4- Mentiras.

Capítulo 4.

Mentiras.

Bruno.

Toda la noche pensé en el comentario de mi hermano, aún así la sola idea de cometer tal acto me hacían pensar en mil posibilidades, en solo un día me sentí perdido, tuve que aceptar vivir en un lugar poco cómodo, con un par de horas dormido me armé de valor para ir a visitarlo, hacía años que no lo veía porque siempre fue un viejo cascarrabias, terminó viviendo en un asilo. Raúl tiene razón, ninguna entidad crediticia me otorgaría algún préstamo, jamás trabajé y por cabeza dura lo dejé todo. Menos mal no vi a la chica llamada Ada, no sé el motivo, pero su presencia me hace sentir incómodo.

—Buenos días Bruno. ¿Dormiste bien?. —Cuando pensé en escabullirme me la encuentro en la salida, creo que le gusto porque de lo contrario, no entiendo su amabilidad.

–Buenos días, así es y ya voy de salida. —No conozco la ciudad, tal vez ella podría ayudarme. —Sabes cómo puedo llegar a este lugar. 

—Claro, también voy a la parada de autobuses, puedes venir conmigo si quieres. —Accedí, según ella llegaríamos en unos diez minutos.

—¿Cuántos años tienes?. —Me pregunta de repente, no soy el mejor iniciando conversaciones, me limité a responder.

—Veinticinco años. —Ella sonríe mientras sigue comiendo lo que parece ser unas tostadas.

—Eres dos años mayor que yo. ¿Vas a tu trabajo?. —Definitivamente creo que coquetea conmigo.

—En realidad sigo buscando empleo, ahora visitaré a un familiar a quien no veo hace mucho tiempo. ¿Tu a qué te dedicas?. —No sé por qué se lo pregunté, habré pensado en voz alta.

—Bueno, ahora voy a mis clases y trabajo de lo que sea, a veces cubro en las cajas de los supermercados, también limpio, y me quedo en una biblioteca; varias cosas al mismo tiempo. —Me dice con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Cómo lo haces?. —Pregunto esta vez algo más curioso, yo ni siquiera me imagino en un solo trabajo de los que ella habla.

—Bueno, voy a la universidad pública, y mis clases normalmente son en las mañanas, entonces me toca trabajar medio tiempo, aprovecho las oportunidades. —Sonrió con sarcasmo, sé que estudiar es difícil y costoso, de seguro sus calificaciones son pésimas, al mirarla me doy cuenta que es bastante distraída, se tropezó como tres veces. —Para su edad ya me había graduado en finanzas, mis padres exageran en cuanto a los estudios, pocas veces me he divertido, fui como un robot durante toda mi vida.

—¡Hola Luis!. ¿Cómo estás?. —Esta mujer se acerca a un holmbre y lo saluda de lo más alegre, soy un idiota, es así con cualquiera, y yo preocupadome, pero obviamente soy más atractivo que este hombre  a quien apenas le regalé un apretón de manos.

Ya subí a un autobús en mi adolescencia, sin embargo no recordaba lo extraño que se sentía estar con tantas personas en un lugar tan pequeño, suspiré un sin fin de veces debido a los constantes choques con los demás pasajeros.

—Espero que te vaya bien Bruno. —Se despide como si nada, pero con el tal Luis se da una despedida con besos en la mejilla.

«Vaya que es muy pegajosa» —Me dije mientras la veía bajar, seguí mi trayecto hasta que por fin gracias a la ayuda de mi mapa di con el asilo, uno gigantesco y lujoso, mi abuelo si bien ya llevaba sus buenos años encima, decidió quedarse allí antes que vivir en una de sus tantas propiedades, de pequeño lo veía poco debido a su mal carácter típico en el.

—¡Bruno, hijo!, al fin vienes a visitarme, supongo que te ha llegado la noticia, de lo contrario aseguraría que no vendrías a verme. —Sus palabras me incomodan, pero al venir asumí las posibles consecuencias, tampoco me extrañaría que me echara a gritos.

—Bueno, si mal no recuerdo odiabas que te molestamos con “visitas innecesarias”, lo repetían con frecuencia. —Mi abuelo rió a carcajadas ante mi comentario, no lo comprendí, sólo espero convencerlo para que invierta en mi plan de negocios.

—Ese sin duda, fue uno de los peores errores de mi vida, inclusive con tu abuela, me casé sin amor, no niego que luego me encariñe, y amé a mis hijos y a ustedes, pero siempre me dediqué a trabajar y a hacer más y más dinero, a mi no me engañas Bruno, sé que saliste de casa como todo un soñador y ahora estás sin nada en los bolsillos. —No pude evitar sentirme incómodo ante su comentario, pues no se alejaba de la realidad.

—En parte tienes razón abuelo, necesito que me ayudes con la inversión, te devolveré todo lo que inviertas más las ganancias. —El toma asiento cerca de un enorme ventanal que daba al jardín, yo lo sigo y tomo asiento a su lado.

—Si la información te llegó completa sabrás que solamente invertiré en tu proyecto o en la de cualquiera de tus hermanos si los veo casados y felices, de lo contrario no  me molestaré en brindarles mi apoyo, no deseo que sufran lo mismo que yo, por eso mi redención es conseguir que al menos uno o dos de ustedes sea feliz y esté junto a una mujer  a quien amen verdaderamente, esa señorita con quien sales, no me agrada si vienes a intentar convencerme utilizando su nombre, es mejor que te vayas. —Mi abuelo era un viejo testarudo, nunca quiso a Jimena, la habrás visto dos veces, quisiera decirle que no hablara de esa manera, que yo la amo, pero sería jugar en mi contra.

—En realidad esa relación no tenía futuro, me enamoré de una mujer de clase social diferente, ese fue uno de los motivos por los cuales decidí dejarlo todo, tu conoces a papá, él desaprobaría esta relación de inmediato. —Mentí, y de la manera mas ruin, es increíble a lo que debí llegar por algo de dinero, pero estoy dispuesto a engañarlo si fuese necesario, cuando él vea mi triunfo le pediré perdón,estoy seguro que comprenderá.

—¿Hablas en serio?, esto resulta muy conveniente para ti, hasta casi planificado. —Me observa atentamente. — ¿Cómo es ella?, ¿A qué se dedica?. — Trago saliva pensando en cómo sería una mujer parecida a la que acabo de inventar.

«¡Maldición!, no se me ocurre nada… Un momento…» Recordé a la chica quien sonríe con prácticamente cualquier persona, tendría que describirla rápidamente.

—Ella es estudiante aún, trabaja informalmente debido a sus clases en la mañana, la admiro porque sin ayuda de nadie está logrando sus objetivos. —Tuve que imaginarla con esos anteojos rotos para mostrar credibilidad y confianza. — Tal vez eso fue lo que me inspiró, la conocí por casualidad, inclusive tropezaba con ella con frecuencia, el resto no sabría como explicarlo. —Él me observa fijamente.

—¿Y como si nada te enamoraste?. —Al parecer si me vi convincente, pero no bastaba con esa breve descripción.

—No quise darme cuenta, es que durante tanto tiempo simplemente fui una marioneta, sabes que siempre me comporté como un rebelde, haciendo lo contrario, pero ahora siento como he cambiado. ¿Crees que dejaría mi vida de lujos por nada?, ella no sabe que tengo dinero; me cuesta creer en las personas, por ello me acerqué como si fuese alguien diferente. — No sé cómo se me ocurrieron tales palabras, sin embargo funcionaban, el abuelo se sirvió un poco de agua antes de responder. 

—No lo hubiese imaginado, espero que la chica no se moleste contigo cuando se entere, tampoco puedes mentirle por siempre. —¡Funciona!, al menos acabo de dar un gran paso.

—Lo sé, pero planeo hablar con ella una vez que logre mi objetivo, antes de eso, lo mantendré en secreto. Ahora estoy prácticamente en la calle, debo buscar un empleo; todo es difícil y necesito confiar en ella más allá de cualquier posición económica. —Mi actuación marchaba a la perfección, hasta yo creí cada mentira. — Bien, solamente quise venir a verte, no debes ser tan mal pensado, tengo una entrevista en una hora. —Sigo mintiendo.

—Bien hijo, vete ya y visítame más seguido, quiero conocer a esa mujer de quien hablas. ¿Cuál es su nombre?, no me lo has dicho. —Ahora me hundiría profundamente.

—¿Su nombre?, bueno… —Carraspeo incómodo— Ada, ella se llama Ada…

«Ya lo hice, comencé con esto… debo continuar, no me rendiré cueste lo que cueste»

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