SamanthaPensé que la casa de Rossy estaba más cerca, pero claramente me equivoqué, porque sigo corriendo sin descanso, como si mis piernas tuvieran vida propia y no pudieran detenerse. Mi cuerpo está al borde del colapso, cada paso me cuesta más, y el desagradable encuentro con Arturo sigue dando vueltas en mi cabeza, como un eco oscuro y perturbador que no se va.Mis pulmones arden y mis piernas amenazan con fallar. Necesito llegar a la casa o terminaré desmayada en medio del camino. Cuando finalmente veo la casa de Rossy, mis ojos se llenan de alivio. Pero antes de alcanzarla, mis fuerzas me abandonan y caigo de rodillas al suelo, respirando con dificultad.El suelo frío me recibe, y mi cuerpo tiembla, no solo por el cansancio, sino por los nervios que aún me sacuden. Intento analizar lo que ha pasado, pero mi mente está tan nublada que no logro darle sentido. La imagen de Arturo, su voz burlona, su intento de besarme... Todo me hace sentir sucia y vulnerable.De repente, escucho p
SamanthaSiento su aliento acelerado junto a mi oído, mezclado con el sudor frío que resbala por mi frente. Mis manos luchan por apartar las suyas de mi boca, pero su fuerza es descomunal. No puedo gritar. No puedo moverme.¿Por qué me tienen que pasar estas cosas?—Calladita te ves más bonita, preciosa. Tranquila, que no te haré nada… por ahora —susurra con un tono que me hiela la sangre y me hace querer desaparecer.Intento tranquilizarme, pero mi cuerpo tiembla sin control. Necesito saber qué quiere, aunque siento que cualquier respuesta será aterradora. Las lágrimas pican en mis ojos, amenazando con desbordarse. Esto es una maldita pesadilla.—Si prometes que no gritarás, te soltaré. Si no, me obligarás a hacerte cosas que no te gustarán, preciosa —advierte con frialdad, sus palabras cargadas de veneno.No tengo opción. Lo mejor será aceptar lo que pide. No quiero que las cosas empeoren, y si Cristian llega a salir, esto podría terminar muy mal. Trago saliva y asiento con la cabez
Samantha—¿Qué hiciste? —le pregunto a Will, cruzándome de brazos. Él me mira como si acabara de preguntarle la raíz cuadrada de 289.—¡Te dije que no era buena idea hablarle cuando está molesta! —le dice Jonathan mientras baja del vehículo, riéndose como si esto fuera lo mejor que le ha pasado en el día.—¿Y cómo iba a saberlo? Yo solo trataba de ser amable. Con Rossy, hasta respirar es un deporte extremo —responde Will, sacudiendo la cabeza con un gesto de resignación.—Vamos, chico valiente, no dejes que te intimide. Tal vez, si sobrevives a esta, tengas una oportunidad —le dice Cristian con una sonrisa burlona.Cristian se me acerca y me toma de la mano, como si quisiera dejar claro que él, al menos, no tiene que enfrentarse a esos dilemas.—¿Lista para la feria? —me pregunta, guiñándome un ojo.—Sí, pero primero voy a buscar a Rossy. Tenemos que calmar su humor. Y por favor, tú dale un consejo a Will antes de que Rossy lo entierre en algún rincón del parque —le digo, dándole un b
SamanthaLlegamos a la casa a toda velocidad. La patrulla de policía estacionada frente a la entrada hace que Cristian apriete el volante con tanta fuerza que los nudillos se le ponen blancos. El aire está cargado de tensión, y mi pecho se siente pesado por la incertidumbre. ¿Qué demonios pudo haber pasado? Nos bajamos del coche apresurados.—¿Qué está pasando? —pregunta Cristian mientras se dirige al oficial más cercano, con la voz cargada de preocupación.Antes de que el oficial pueda responder, aparece Sofía, su madre, con una expresión que mezcla alivio y angustia.—Hijo, por fin llegaste —dice mientras lo abraza con fuerza, como si quisiera protegerlo de lo que sea que haya ocurrido.—Madre, ¿qué está pasando? ¿Por qué están aquí los oficiales? —insiste Cristian, mirándola con los ojos llenos de incertidumbre y rabia contenida.Ella traga saliva y, sin decir nada, lo toma del brazo y lo lleva hacia la casa. Nosotros los seguimos, con el corazón en un puño. No tengo idea de lo que
SamanthaY aquí estamos, dos almas atrapadas en el fuego del momento, sin importarnos el mundo que se agita más allá de esta habitación.Me inclino sobre él, besando su cuello mientras mis manos recorren sus hombros y su pecho desnudo. Él gime suavemente, su voz ronca llenando el silencio de la habitación. Sus manos se deslizan por mi espalda, trazando líneas de fuego que parecen encender cada parte de mi cuerpo.Cristian me sujeta por la cintura y me gira con facilidad, colocándome debajo de él una vez más. Su boca vuelve a encontrar la mía, y nuestros labios se funden en un beso hambriento. Su lengua juega con la mía, provocándome un placer que me hace arquear la espalda y aferrarme a él con fuerza.Sus manos descienden por mis caderas, acariciándome con una suavidad desesperante. Cuando su boca se detiene en mi vientre, siento cómo mi piel se eriza, anticipando lo que está por venir. Lentamente, sus labios bajan más, besando cada rincón de mi cuerpo, hasta que me hace perderme comp
SamanthaRossy y Williams regresan a la sala, con Rossy claramente irritada y yo todavía riéndome por lo que acaba de pasar.—Creo que ya nos vamos —dice Rossy, cruzándose de brazos y mirándome con una mezcla de vergüenza y molestia.—¿Pero por qué? Ya les dije que hay habitaciones disponibles. Pueden terminar lo que empezaron sin problemas —respondo, tratando de no soltar otra carcajada.Rossy me lanza una mirada que, si tuviera poderes, seguramente me haría explotar.—No es necesario. Mejor cállate —dice entre dientes, con un tono que deja claro que está al borde de perder la paciencia.Decido empujar un poco más porque, bueno, no puedo evitarlo.—¡Quédense! Podemos ver una película, hablar, y así. Cristian no tiene problema en prestar las habitaciones, ¿verdad? —lo miro y él, con una sonrisa divertida, asiente.—Me gustaría quedarme, pero no tenemos ropa —dice Alex, intentando ser razonable.—¿Y quién necesita ropa? Yo duermo sin ella. —suelto, sin filtro alguno.El silencio que si
Samantha Días después.Estos días han sido una total locura, pero de las mejores. La hemos pasado increíble. Montamos a caballo. También ordeñamos vacas, y aunque al principio fue un desastre, al final terminamos llorando de la risa.De solo recordarlo me muero de risa.Flashback El viento me golpea el rostro mientras intento mantenerme firme sobre el lomo del caballo. No monto a princesa porque quiero dejarla descasar mas tiempo, ya que hace poquito tuvo a su potrillo. La pradera se extiende a nuestro alrededor como un océano verde. Rossy, por supuesto, parece haber nacido para esto; va montando como toda una experta, mientras yo lucho por no caerme. Hace tiempo que no monto un cabello.—¡Relájate, Sam! El caballo lo siente —me grita Cristian desde lejos, con una sonrisa divertida en el rostro.—¡Estoy relajada! —le miento, apretando las riendas como si mi vida dependiera de ello. —¿Te diviertes verme sufrir aquí? —especto mientras avanzo. —Para nada mi reina. Pero relájate. De
SamanthaEsto es el colmo. Hace un rato veníamos tan bien: Cristian y yo íbamos agarrados de las manos, riéndonos de los chistes malos de Will, cantando a todo pulmón cualquier cosa que sonara en la radio. Era como si viajáramos en un circo ambulante. Pero ahora... ahora esto parece un funeral. Literal. Todos vamos en silencio, como si alguien se hubiera muerto, y la incomodidad es casi palpable en el aire.Finalmente, llegamos a la playa. Will estaciona la camioneta con cuidado, pero yo soy la primera en bajar. Necesito caminar, tomar aire fresco, y, sinceramente, poner algo de distancia entre Cristian y yo antes de decir algo de lo que pueda arrepentirme. Por suerte, nadie me sigue. Agradezco que respeten mi espacio, porque ahora mismo no quiero hablar con nadie.Camino por la arena, sintiendo cómo se hunden mis pies descalzos en ese calor agradable que emana del suelo. Cristian es un tonto, eso está claro. Vinimos aquí para disfrutar, para relajarnos y divertirnos, pero él está arr