—¡Se desprendió la placenta! No tenemos mucho tiempo, llevémosla a mi hospital —ordena ella—. El bebé puede morir si no se saca pronto.
Sam está paralizado y entonces se percata que es él quien tiene que cargarla, camina a ella con urgencia, pero Ayden llega antes y la levanta. Sebas pide el ascensor y llama a John para que tenga listo el auto.
Una vez que bajan con ayuda de la doctora, meten a Arya al auto y la trasladan de inmediato.
—¡Rápido John! La vida de mi hijo depende de que no tardes —grita Ayden enojado.
—Y la vida de ella también —aclara la doctora.
John acelera el todoterreno en medio de la intensa lluvia hasta llegar a la clínica de la doctora. No podían ir dónde Mark, pues era un peligro contra su secreto.
Los médicos ya esperaban en la entrada de urgencias e ingresaron de inmediato a Arya.
Arya yace recostada en la cama de Bea, totalmente adolorida.—Yo creo que debemos informarle al señor Emory —menciona Bruno.—No, hoy… —susurra Arya con esfuerzo—. Por favor, hoy no.—No te preocupes, hermosa —dice Bea—. Yo cuidaré de ti. Lo importante es que descanses y te recuperes, después podrás tomar una decisión.—¿Me informarán sobre el funeral de mi madre? —pregunta la joven a sus amigos.Sam y bruno se miran entre sí, saben que, si ella ya no está en casa de Emory y ahora que la señora Mirella había fallecido, ya no serían solicitados.—Sin ti ahí, y la señora Mirella, no considero que nos llamen de nuevo —informa Sam acariciando la frente de su amiga.—Sebas y yo te mantendremos informada —asegura Bea pasándole una pastilla de dolor
Mientras, Ayden llama a su padre para informarle de la situación.—Padre —saluda con dolor en el alma. Su progenitor se da cuenta tan solo de oírlo que algo sucede.—¿Qué ha pasado? Te escuchas mal… —dice este confirmando sus sospechas ante el silencio incómodo—. ¿Arya está bien?—Hubo una complicación… el bebé ya nació —informa con un nudo en la garganta—. La madre de Arya ha fallecido.Del otro lado de la línea se logra escuchar una respiración pesada.—Esto es…—Lo sé… —dice Ayden.—¿Cómo está el niño? ¿Y Arya? —pregunta Gerard.—Ella está molesta conmigo, discutimos antes… y el niño, está en neonatos —dice con calma—. Solo quieren que gane un poco m&a
Arya había llorado largo tiempo, los chicos tuvieron que llamar a la enfermera para que la sedara y pudiera descansar. Al final Ayden mandó a un médico para que la estuviera revisando y contrató una enfermera que le ayudase con la extracción de la leche. La joven había estado teniendo fiebres por no extraerla y sus pechos dolían, así como la cirugía. El millonario, a pesar de sentirse traicionado, siguió pagando a los chicos, por los cuarenta días que ella estuviera en reposo. El funeral sería en quince días, según lo previsto, esto para que Arya pudiera levantarse. Según el médico, la habían dejado muy magullada, seguramente por la urgencia de la cirugía. Por eso había tardado en ponerse de pie. También, Bea había estado mandando de ella a su casa, pero no todo. De pronto, un día de esos, Bea y Sebas llegaron por ella. Debía ser trasladada a la casa de Ayden. —Él prometió que no me vería más —dice ella. —Él ya no está en esa casa, te la ha dejado para que te recuperes —avisa ella
Cinco años han pasado desde la última vez que Ayden Emory vio por última vez a Arya Harley. Sabía que estudiaba en el extranjero, pero nunca dónde. Ella había hecho un contrato aparte para que nunca se le informara al millonario de su paradero. De nada servía revisar las redes, ella no estaba en ellas. De nada servía buscarla, es como si se hubiera desvanecido cuál espuma en el mar. —Señorita Edwards, tiene una llamada por teléfono —anuncia su asistente en el umbral de su puerta—. Es de Mark Emory. —Pásemela, por favor. Cierra la puerta, Dalila, por favor —pide amablemente. —¡Hola, Annie! —saluda Mark cuando esta descuelga. —Hey, hola Mark, ¿qué tal va todo? —inquiere ella mientras quita pelusa imaginaria de su falda ajustada debajo de su bata de doctor. Mark no solía llamar seguido, pero cuando lo hacía, ella solía responder. —Aquí, esperando que me digas cuando estarás en Nueva York —comenta él, esperando que ella le diga que ese mismo día. Annie Edwards ríe descaradamente. —
Arya… —murmura Ayden al ver a la mujer que yace de pie frente a él con vestimenta de doctora y cabellera rubia.La doctora Annie Edwards lo ignora por completo para hacerse cargo del pequeño.—Aryehn, soy la doctora Annie, ¿me recuerdas? —inquiere acercándose al menor y revisando sus pupilas.Annie Edwards no quiere pensar que el que tiene enfrente es su hijo. Bloquea sus pensamientos para poder atenderlo.Ayden la escucha y piensa que quizás está equivocado.«Pero es su voz» medita al darse cuenta de que su cabello ahora es rubio totalmente. No puede verla directamente a la cara, así que duda de no haber alucinado.Annie comienza a dar órdenes a los enfermeros a su alrededor. El paramédico le informa lo que le dieron y ella completa el tratamiento.Sus manos tiemblan un poco, Ayden está a pocos pasos de ella, intentando ver su rostro, su cara.—Saquen al señor Emory de la habitación —exige Annie a uno de los enfermeros en voz baja.Este deja lo que hace y se gira dónde Ayden.—Discul
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? —pregunta Arya con el rostro desencajado.Podría esperar que el presidente acudiera a visitarla, pero nunca Ayden Emory.—Solo tuve que buscar en el directorio del hospital la información de “Annie Edwards” —confiesa aún agarrado al marco de la puerta—. Buen nombre, por cierto. ¿No me invitarás a pasar?—Veo que lo acosador no se te quita —remarca con rostro serio—. Además, no me has respondido ¿qué haces aquí?—Vine a hablar —responde bajando los brazos y dejándolos caer lado a lado.Ayden mantiene la esperanza de que ella se comporte accesible y puedan tener una conversación madura.—Lo siento, mi hora de consulta es de ocho a dos, de lunes a viernes —anuncia irreverente.Arya intenta cerrar la puerta, pero él la detiene.—¿En serio? ¿No sientes o tienes curiosidad por saber cosas de tu hijo? —cuestiona no creyendo la insensibilidad de Arya. Y luego da un paso hacia ella y está a su vez camina hacia atrás.—¿Para qué? —responde con desdén—. No
—¡Buenos días, campeón! —saluda Ayden a su hijo y acude a su lado para abrazarlo.—¡Papi! —responde el pequeño de rizos castaños con dorado, levantando sus brazos para que su padre lo sostenga.—¿Recuerdas a la doctora? —pregunta Ayden—¡La doctora bonita! —dice el niño sonriendo con ella.Arya se emociona al escucharlo, él la ha llamado bonita sin saber que es su madre. Ayden sonríe en aprobación.—No puedo estar más de acuerdo contigo, Ary —dice Ayden en complicidad con su hijo.—¿Cómo te sientes hoy, Aryehn? —pregunta ella ya sabiendo que el nombre de él es una mezcla de ambos nombres—Bien, estoy fuerte —responde el niño enseñando su minúsculo brazo en señal de eso.Esto le arranca una sonrisa a la doctora llena de sentimientos encontrados. Tener a Ayden y su hijo frente a ella no es lo que esperaba que sería.—Tengo que irme, pero volveré más tarde —declara con un nudo en la garganta—. Cuídate mucho, sí, y cuida a tu papá, a veces es muy torpe —dice dirigiéndose al pequeño que le
Cuando Ayden los ve entrar tan familiares y cercanos, no puede dejar de sentir una punzada de celos. Sin embargo, cuando Arya se percata de quien está en la habitación, se emociona.—¡Seb, Bea! —expresa emocionada y corre a abrazarlos.Estos se acercan a ella y la abrazan fuertemente.—¡Te extrañamos! —dice Bea con lágrimas en los ojos. Sebas dice que también, pero sin lágrimas—. No te hagas el fuerte, que bien que lloraste cuando el señor Emory te dijo que la había encontrado.—Es imposible no hacerlo, nada es igual sin ti —declara Sebas y vuelve a abrazarla.—También los he extrañado, chicos —dice ella limpiándose una lágrima—. Sus charlas, regaños y tardes de té.Bea sonríe más animada y le pasa la vista por todo el cuerpo. La toma de la mano y la hace girar.—Mírate, estás guapísima, ya toda una mujer sexi, y adulta —alaga haciendo que Arya se sonroje.—Es lo que le he dicho y me ha tirado la puerta en la cara —confiesa Ayden.Arya pone los ojos en blanco haciendo que Sebas y Bea