El engaño que me llevo a ti
El engaño que me llevo a ti
Por: Kasaly Tsundoku
Prologo

Hay momentos en la vida que nos golpean con tal fuerza que nos dejan sin aliento, como si el mundo entero se hubiera derrumbado sobre nosotros. Momentos en los que todo lo que creíamos seguro y estable se desvanece en un instante, dejando una sensación de vacío y dolor que parece imposible de llenar.

Para Nell, ese momento llegó cuando descubrió que su esposo le era infiel. No era solo el hecho de la traición lo que la había dejado en shock, sino que además la persona con quien la había engañado era una de sus compañeras de trabajo en la escuela donde ella trabajaba. La misma escuela en la que había dedicado gran parte de su vida a enseñar y ayudar a los demás.

Nell, se sintió traicionada y humillada, y la idea de que su vida se había convertido en una mentira le resultaba insoportable. No podía soportar la idea de seguir viviendo con alguien que la había engañado de esa manera, y que había deshonrado todo lo que ella había construido a lo largo de los años.

Fue entonces cuando decidió que no podía seguir viviendo. Que la única manera de escapar del dolor y la vergüenza era acabando con su vida.

En retrospectiva, la decisión que tomo aquella mañana, era la última que tomaría de no estar en una situación de quiebre como en la que se encontraba, tal vez incluso ni siquiera la tendría en consideración, pero ha llegado a un límite en donde no hay vuelta atrás.

Nell se sentía atrapada en un torbellino de emociones abrumadoras, que iban desde el dolor, la tristeza, la rabia, la vergüenza y el miedo, la atenazaban sin piedad. Había perdido toda la confianza en sí misma y en las personas que la rodeaban, y no veía ninguna salida posible.

Pero incluso en su desesperación, algo en ella seguía luchando por sobrevivir. Un instinto de supervivencia que se aferraba a la esperanza de que quizás, en algún momento, las cosas podrían mejorar. Una voz tenue en su interior que le decía que aún no era el momento de rendirse.

Tal vez ya estaba delirando, un efecto de haber decidido separarse de la realidad que le rodeaba, nunca se consideró alguien impulsiva, solía ser alguien que pensaba las cosas de forma minuciosa, pocas veces se alteraba, sus amigos siempre le dijeron que debía enojarse más, que era una reacción normal, cuánta razón tenían, porque el día que dejo que todas las emociones que guardo con receso explotaron, solo se convirtió en la burla, de la persona que más amaba y quien la traiciono de forma vil cuando fue incapaz de cumplir con “su deber”, como mujer.

Pero ese día, algo dentro de ella se quebró. Ya no era la misma persona. Todas las emociones que había guardado con recelo durante tanto tiempo, explotaron con una fuerza descomunal, arrasando con todo lo que había a su alrededor. Se sintió sola, humillada y traicionada, y todo eso se mezcló en un torbellino de ira y dolor que amenazaba con ahogarla.

Nell entonces se dejó llevar por la rabia que le carcomía por dentro, para luego arrepentirse, ¿Qué sentido tenía?, su esposo no regresaría, aunque le rogara o amenazara con atentar contra su propia seguridad, tal vez se arrepentiría de todo lo que hizo, pero en aquel momento no pensaba con claridad, había guardado todas esas emociones durante tanto tiempo, que solo la convirtieron en una bomba de tiempo a punto de estallar.

Ahora, mientras se adentra en la oscuridad de la noche, Nell siente que ese impulso de antes se ha desvanecido. Se siente agotada, como si hubiera corrido una maratón sin parar. Y aunque la tristeza y el dolor siguen ahí, latentes, siente también un extraño alivio. Ha tomado una decisión, y eso le da una sensación de control sobre su vida que no había sentido en mucho tiempo.

Tal vez no sea la decisión más acertada, tal vez no sea la solución a todos sus problemas. Pero en ese momento, en ese lugar, es lo único que se le ocurre. Así que sigue caminando, con la mirada perdida en la distancia, sin saber qué le deparará el futuro. Solo sabe que tiene que seguir adelante, aunque eso signifique enfrentarse a la oscuridad.

¿La oscuridad?, se ríe de solo pensarlo, una ironía, porque cuando la luz llega a su vida, siempre se la terminan arrebatando, como si no fuera merecedora de ella, tal vez porque… desde un principio ella no fue deseada.

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Nell nunca ha tenido una familia, al menos no de la forma en que la mayoría de las personas entienden ese concepto. Huérfana desde pequeña, ha pasado gran parte de su vida en distintos hogares de acogida y escuelas para niños sin padres.

Quizás por eso, ha desarrollado una fuerte sensación de soledad y abandono, que se ha acentuado a lo largo de los años. A pesar de sus esfuerzos por construir una vida estable y encontrar un lugar al que llamar hogar, siempre ha sentido que le falta algo, que hay un vacío en su interior que ninguna relación o logro puede llenar.

Pero nunca había sentido ese vacío con tanta intensidad como en ese momento, cuando acababa de descubrir la traición de su esposo. De repente, todo lo que había construido se desmoronaba ante sus ojos, y se encontraba sola en medio de la oscuridad, sin nadie que la acompañara en su dolor. A pesar de tener a Mabel y Spencer, niños que se convirtieron en sus hermanos, al compartir la misma situación, los tres fueron la única constante en sus vidas como niños no deseados, pero a pesar de eso, Nell no se atreve a acudir a ellos en busca de ayuda, sintiendo que no pueden comprender la profundidad de su dolor y que no quiere molestarlos con sus problemas.

Mientras caminaba por las calles desiertas de la ciudad, Nell se preguntaba si alguna vez encontraría la luz en su vida. Si alguna vez sería capaz de superar la sombra que la ha perseguido desde su niñez, y encontrar el amor y la felicidad que siempre ha anhelado.

Y, aun así, a pesar de buscar una gota de optimismo en medio de la desolación que le abruma, Nell seguía buscando una forma de quitarse la vida. Pero entonces, justo cuando estaba a punto de dar el último paso, una pequeña niña cruzó la calle frente a ella.

Al verla, Nell recordó el dolor que sintió al perder a su propio bebé y se dio cuenta de que quería salvar a esta niña a toda costa, como si se tratara de su propio hijo. En ese momento, comprendió que no podía seguir adelante con sus pensamientos suicidas, no sin antes hacer todo lo posible para proteger a esa niña, salvarla como no pudo hacer por su bebé, incluso si eso significaba poner si vida en riesgo.

Un acto de valentía, algo que la convertiría en una heroína trágica, pero para ella, era un medio para encontrar la redención y también el camino que la llevaría a encontrar paz y finalmente reunirse con su hijo no nacido.

Dejo de pensar y actuó por impulso, empujando a la pequeña, lejos del vehículo en marcha y poniéndose ella misma como el obstáculo, esperando por el impacto, que daría fin a esta agonía.

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