—¿Qué pasa? —pregunta Ayden preocupado.—Nada, nada, todo está bien. —Observa su nuevo reloj de pulso y se percata de la hora—. Ya podemos irnos, estoy un poco cansada.—Está bien Arya, pero si hubo algo que te enojara, solo dilo —advierte él—. No soy adivino y si no me dices que te molestó, no podré ayudarte del todo.Arya reticente a hablar, decide quedarse callada, por el bien propio y de la familia.Ayden conduce con cuidado hasta llegar a su casa, una vez ahí cada uno se retira a sus aposentos sin dirigirse ninguna palabra. Él sospecha que algo pasó, pero no exige más, pues hoy ha sido un día muy pesado y los dos están cansados. La joven, por su parte, decide preparar todo para ir a trabajar al día siguiente, está emocionada de poder hacer sus prácticas en uno de los mejores hospitales de Nueva York.«Quién diría que después de todo lo malo, al menos pasó algo bueno», razona Arya en la oscuridad de su habitación.La noche transcurre sin ningún problema, y en la mañana Ayden compr
—He visto que discutieron —advierte el hermano de Ayden—. Por eso me he acercado, creí que ocupabas una ayuda.—Gracias, realmente no es una discusión —el timbre del teléfono de ella comienza a sonar—. Solo está molesto porque no le respondí todo el día, debe acostumbrarse, pues debo hacer las prácticas.Mark suelta una sonora carcajada a costa de su único hermano, eso a Arya no le gusta, un escalofrío recorre su espalda al oírlo disfrutar de ese comentario.Sabe que la rivalidad entre ellos es fuerte, pero no desde cuándo, ni por qué.Cuando llegan al siguiente semáforo, un una figura se pasa, por un lado, de su nuevo jefe y le planta las palmas de la mano con un golpe seco al cofre del auto.—Maldita sea, es un loco —susurra maldición, Mark.—Bájala ahora mismo o tú y yo tendremos problemas más serios que la competencia por la empresa familiar —gruñe Ayden con un rostro colorado, totalmente encolerizado.—Maldición —murmura Arya al verlo así.—Lo siento, nena, un problema más con est
Arya se queda dormida finalmente, Ayden decide no irse de su lado, pues está preocupado por ella. En cambio, se recuesta en el sofá que yace junto a la ventana.Al despertar ella yace observándolo con los ojos hinchados del llanto.—¿Has podido descansar algo? —pregunta ella.Ayden se sienta intentando despabilarse un poco.—No más que tú, creo. Me quedé preocupado por ti —aclara él poniéndose de pie para estirarse—. Me gustaría que me contases que es lo que ha sucedido, tienes un par de días ausente. Sé que algo pasa, pero como te dije…—No soy adivino —a completa la frase de él haciendo que sonría—. Te diré, pero promete que no te enfadarás.Ayden ya frunce el ceño y Arya sabe que esa no es buena señal.—Aún no te digo, y ya te estás enojado —advierte ella señalando las líneas entre sus cejas.—Perdón, es costumbre mía —Ayden arrastra la silla del tocador y se sienta frente a ella que yace sentada en la cama—. Ahora sí, soy todo oídos.Arya toma un profundo respiro antes de hablar.—
—No me tientes la paciencia, y ten cuidado, mira que la codicia conoce su fin cuando se le cierra la cartera —acusa a la joven que se vuelve para verlo con una mirada desafiante pero dolida—. Eres incorregible, Arya Harley —gruñe por lo bajo y camina tras de ella.En esta ocasión, Arya se adelanta a propósito, llega primero donde el chofer y se siente junto a él en la parte delantera haciendo que de nuevo el sexy millonario se enoje. Intenta mantener la compostura, pero tiene ganas de llorar, pues ha sido ofendida por él llamándola codiciosa e interesada.Cuando él aborda en la parte trasera la mira juicioso.—Si sigues con ese comportamiento, estoy seguro de que al término de este contrato estaré lleno de canas y habré envejecido veinte años, por lo menos —comenta sarcástico.Arya sin humor de discutir lo ignora y fija su vista al frente, se aferra a no llorar y lo consigue.Al llegar a la clínica se baja nada más, se detiene el auto, no se despide ni nada, camina furiosa hacia dentr
Arya había ido vuelto al hospital cada día sin hablar con alguno de los empleados, ni siquiera con John, el chofer. Mark intentaba acercársele, pero el trabajo era tanto que le era imposible.La joven agradecía eso, no quería hablar con nadie. Se sentía desanimada, devastada y desmoralizada. Durante esos días, apenas si comía algo. Dejó de responderle a Ayden y desvió sus llamadas al buzón.Ayden quería comunicarse con ella, pensó en hablarle a través de Mark, pedirle que se la comunicara, pero eso era motivo para que ellos tuvieran que hablar y no quería eso. Temía que su hermano la engatusara y la pusiera en su contra.Al tercer día, Arya estaba resignada a que iba a tener que enfrentarse a él. Cuando llegó John casi que esperaba que se bajara para regañarle, pero no fue así.—Buenas noches, señorita —saluda el chofer como cada día.—Buenas noches, John —responde intentando forzar una sonrisa, pero esta no le llega a los ojos.Parecía más una mueca de dolor.—Tome —extiende hacia el
Arya no puede dejar de llorar. Ayden ya le había llamado codiciosa, interesada y no pensaba pedirle más. Suficiente humillación había tenido ya en su vida. —¡Para mañana! ¡¿Oíste?! —advierte su hermano y luego cuelga. La joven doctora se levanta del sofá con las manos temblorosas, el rostro manchado de lágrimas y la boca seca. Toma su maleta, su bolsa de la farmacia y su móvil. Camina hasta su recámara, intenta recomponerse, debe hacerse la prueba lo antes posible. Porque si no está embarazada aún puede huir y pagarle lo que debe a Ayden poco a poco. Pero de ser lo contrario, estaría sujeta a él por los siguientes nueve meses. Entra al baño y realiza los dos test, la desesperación le carcome las entrañas, tiene sed así que les pone sus cubiertas y sale con ellas en la mano. Va a la cocina, necesita comer algo y beber agua. En todo el día no había probado nada, urgencias había estado lleno por culpa de unos maratonistas. Justo cuando toma un vaso de cristal de una gaveta superior,
Ayden cazo al hermano de Arya, bueno, no literalmente, pero mandó que le buscaran. No era una persona generalmente violeta, pero el hermano de Arya, la madre de su hijo, era un grano en el culo que tenía que ser retirado. No pensaba terminar con su vida, pero si darle un escarmiento de tal manera que no la volviera a molestar. —Señor, Emory, el paquete llegó a la bodega tres —avisa John Burwell a su jefe que yace sentado detrás del todoterreno. —Bien, llévame allá —pide y el otro obedece. Al llegar, Jeff se sorprende de verlo solo, tenía miedo de que fuera una trampa. —¡Hola, hola, señor todopoderoso! —saluda arrogante Jeff a Ayden—. ¿Y mi hermanita? Pensé que vendría a verme y saludar. Ayden que no solo se ha dedicado a trabajar su musculatura, sino también, el arte de la meditación —aunque esto último no le ayuda mucho cuando se trata de su hermana—, también el jiujitsu. Respira pacientemente para no golpearlo a las primeras de cambio. —Verás Jeff, la cosa es así. Has sido un
La velada transcurre de lo mejor, y se dan cuenta de que ambos disfrutan de la pizza.—Mira, al menos tendremos eso en común —comenta Arya con inocencia.Ayden no sabe a qué se refiere, pero no le hace mucho caso.—Y el bebé, digo, tendrá mis genes al final de cuenta —aclara comentando de nuevo, esto hace que se gane una mirada severa de parte de Ayden—. Lo sé, lo sé, yo desapareceré de sus vidas, pero ¿has pensado que realmente no es así?—¿A qué te refieres? ¿Intentas chantajearme? —pregunta con indiferencia.Pero Arya está tan de buen humor que no le importa.—Por supuesto que no, tú quieres que desaparezca, pero realmente cada que veas a tu hijo, me verás a mí —señala ella haciendo que Ayden la mire con curiosidad.—No me había planteado eso&hellip