El engaño del Millonario
El engaño del Millonario
Por: Carolin Mercado
1- Humillación.

Capítulo 1.

Humillación.

Ada.

—¡Hola amor!, te has marchado hace dos días, y ya te extraño, ya hice la reserva en ese restaurante del que hablamos. —Hoy es mi cumpleaños número veinticuatro, Bruno tuvo una entrevista con un posible inversionista, por ello viajó, supongo que planeaba darme una gran sorpresa, porque no recibí ningún mensaje suyo, tampoco quise fastidiarlo pues conozco su esfuerzo y todo el tiempo que dedicó en armar ese automóvil a escala.

—¿Cómo estás Ada?, disculpa, hoy no podré llegar. Te llamaré mañana, en verdad estoy muy ocupado. —Escucho el sonido típico del tráfico.

—Pero hoy es mi… —Me interrumpe de nuevo. — Cumpleaños… —Termino mi frase sin que me oyera, mis padres fueron a casa de mis abuelos en la tarde, no los acompañé como lo hacía cada año porque saldría a cenar con mi novio.

«Esta bien Ada, él está muy ocupado» —Me dije con una sonrisa en mi rostro, mis planes se estropearon, pero ya habría oportunidad para vernos, acepté ir como moza en un hotel en la capital del país, eso me ayudaría a comprar la computadora portátil que tanto me hacía falta, llegué a la cocina para cambiar una copa de vino rota, fue entonces cuando creí haber imaginado escuchar esas palabras tan crueles del hombre a quien amo, refiriéndose a mi, lo encontré de casualidad en un hotel elegante mientras trabajaba para ganar un poco más de dinero, quedé quieta temblando detrás de un muro en al recepción, el llevaba puesto un traje elegante y estaba al lado de una hermosa mujer esbelta a quien confesó que seguía amando; mi corazón se rompió en mil pedazos en ese preciso momento, no supe siquiera cómo reaccionar, si salir y darle golpes en el rostro y el cuerpo o quedar callada y esperar una explicación de su parte.

—Jimena, yo nunca he podido olvidarme de ti. —Esa era indudablemente la voz de Bruno, de mi Bruno…

—Sabes que siempre te he amado, pero tuve tanto miedo de perderlo todo, yo no soy como tu; esa valentía no corre por mis venas. —La mujer se acercó a él y le dio un beso en los labios, tuve que colocar ambas manos en mi rostro, me cubrí la boca para evitar escapar un sonido proveniente de mi llanto, y lo peor de todo es que él la abrazó, como nunca lo hizo conmigo  a pesar del tiempo en el que estuvimos juntos.

—Jimena, estoy dispuesto a  comenzar desde cero contigo, solo dame unos días, debo atender un asunto primero. —Ese “asunto”, indefectiblemente se trataba de mi.

—Te vi con una mujer hace rato, cuando saliste de aquel edificio. ¿Es tu novia?. —Detesto esa voz chillona fingida de la mujer salida de la pasarela, esperé que se lo dijera, una parte de mi quiso sentir que tal vez él admitiera su relación conmigo, inclusive nos comprometimos.

—Es una vecina, solo eso. —Si en ese instante pudiese tener la opción de desvanecerme, lo haría, Bruno estaba negándome.

—Menos mal, eso me habría hecho sentir muy mal. —Ambos se retiran del salón, y yo quedo ahí mismo, más bien lo queda de mí, pronto tendría un examen y debía pagarlo con anticipación, si la jefa de mozos me veía en ese estado no me pagaría lo acordado.

«Ada, debes salir; y si me lo encuentro entre los invitados esperaré su reacción» Fui a lavarme la cara, necesitaba una explicación, tan solo eso. Recibí un pedido de vino tinto para la mesa número ocho, allí se encontraba la mujer plástica, cuando me acerqué pudo reconocerme de inmediato.

—¡Nos volvemos a encontrar!, debe ser una casualidad. —Su sonrisa fingida me dan nauseas. —¡Ven aquí Bruno!, mira; hace poco hablamos de ella, dijiste que es tu vecina. —Otra vez mi corazón brincaba, mi tonta esperanza caminaba en una cuerda floja. —Deja el vino aquí, chicas; él es mi novio Bruno, esta noche nos hemos reconciliado.

«¡Llévame lejos de aquí!, Bruno por favor vámonos». —Me decía  a mi misma incapaz de aceptar esas palabras, cuando volteo, él me observa  en silencio, yo como una tonta seguía tragando saliva, con la cual casi me atraganto, nuestras miradas hacen contacto por apenas unos segundos.

—Ada. ¿Qué haces aquí?. —Me preguntó, pero ya era muy tarde, sentía que flotaba en medio de aquel aroma suave del vino en la bandeja, me dejé llevar por los distractores a mi alrededor, la música lenta y la voz de un hombre mayor en el micrófono del escenario. — ¿A… Ada?. —Siento sus manos en mis hombros, detrás de mí, esa mujer comenzó a reír, sigo en la misma posición, Bruno al fin me suelta sin dejar de mirarme.

—¿Ella es la mujer con quien te vimos?, ahora sabemos que es tu vecina, tu nunca saldrías con alguien, bueno con una moza. —Otra de las mujeres terminó la oración en voz baja, pero pude oírla. ¿Qué tengo de malo?, y por qué mi prometido está con personas tan arrogantes y engreídas.

—Disculpa, Bruno ya me aclaro quien es la joven, deja el vino aquí. —Me ordena aquella muñeca de plástico. —

—Jimena, es suficiente. ¡Ustedes también!. —No me dio el lugar que merezco como su prometida, inclusive sentí que lo avergonzaba con mi sola presencia. —Vámonos Ada, necesitamos hablar. —Sin pensarlo dos veces, le vierto todo el  vino en el rostro, y me alejo de prisa.

Voy corriendo hacia la cocina, me escabullo en la puerta de servicio, apenas y tomé mi bolso, aún temblorosa llego a la esquina de la calle, las personas a mi alrededor parecían no existir, ese hombre en verdad era Bruno. ¿Por qué actuó como si no me conociera delante de esas personas?, como una tonta  regresé al lugar, estuve justo frente a la puerta esperando que volviera, tontamente creí que vendría por mí, no dejé de mirar mi teléfono celular esperando su llamada… Pero no, él decidió no buscarme, prefirió dejarme ahí sin darme una sola explicación. Mi cumpleaños guardaría un recuerdo inolvidable de cómo me engañaron de la forma más cruel que pudo haberle ocurrido a alguien. Esperé dos horas sentada, me dolían los glúteos y los ojos.

—Ada… —Su voz hacen que me ponga de pie inmediatamente.

—Bruno. ¿Qué fue eso?, estas siendo muy cruel. —Le dije conteniendo mis lágrimas.

—Quise decírtelo antes, pero no encontraba la manera. —A lo lejos esa mujer nos observaba atentamente.

—Hazlo por favor. —Agacho la mirada un momento. —- Más vale que tengas una buena explicación porque no merezco este tipo de trato, yo siempre… —Bruno no me deja continuar. —Con sus manos seca mis lágrimas, jamás pensé que sería la última vez que sentiría su roce tan suave, y que sería la última vez en la que escucharía su voz.

—Ada, no estoy enamorado de ti; lo intenté pero no eres el tipo de mujer para mi, y en verdad no quiero que me busques o quieras mantener algún tipo de contacto conmigo; no deseo nada que nos una. —Sus palabras me dan náuseas, tal vez la presión sanguínea se me subió porque quise vomitar al escucharlo, verdaderamente este hombre delante mío estaba dándome uno de los peores obsequios que alguien puede recibir en su cumpleaños.

—¿Olvidaste lo que planeamos para esta noche?, solo responde eso. —Lo miro a los ojos mordiéndome los labios.

—Si, olvidé que saldríamos a cenar. —Evidentemente olvidó mi cumpleaños, yo pensé que él estaría ocupado en alguna reunión importante, pero se veía con esa mujer despampanante, y como una estúpida le compré una medalla.

—Y ha sido lo único que olvidaste. ¿No es así?. —Le arrojo la pulsera de hilo con la inicial de mi nombre, el regalo que me había hecho en navidad. —Nunca volveré a buscarte, tu no mereces ese tipo de consideraciones. —Si, el olvidó lo emocionada que estaba por ir a aquel restaurante donde sirven deliciosas pastas, prometió llevarme y yo estaba con la esperanza de formalizar nuestro compromiso, pero él me mintió…

—Dejémoslo así. —Responde fríamente como si nada.

—Te avergüenzas de mi Bruno, no soy tonta; puedo darme cuenta de eso. Solo espero que nunca te arrepientas, porque el karma es muy fuerte. —Voltee y caminé hacia la parada de autobuses.

«Jugaste conmigo Bruno, no lo olvidaré…»

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