[Quentin]
Después de salir de la oficina, voy directo a mi piso para cambiarme de ropa y ponerme otra más cómoda pero elegante, aprovecharé para volver a repasar el plan de hoy y cuando supongo que todo está en su lugar, salgo de ahí para dirigirme al edificio de Isabel.
El recorrido hacia allá se me hace lento, bastante, pero quiero pensar que tal vez es la emoción de que la veré de nuevo después de unos días y que ahora con ella me siento como adolescente enamorado que no puede pasar muy lejos de su amada. Debo admitir que cuando ambos colgamos por la noche siento esa sensación de vacío que me hace pensar ¿por qué ella no duerme conmigo a mi lado? ¿por qué no puedo despertar y ver sus ojos? ¿Por qué se tiene que ir? Aunque supongo que por el mo
[Isabel]La mudanza sucedió, pero no al lugar donde yo pensé que pasaría, si no a un hermoso y elegante piso de dos plantas que Quentin por el momento me prestó para poder tener mi empresa y mi hogar cerca. La verdad no sé qué pensar, como es que todo está sucediendo tan rápido y sin que yo pueda controlarlo ¿Cómo pasé de ser sólo una nutriologa con aspiraciones a chef a la dueña de un negocio? ¿Cómo pasé de vivir en los edificios más alejados y baratos de la ciudad a vivir en este elegante lugar? Y lo principal ¿cómo es que Quentin Valois se enamoró de mí? Sí, dije que estoy no podía ser un cuento de hadas pero así parece, cada vez que lo veo siento que estoy viviendo en un libro y en el cual las páginas se van escribiendo día a día. Mi historia era fácil y mucho, a
[Isabel]Caminamos lentamente hasta la entrada del edificio y después nos dirigimos al salón que se encuentra en el primer piso de éste. Me tomo fuerte del brazo de Quentin para sentir un poco más de seguridad y al llegar a la puerta Vivianne nos recibe sonriente.—Buenas noches Señor Valois, Señorita Osher.—Dime Isabel.— Le recuerdo como siempre lo hago cuando salimos juntas.—Te ves hermosa Isabel.—Muchas gracias, tú te ves guapísima, el vestido te queda increíble.—Al igual que el tuyo.— Me responde y Quentin sonríe al ver que somos tan buenas amigas.Los tres entramos y de pronto las miradas están sobre nosotros. Sé que Quentin me dijo que desde hace mucho tiempo no venía a estos eventos, por lo que es normal que lo observen, pero también
[Quentin]Despertar al lado de Isabel es para mi una de las mejores imágenes y una de las menos frecuentes que tengo ya que ella no duerme junto a mi tanto como yo quisiera, por lo que aprovecho cada vez que puedo para hacer que ella se quede en mi piso.Así que abro los ojos poco a poco al no sentir su calor para percatarme que ella ya no está recostada a mi lado.—¿Corazón?— Murmuro y luego me levanto para ver en el resto del cuarto —¿Isabel? — Repito.Debo confesar que tengo un poco de curiosidad de saber lo qué le pasa, ya que ayer en la noche después de a fiesta, llegó un poco rara y simplemente quiso llegar a dormir. Así que espero que hoy que la lleve a desayunar me pueda decir que le pasa.Me pongo de pie, me pongo la playera que dejo siempre en la silla de al lado, y salgo de la habitación para verla
[Isabel]¡Roma! Jamás en la vida me imaginé que vendría a Roma y mucho menos de la forma en que llegué. Avión privado con un chofer esperando por nosotros al bajar de él y un guapo novio que me consiente más que nada en el mundo.Quentin toma mi mano mientras emocionada observo las hermosas calles de esta hermosa ciudad y admito que hasta el hambre se ha ido con tanta majestuosidad. Él viene hablando por teléfono en perfecto Italiano, dándole un toque no sólo intelectual pero sexy a su persona. Termina la llamada y besa mi mano para después sonreír.—¿Emocionada?—No tienes idea cuánto, en verdad es… ¡No sé que decir!—No me gusta dejarte sin palabras.— Me confiesa.— Pero a la vez me encanta tu expresión de felicidad y asombro ante todo
[Quentin]El expresivo rostro de Isabel me hace saber que en verdad la noticia le tomó por sorpresa y no era para más, supongo que jamás pensó que se lo pediría.—¿Vivir juntos? — Preguntó asegurándose de mis palabras.—Sí, quiero que vivamos juntos.—Pero Quentin, apenas acabo de mudarme de piso y… ¿qué es lo que pasa?—Nada, no pasa absolutamente nada, simplemente que creo que es una de las mejores ideas que se me han ocurrido.Ella acaricia mi rostro y yo muevo mi boca para besar su mano. Isabel tiene una forma tan especial digerir las sorpresa que en lugar de hacerme sentir ansioso, me hace sentir… esperanzado.—Quentin… bajemos esto a la tierra un poquito ¿Ok? Mira llevamos poco tiempo de conocernos, sé que hemos pasado por mucho y
[Quentin]Después de ir al Fontana de Trevi, decidí llevar a Isabel de compras por Roma aunque debo admitir que fue un poco renuente a hacerlo. Sé que no exagera y que no se pone en esa plan para hacer que le ruegue ya que ella muchas veces me ha dicho que se siente muy avergonzada por eso pero esta vez, supongo que la emoción de estar aquí, de lo que nos dijimos y las declaraciones de amor en un lugar emblemático, hicieron que ella cayera y me permitiera llevarla a las únicas tiendas que yo conozco.Prada, Gucci, Louis Vuitton, Victoria’s Secret… ella entraba asombrada al ver los hermosos conjuntos, vestidos, abrigos y zapatos. Mientras yo la esperaba sentado en uno de los tantos sofás del lugar, ella entraba y salía de los probadores luciendo hermosas vestimentas que me hacían sonreír de inmediato. Por mí, le hubiera comprado todo lo que se probó,
[Isabel]Después de todo lo que terminó pasando en esta habitación con la sección de “modelaje” que esta vez le hice a Quentin. Ambos nos quedamos recostados sobre la cama, desnudos, boca abajo, viéndonos frente a frente, como ya es costumbre. Parece que ese es nuestro ritual de siempre, ya que nos encanta quedarnos en silencio, viéndonos a los ojos y besándonos lentamente mientras sentimos que el mundo no existe afuera, sólo somos él y yo.Quentin está tan cerca mi rostro que puedo sentir su respiración. Él envuelve su mano en mi cabello y hace un suave masaje en mi cabeza mientras lleva el ritmo con los labios. Llevamos haciendo esto por horas y no me puedo cansar de besarlos.—Entonces ¿Me amas? — Vuelve a preguntarme mientras me ve a los ojos.—Sí, te amo.—¿Desde cu&aacu
[Quentin](Dos días después)Suena la alarma, la apago, me volteo y veo a Isabel profundamente dormida a mi lado. Hace dos días que llegamos de Roma y ella ya no ha regresado a dormir al su piso por lo que oficialmente hemos empezado a vivir juntos, aunque su ropa aún no está aquí.Le doy un beso sobre los labios.— Buenos días corazón.“Hmmmmm” contesta y sonrió.—Buenos días.— Finalmente responde.—Iré a hacer ejercicio ¿vale?“Hmmmm” contesta.Son las seis de la mañana y ella se durmió ayer un poco tarde preparando las recetas para enviar a todos sus clientes con sus comidas de la semana. Ayer, estuve con ella en la cocina viendo cómo se movía de un lado para otro sumamente concentrada mientras yo le ayudaba a cerrar