡Se desprendió la placenta! No tenemos mucho tiempo, llevémosla a mi hospital —ordena ella—. El bebé puede morir si no se saca pronto.Sam está paralizado y entonces se percata que es él quien tiene que cargarla, camina a ella con urgencia, pero Ayden llega antes y la levanta. Sebas pide el ascensor y llama a John para que tenga listo el auto.Una vez que bajan con ayuda de la doctora, meten a Arya al auto y la trasladan de inmediato.—¡Rápido John! La vida de mi hijo depende de que no tardes —grita Ayden enojado.—Y la vida de ella también —aclara la doctora.John acelera el todoterreno en medio de la intensa lluvia hasta llegar a la clínica de la doctora. No podían ir dónde Mark, pues era un peligro contra su secreto.Los médicos ya esperaban en la entrada de urgencias e ingresaron de inmediato a Arya.
Arya yace recostada en la cama de Bea, totalmente adolorida.—Yo creo que debemos informarle al señor Emory —menciona Bruno.—No, hoy… —susurra Arya con esfuerzo—. Por favor, hoy no.—No te preocupes, hermosa —dice Bea—. Yo cuidaré de ti. Lo importante es que descanses y te recuperes, después podrás tomar una decisión.—¿Me informarán sobre el funeral de mi madre? —pregunta la joven a sus amigos.Sam y bruno se miran entre sí, saben que, si ella ya no está en casa de Emory y ahora que la señora Mirella había fallecido, ya no serían solicitados.—Sin ti ahí, y la señora Mirella, no considero que nos llamen de nuevo —informa Sam acariciando la frente de su amiga.—Sebas y yo te mantendremos informada —asegura Bea pasándole una pastilla de dolor
Mientras, Ayden llama a su padre para informarle de la situación.—Padre —saluda con dolor en el alma. Su progenitor se da cuenta tan solo de oírlo que algo sucede.—¿Qué ha pasado? Te escuchas mal… —dice este confirmando sus sospechas ante el silencio incómodo—. ¿Arya está bien?—Hubo una complicación… el bebé ya nació —informa con un nudo en la garganta—. La madre de Arya ha fallecido.Del otro lado de la línea se logra escuchar una respiración pesada.—Esto es…—Lo sé… —dice Ayden.—¿Cómo está el niño? ¿Y Arya? —pregunta Gerard.—Ella está molesta conmigo, discutimos antes… y el niño, está en neonatos —dice con calma—. Solo quieren que gane un poco m&a
Arya había llorado largo tiempo, los chicos tuvieron que llamar a la enfermera para que la sedara y pudiera descansar. Al final Ayden mandó a un médico para que la estuviera revisando y contrató una enfermera que le ayudase con la extracción de la leche. La joven había estado teniendo fiebres por no extraerla y sus pechos dolían, así como la cirugía. El millonario, a pesar de sentirse traicionado, siguió pagando a los chicos, por los cuarenta días que ella estuviera en reposo. El funeral sería en quince días, según lo previsto, esto para que Arya pudiera levantarse. Según el médico, la habían dejado muy magullada, seguramente por la urgencia de la cirugía. Por eso había tardado en ponerse de pie. También, Bea había estado mandando de ella a su casa, pero no todo. De pronto, un día de esos, Bea y Sebas llegaron por ella. Debía ser trasladada a la casa de Ayden. —Él prometió que no me vería más —dice ella. —Él ya no está en esa casa, te la ha dejado para que te recuperes —avisa ella
Cinco años han pasado desde la última vez que Ayden Emory vio por última vez a Arya Harley. Sabía que estudiaba en el extranjero, pero nunca dónde. Ella había hecho un contrato aparte para que nunca se le informara al millonario de su paradero. De nada servía revisar las redes, ella no estaba en ellas. De nada servía buscarla, es como si se hubiera desvanecido cuál espuma en el mar. —Señorita Edwards, tiene una llamada por teléfono —anuncia su asistente en el umbral de su puerta—. Es de Mark Emory. —Pásemela, por favor. Cierra la puerta, Dalila, por favor —pide amablemente. —¡Hola, Annie! —saluda Mark cuando esta descuelga. —Hey, hola Mark, ¿qué tal va todo? —inquiere ella mientras quita pelusa imaginaria de su falda ajustada debajo de su bata de doctor. Mark no solía llamar seguido, pero cuando lo hacía, ella solía responder. —Aquí, esperando que me digas cuando estarás en Nueva York —comenta él, esperando que ella le diga que ese mismo día. Annie Edwards ríe descaradamente. —
Arya… —murmura Ayden al ver a la mujer que yace de pie frente a él con vestimenta de doctora y cabellera rubia.La doctora Annie Edwards lo ignora por completo para hacerse cargo del pequeño.—Aryehn, soy la doctora Annie, ¿me recuerdas? —inquiere acercándose al menor y revisando sus pupilas.Annie Edwards no quiere pensar que el que tiene enfrente es su hijo. Bloquea sus pensamientos para poder atenderlo.Ayden la escucha y piensa que quizás está equivocado.«Pero es su voz» medita al darse cuenta de que su cabello ahora es rubio totalmente. No puede verla directamente a la cara, así que duda de no haber alucinado.Annie comienza a dar órdenes a los enfermeros a su alrededor. El paramédico le informa lo que le dieron y ella completa el tratamiento.Sus manos tiemblan un poco, Ayden está a pocos pasos de ella, intentando ver su rostro, su cara.—Saquen al señor Emory de la habitación —exige Annie a uno de los enfermeros en voz baja.Este deja lo que hace y se gira dónde Ayden.—Discul